Frío obligado
—Es curioso —dijo Sirinna del futuro— muy curioso cómo me veía al llegar acá, muy curioso lo débil que era —me miró— será desagradable ser tu Maestra.
—Sirinna, por favor —dijo el elfo de la silla.
—¿Qué sucede Godrik? Deberías darme las gracias de haber transportado tu memoria del futuro a tu cuerpo del pasado —me miró, de pronto le cogía asco a la persona en la que me convertiría— ella no podría hacer nada.
—Y no recuerdas acaso, que cuando llegaste —inquirió el hosco elfo— eras igual de débil que esta muchacha.
Cerró los puños de rabia y entro a la cabaña. Quise seguirla, golpearle en la cara y exigirle una disculpa, pero antes de que pudiera, las ruedas de la silla de Godrik se movieron rápidamente y pusieron una mano adelante mío para que no pudiera avanzar.
—Odia lo que representó su pasado —me dijo y luego se dirigió a Tuth— será mejor que vayas con tu familia, tu esposa y tu hija no tienen un buen destino en este lugar.
—Pero dicen que el destino siempre se cumple.
—Por lo que he vivido y conozco, nada está escrito, y no tengas remordimientos, ellas te necesitan más que nosotros —esbozó una pequeña sonrisa.
—Pero se lo debo a Sirinna —replicó Tuth— por no hacer nada por ayudar a su padre.
Un destello gris se apreció de las ventanas de la cabaña, Liz fue la primera en fruncir el ceño y la siguieron los tres elfos jóvenes. Esta mascullaba por lo bajo.
—Sé que ella te perdona —dijo Godrik mirando a Tuth y continuó con nuestro asunto, después me dio un largo vistazo, involuntariamente asentí, entonces Tuth me habló a mí.
—Cuando llegue el momento, pequeña, te contaré todo —dio media vuelta e intenté seguirlo, otra vez Godrik colocó la mano sobre mi vientre para que no siga andando, a lo que Tuth se giró— este no es un adiós, recordaré estos buenos momentos contigo y con Jor, como si se trataran de ayer, nos volveremos a ver, Sirinna Annael.
—¡Estoy seguro que si Tuth! —esforcé la voz puesto que el elfo ya se había alejado, con una gran sonrisa.
Liz salió corriendo de la cabaña hacia Tuth antes de que se fuera y le tendió una bolsa llena de provisiones, agua, frutas, frutos secos y algún trozo de ciervo, envuelto en telas para disimular el mal olor. Colgó la bolsa en su espalda y agradeció a Liz antes de partir. Ella se acercó a nosotros con una leve sonrisa.
—Entremos en la cabaña.
***
Era un lugar modesto por fuera y modesto por dentro, aunque por dentro estaba limpia y no llena de musgo. Una parte de la sala principal estaba llena de escarcha, fue cuando entendí la gran capacidad de poder de la elfina del futuro, que ahora se encontraba leyendo un libro titulado "La Leyenda del Inmortal".
Según tenía entendido era un libro de videntes, pero nadie aquí parecía vidente, pero posiblemente alguien lo fuera, ya que había una bola de cristal en una mesita y una sala que tenía abertura al cielo, que estratégicamente allí no estaba tapado por los árboles.
Me acerqué a la habitación de techo abierto y encontré que los tres ellos observaban las estrellas muy interesados mientras el elfo de cabellos plateados y marrones explicaba cada una de ellas.
—Esta es la estrella de Sagitario —decía señalando un punto específico en el cielo— da poderes a los arqueros y muchos dicen que también a los centauros, pero eso no sabemos —giró y me vio incómodo, el elfo de ojos verdes me miro sonriendo y extrañado.
—Eres igual a la elfina fría —dijo tímidamente— pero más joven, yo soy Gabe Wald.
—Yo soy Feuer Eitel —dijo la elfina rubia e hizo una pequeña reverencia, tenía los ojos azules como el mar y la nariz respingada— encantada de conocerte.
—Yo soy Unheil Annael —dijo el tercero todavía mirando a las estrellas, agachó su cabeza y vi sus ojos completamente negros— tengo catorce años y soy el hijo de Godrik.
—Yo soy Sirinna.
—¿Cómo la elfina de los ojos grises? —interrumpió Feuer.
—Si —mostré una sonrisa— soy Sirinna Annael —Unheil se sorprendió— tengo dieciséis años y me gusta el hielo.
—Yo tengo trece —dijo Gabe— y me gusta la naturaleza.
—Yo también tengo trece —dijo Feuer— y puedo invocar el fuego.
—Yo —dijo poniéndose de pie, Unheil, mostrando su verdadera altura, que era unos dedos por encima de mí— controlo las corrientes eléctricas y veo el futuro al igual que mi padre.
Ya entendía todo, el libro, la esfera y la habitación le pertenecían a Godrik y Unheil, seguía sin salir de mi asombro, después de saber que no era la única que controlaba poderes mágicos, entonces pensé en Jor, una leyenda, si tiene fuerza vivirá y una misión al sur. «¿Acaso se trataba de él?».