El Juego Mortal

Capítulo X: "El mapa de Invierno". (Parte 1)

—La Cabina de la Diversión es una máquina que sale cientos de billones de dólares. Posee una inteligencia artificial tan avanzada que crea por sí misma los niveles del juego, basándose en toda la información que contiene sobre la Tierra, las realidades virtuales y otras civilizaciones.

—No me importa su Cabina —soltó Mariana—. Sólo quiero ver a mi hija.

 

 

En conclusión: nuestra deducción había sido correcta: la Cabina tomaba información de diferentes realidades para crear los niveles. Entonces, a la pregunta que contestamos de forma incompleta en el nivel ocho: ¿Qué era la Cabina de la Diversión? Era una máquina capaz de recrear una situación de forma tan realista que sentíamos que la experiencia era cien por ciento real, convirtiéndolas en un juego macabro.

Ika, Magalí y algunos de los personajes que nos cruzamos en nuestro camino, habían existido. La Sociedad de las Sirenas, también ¿De dónde sacaba esa información la máquina? ¿Acaso venía de otros planetas? Si alguna vez salía de la Cabina, no podría ver al mundo con los mismos ojos.

Si lo lograba.

Si perdíamos tres vidas, (que ya nos habíamos quedado sin dos de ellas) moríamos ¿Por qué? Porque así debía de estar configurada la máquina. Si les servíamos y teníamos suerte, formábamos parte del software de la Cabina (y nos convertíamos en vegetales para siempre). Lo mismo con la relación al tiempo: disponíamos de un año para salir.

—Abril.

Noté que mi cuerpo estaba helado. Me recorrió un escalofrío por la espina dorsal. No me quedó más remedio que abrir los ojos y enfrentarme a un nuevo nivel —y dejar de perder tiempo reflexionando.

Estábamos rodeados de hielo: montañas de nieve, árboles helados y el cielo nublado.

Todos vestíamos abrigos gruesos, gorros de lana y guantes negros.

Yo aún estaba acostada en la nieve, con mi cabello enmarañado hundido en ella. Miré a mi compañero, sin decirle una sola palabra. Jacinto y Nicole se encontraban detrás de él.

—Te encanta empezar los niveles en el suelo —bufó, y me ayudó a ponerme de pie.

—Y vos sos un gruñón.

Sonrió, y pasó su brazo por mi cintura.

—Hace frío, hay que mantenernos cerca —comentó con picardía.

Sus ojos café brillaban tanto, que emanaban calidez en medio del paisaje invernal.

—Qué conveniente —se burló Nicole.

Me ruboricé, pero no solté a Ariel.

Durante un buen rato, sólo escuchamos nuestras pisadas en la nieve.

—¿No dijeron que aparecerían nuestros padres en este nivel? —pregunté. Debía admitir que, en el fondo de mi corazón, soñaba con que mi madre viniera a rescatarme.

—Aún no los veo por ningún lado —comentó Ariel, sacando humo por la boca, ya que su aliento caliente contrastaba con el aire helado.

La puta madre, qué frío que hacía. Tenía los pies y las manos entumecidas por caminar en la nieve.

—A lo mejor tenemos que encontrarlos —agregó mi amigo rubio—. A los Cabineros les encanta jugar con nosotros.

Dicho y hecho:

 

Nivel Diez: Invierno.

Sigan el mapa y las pistas, y encuentren a sus padres.

Sólo tienen 24 horas para hacerlo.

 

En ese instante, se formó un mapa en mis manos. El material parecía de papiro, y las ilustraciones estaban claramente hechas a mano.

—El camino empieza justo después del lago congelado… —empecé a decir.

—Es el que está ahí —Nicole señaló con la mano hacia nuestra izquierda.

A cincuenta metros, podía verse un lago.

—Bien… Después tenemos que seguir por el sendero y pasar por el Bosque Helado hasta llegar a un puente colgante…

—Esperá —me detuvo Ariel—. No ignores la señal de que hay animales salvajes, que no está lejos del Bosque. Y que pasaremos cerca del Lago Calavera.

—No, claro que no —volví la vista al mapa—. Luego veremos las montañas oscuras y finalmente, las torres frías. Supongo que allí nos esperarán nuestros padres.

—Eso parece. En marcha.

Ariel y yo tomamos la delantera, siguiendo el mapa. Jacinto y Nicole iban detrás de nosotros.

—Este nivel es típico de un videojuego —comentó mi ayudante—. Seguir un camino, hallar pistas…

—Ya era hora de que hicieran un nivel “normal” —Ariel hizo las comillas con los dedos.

Nos quedamos en silencio hasta llegar al lago. En el mismo, había un set de herramientas y un cartel que rezaba:

 

<<Para poder continuar, el camino se debe mostrar

Para que éste aparezca, uno de ustedes hará una proeza:

Romper la capa de hielo y sumergirse en el agua




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