El juego infernal

3. Te hice volver a tus miedos

Empujo la puerta de casa con tanta fuerza que resuena cuando entró, mamá pega un brinco por la intromisión, se mantiene sentada en el sillón de la sala con sus lentes puestos con más papeles de su estúpido trabajo. Le tiró el periódico en la mesa siendo la primera página que encuentra, la fe la muerte de papá.

Cada músculo se le tensa y yo no puedo aguantar más las lágrimas y el sentimiento de dolor que me revuelven el estómago.

—¿Lo sabías?

—Tru...

—¡Lo sabías! Maldita sea, sabías que no había sido un accidente o que papá estuviera viejo, ¡fue Kurt! Y no me lo dijiste, nos trajiste aquí de nuevo a pesar de que no quería volver y no tuviste el suficiente coraje de decirme que papá había muerto por mi culpa.

Se apresura a tomarme del brazo, pero me alejo.

—No fue tu culpa Tru.

—Lo es, ¡Soy la maldita víctima de Kurt Lasher que tuvo la mala suerte de sobrevivir de su ataque! Tratas de no pensarlo, pero todos piensan lo mismo ¡Él siempre estará atrás de mí! No importa a donde vaya.

—No es así, la policía lo encontrará. Nosotras volveremos a Canadá, ya no hay nada para volver aquí nunca más, estarás bien.

—¡Mientes! Eres una mentirosa, debí morir esa noche, así papá y tu estarían fuera de esto.

—No, tu padre y yo no hubiéramos resistido tu muerte, la única razón por la que pudimos salir adelante era por todas las ganas de protegerte, de hacer que tuvieras una vida más larga. Escúchame una cosa Trulie, tu padre murió amándote y pensando en ti hasta el final. Por ti, por mi y por su memoria no voy a dejar que nada te pase, así tenga que llevarte por todo el mundo para que no te encuentre.

Me toma las manos temblorosa h deja un beso en ellas, pero las quito y salgo de casa dejando a mamá hecha pedazos, camino por algunas calles, pero la desesperación me gana y corro a buscar a Kurt, necesitaba escuchar lo que había pasado esa noche exactamente, así lo odiaría más y ya no huiría de él.

Entro al cementerio, justo donde había tenido el encuentro con Kurt en la mañana, me estaba volviendo loca, necesitaba malditas respuesta y descaradamente él era quien las tenía.

—¡Se que estás ahí maldita sea! ¡Dame la cara! ¡Dime la puta verdad de lo que hiciste Lasher! —empiezo a gritar para que salga de su escondite— ¡Kurt Lasher sé que estás aquí!

Mis ojos pican hasta llorar de la frustración e ira que tenía en este momento, había demasiados sentimientos y no podía controlar ninguno. Estaba perdiendo la cabeza.

Grito con enojo por todo el cementerio maldiciendo que esto sea mi culpa, mis ojos se nublan por las lágrimas, pero perciben una sombra que sale entre los árboles y tumbas y hace crujir más ramas secas bajo sus zapatos.

—Pequeña Heaven, parece que encontraste la verdad.

—¡Dime cómo pasó!

Después de tanto tiempo logro ver algo fuera del estereotipo que era Kurt, tensa la mandíbula y por un mini segundo desvía la mirada sin querer. Se detiene frente a un metro de mí.

—No te gustará, no he sido gentil.

—¡Dímelo Lasher! Solo dilo...

Sus ojos se clavan en los míos y es como si ambos pudiéramos ver en el alma del otro, en la suya solo hay oscuridad, dolor, destrucción y un enorme vacío de emociones.

KURT

Golpeó el suelo con fuerza, la ansiedad me estaba consumiendo por dentro, había estado conteniéndome por mucho tiempo, necesitaba ¡Matar! Tener sangre escurriendo por mis dedos de nuevo, los gritos que calman las voces en mi cabeza.

Lo tenía en la mira, en esta época del año es cuando peor se encontraba. Su rutina de los últimos años se repetía.

Empezaba con el sujeto acumulando toda su valentía para intentar llamar la a ella por teléfono, fallar en el intento, romper un objeto, lamentarse por ser un cobarde, emborracharse hasta perder la conciencia. Iba en la fase tres.

Lo miro moverse por la casa, con una botella medio llena. Toma su liquido como si lo necesitará para no perder la cordura, empieza a subir las escaleras para el segundo piso, pero cuando toca el sexto escalón lo encaró de frente y mi pie patea su estómago para hacerlo caer rodando. La botella se rompe a pedazos y algunos se le clavan en la piel.

Bajo las escaleras lentamente mientras lo veo tratar de pararse hasta que repara en quien tiene sus pies. La cara se le desfigura en una mueca, se me lanza encima pero su equilibrio es malo y lo lanzó de la camisa hacia el suelo y lo vuelvo a patear haciendo rebotar su cabeza que no tarda en sangrar.

—Ella está muy lejos de ti bastardo.

—Igual que de ti y parece que eso te jode bastante.

—No importa, solo necesito saber que ella nunca volverá a estar cerca de tu maldad. No le he fallado como padre.

—Patético.

Lo tomo del cabello y golpeó su cabeza repetidas veces contra el suelo de madera hasta que se forman grietas en el. Me levanto y voy a la cocina, reviso cajón por cajón. Está mierda parecía estar vacía, logro encontrar entre los cubiertos de plata un cuchillo de punta filosa, lo compruebo al hacerme un pequeño corte en el dedo.

Vuelvo a la sala, el cuerpo ya no estaba donde lo había dejado, pero un rastro de sangre me lleva a los pies de las escaleras donde arrastrándose con todas sus fuerzas intenta subir los escalones, como si eso fuera su salvación.

Me lanzo contra él y le chavo el cuchillo en la espalda, forcejea para quitarme de encima, pero le vuelvo a clavar el filo en la nuca. La sangre cubre el mango del cuchillo y mis manos, las paso por mi cara y percibo el olor fuerte de la sangre, sentirla así de pura enloquecía mis sentidos.




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