El Juego del Tiempo - Leyendas de Verano e Invierno 1

21. Sirinna III

Inicio de la segunda parte de la obra: Tiempo.

Una agria decisión

—Pero has matado a mi amigo, ¡hija de perra! —grité con todas mis fuerzas y empecé a correr hacia la elfina del bosque.

Sus cabellos ondeaban en el aire y ella se mostraba tranquila e impasible, mientras que yo no tardaría en lanzarme en contra de ella.

Le había disparado a Jor, en el pecho, directamente en su corazón, había visto como su cuerpo salió disparado por el impacto, era una fuerza que ni él ni nadie podría soportar. Y ahora está diciendo disparates sobre su naturaleza.

A medio camino una mano toca mi hombro y me aparta de un tirón, observo a un joven unos años menor que yo o de mí misma edad, su tez es muy clara y su cabello se compone de mechones marrones y del color de la plata. Es fuerte.

—Apártate —dijo Tuth empujando al muchacho, entonces miré a Jor, a unos palmos de donde nosotros estábamos.

Sus ojos estaban abiertos y repentinamente se cerraron sin que nadie lo indicara, el cuerpo empezó a moverse de manera agresiva y corrí hacia el.

—Jor, Jor, tranquilo —dije acariciando su pelo y retiré la flecha de su corazón y como si fuera magia la herida se cerró sin dejar más que una cicatriz pequeña.

Pero Jor seguía convulsionando.

—¡Ayuda! —dije con una mirada expectante hacia los elfos que allí estaban, pero ninguno se movió.

—Déjalo —dijo la elfina de cabellos dorados— sobrevivirá.

Me puse de pie, sentía una calentura por todo mi cuerpo y no podía describir la inmensa repulsión que sentía al verla.

—¡Cuándo estés en una situación similar, espero que nadie te ayude! —grité desfogándome y volví con Jor.

Entonces el muchacho tomó mi hombro y tiró de mí hacia atrás, en un acto reflejo giré mi brazo y asesté una cachetada en su rostro haciéndole virar este.

—No me toques —fruncí el ceño y apreté la mandíbula cuando la elfina habló.

—Jor es un inmortal y sus caminos no pueden seguir juntos, al menos por un tiempo, lo distraes de su verdadero deber y él debe buscar a su maestro.

—¿Cómo puedo creer lo que dices después de que te muestres de esta manera tan hostil?

—Como primer paso, date cuenta de que no te he matado, Sirinna no me lo permitiría.

—No juegues conmigo, hija del bosque —me acerqué peligrosamente a ella— yo soy Sirinna.

—Tu no forjas tu identidad todavía, considérate Dama Annael.

—¿Crees qué esto es un juego? ¿Cómo sabes mi nombre y mi casa?

—Tus preguntas serán respondidas si vienes conmigo, mientras tanto no puedo decirte nada, eres valiosa para nosotros Dama Annael y para mi hijo —dijo un tanto angustiada, pero lo camufló bien.

—No tengo nada que ver contigo —escupí— después de lo que haz hecho no mereces nada.

La dejé y me encaminé hacia Jor, no fue hasta que una especie de pared invisible me impidiera seguir, era como un cristal infinito, pero no lo podía ver, pero lo sentía y lo golpeé con odio hasta que mis palmas empezaron a dolerme.

—Para Sirinna Annael, aquí el bosque comanda, al igual que su magia.

—Lo vas a pagar, elfina —dije frunciendo el ceño, si había una forma de acabar con su maldición era maldiciéndola y aquello haría— por la voluntad de astros, dioses y demonios —mi voz se volvía ronca y mi cuerpo quebradizo, mis piernas empezaron a tambalearse mientas que de mi mano surgía un humillo.

La debilidad invadió a mi persona y caí de rodillas al suelo, exhausta, Tuth se acercó hacia mí corriendo y me sostuvo antes de que cayera al suelo.

—Perra verde —murmuré— ¿Qué has hecho?

—Lo haz hecho tú misma —dijo y pronto la vi arriba de mí. Me sorprendía como había escuchado— vendrán conmigo —le dijo a alguien más.

Quise dormir después de mucho, pero no debía, miré a los lados y traté de incorporarme pero no pude.

«Maldita sea». Pensé. Y mi reacción fue más profunda cuando vi a un árbol moviéndose, todo el adormecimiento desapareció y me levanté alborotadamente de los brazos del elfo frío.

Una vez de pie observé a más de un árbol moviéndose, uno se acercaba a Jor y se le podría decir. "Delgado".

Miré a la elfina con la boca abierta, me encontraba sorprendida y asustada. Ella estaba con una sonrisa de satisfacción y era razonable pues me había convencido de ir con ella.

—El espíritu del bosque sirve a mi hijo y a mí, los Árboles Guardianes cumplen su deber y llevarán a tu amigo a la frontera sur del bosque, limitante con el Reino de Sangre. Tú deberás venir conmigo, soy Liz lavient de Held, tu abuelo.

Mi mandíbula empezó a titiritar, tenía miedo, si es que era verdad esta mujer sería la madre de mi tío y lo más cercano a lo que es una familia, pero no podía dejar a Jor y no lo haría como él no lo hizo.




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