El Juego del Tiempo - Leyendas de Verano e Invierno 1

63. Ojos Verdes III

El traidor

Solo reía. Y su risa sonaba en todo el terreno mientras nosotros solo podíamos mirar hacia arriba, pues se había ocultado en las nubes. El brazo de Jor estaba cubierto de llamas y parecía muy molesto, no como acostumbraba a estarlo.

—¡Baja! —seguía gritando al cielo y cuando la cabeza del dragón asomó por las nubes todos nos preparamos.

La arena a mi alrededor comenzó a temblar, Sirinna tenía en la mano una pica de hielo, en la otra una espada azul, Shakar había tomado una espada y en la otra mano parecía llevar algún humillo oscuro, torno al Jor mayor un cúmulo de viento lo rodeó, Aleidón llevaba agua en sus manos. Frank había desenvainado una espada larga y semicurva, su hermana llevaba otra que brillaba en rojo, Aeglos llevaba dos hachas y todos nos preparábamos para recibir al Hombre de la Maza, que extrañamente no estaba en el dragón cuando esté pasó y se descubrió por completo.

—¡Apresen al dragón! —ordenó Frank y los ejércitos se posicionaron para hacerlo, logrando así que los otro cuatro bajen, donde finalmente también fueron acorralados.

—No —dijo el hombre y cayó del cielo a sentarse en el dragón.

Desde su posición ventajosa levantó la Maza que pareció crecer y golpeó a los seres que lo aprisionaban junto con su dragón, así empezó a abrirse paso a nosotros.

—Es muy poderoso —dijo Aleidón, con un dejo de desesperación en la voz— pero hay una forma que me enseñaron en la Orden —retrocedía conforme avanzaba el enemigo— yo me colocaré en el centro de una media luna, en los extremos se colocarán los petunes, Alicia y Frank, ambos son seres sin magia, de la misma clase, serán nuestros canales; mí costado estarán los dos Jor, al lado del Maestro estará Ojos Verdes y al lado de Jor estará Sirinna. Shakar al lado de Sirinna y Marte de Ojos Verdes.

Miré a Shakar con preocupación pero el solo tomó mi mano y después levantó mi mentón para posar un tierno beso en mi frente. «¿Y eso?».

—Estaré bien —dijo y se alejó mientras me convertía en un tomate, aunque por lo rojo del clima no era notorio. Nadie se había comportado así conmigo.

Los mencionados empezaban a ordenarse mientras el enemigo avanzaba tumbando a todo soldado. Y en poco tiempo la figura ya estaba formada. De izquierda a derecha se encontraban: Alicia, Marte, yo, el Maestro, Aleidón, Jor, Sirinna, Shakar y Frank. Detrás nuestro se encontraban varios elfos comandados por Aeglos, protegiéndonos y por delante corrían muchos ignanos seguidores del dragón.

Alzaba la tierra aplastando a varios, también los hundía, Sirinna los congelaba y Shakar usó nuevamente sus poderes logrando que los ignanos se ahogaras, Jor los quemaba con mucha facilidad mientras el Maestro los elevaba en el aire, no nos podían tocar.

—¡Quietos! —gritó Aleidón— ¡Manténganse en su posición! ¡Tómense de las manos!

Y así lo hicimos, la presencia del ignano me daba calor, en cambio la del Maestro despedía frío, yo quizás era un punto intermedio. Alicia empezó a sentirse incómoda cuando Aleidón tomó a ambos Jor por las manos y extendió los brazos.

—¡Petunes, estiren las manos y apunten al dragón!

—No sería mejor al hombre... —empecé a decir, pero fue tarde cuando sentí que todo mi poder era jalado por el centro, para que luego pase combinado hacia Alicia que casi desfallece por la cantidad de poder.

Gran cantidad de magia brotó de las manos de la petún, no sabría decir si es que era de todos los colores o no tenía color, simplemente era fascinante cómo podía verse así la magia en un estado puro.

Impactó con el dragón que empezó a retorcerse, tumbó al enemigo y cayó encima de él, entonces hubo un momento de incertidumbre donde toda la batalla paró, Aleidón soltó nuestras manos y conté que todos caímos al suelo, excepto los petunes. Aeglos dio la orden y uno a uno los dragones fueron cayendo, estallando en miles de pedazos.

El mago caminaba hacia el dragón maestro, todavía moribundo cuando hombres encapuchados de negro, vistiendo alguna armadura de tiras de cuero del mismo color se acercaban trayendo el frío. Eran nueve de ellos y todos traían Dagas de Eldoran, como la que había en la casa de Shakar, se acercaban a nosotros.

En el suelo no podía explicar nada de lo que sentía. No escuchaba, y lo que veía era borroso pues a cada tanto perdía la visión, me temblaban los brazos y las piernas mientras sudaba en frío, sentía un vacío en el estómago y aún así ganas de vomitar, mientras me quedaba sin aire, también sentía miedo mientras los hombres encapuchados se dirigían a nosotros, comandados por uno que no llevaba capucha, pero si un cabello muy largo y presentaba dos ojos morados.

Aleidón acabó con el dragón y mientras estallaba tomó su enorme corazón y lo alzó, usando magia pura comprendí que había robado nuestros poderes. «Maldito traidor». El corazón absorbió alguna vitalidad de las otras partes que empezaban a despedirse y pronto conformaba un huevo perfecto, Frank se acercó con Alicia y Aeglos hacia él y un hombre encapuchado fue con ellos, no tardaron en desaparecer dejando un aire frío, al igual que todo su ejército se marchaba en los barcos.




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