El laberinto de Catherine Ross[completa]

Capítulo 3: {El secreto}

No entendía porque, pero Ismael me dijo que tenía que decirme una cosa, en ese momento le dije —¡Venga!, ¿A qué esperas? —pero él me dijo que no era el día, que tenía que esperar a que yo estuviese preparada, que tendría que ir poco a poco, porque podría ser un cambio muy grande en mi vida. Pero me dijo antes de irse, que mi vida iba a cambiar y que tenía que estar lista. El se fue y cerré la puerta lentamente, sin entender qué es lo que me iba a cambiar la vida, pero estaba muy raro, no sabía qué secreto guardaba. En ese momento me fui a mi habitación, me puse el pijama y me fui a dormir.

Al día siguiente me levanté como el día anterior, e hice exactamente lo mismo que todos los días, pero cuando nos fuimos del instituto hacia nuestras casa, yo no pude contenerme más y le pregunté, —¿Qué es lo que tienes que decirme que me va a cambiar la vida? —le pare en seco.

En ese momento él cogió y me dijo... —Esta noche te espero en el descampado de nuestra casa —él vivía al lado mío, y el descampado era donde íbamos a pasar el rato o a desconectar. Le dije que allí estaría, y que hasta que no me contase todo lo que me tenía que decir, no me iba a ir. Las horas esperando a que llegase la noche se me hicieron eternas, no sabía exactamente qué me estaba pasando, me hacía un montón de preguntas porque no entendía nada. Llegó la noche, y bajé al descampado, recuerdo que hacía mucho frió y yo iba hasta arriba de ropa, estaba allí esperando, como siempre él llegó tarde. 

—¿Nos sentamos?, —a lo que yo le afirme con la cabeza, nos sentamos, en ese momento es cuando ya estaba en el nivel máximo de desesperación, porque quería saber lo que estaba pasando. Me cogió las dos manos, y empezó a hablarme —lo que te va a pasar a partir de este momento, te va a cambiar la vida, en el momento que te lo cuente tienes que estar preparada —terminó de hablar.  

—¿Ya está? —le respondí, con la misma cara de cuando había empezado a hablar, —acompañame —añadió él, le acompañe hasta un edificio, ese edificio llevaba abandonado más de cincuenta años. 

Cogi y le acompañé hasta aquel lugar abandonado, recuerdo que nada más entrar tuve un escalofrío que me recorrió toda la espalda, hacía mucho frío, bajamos unas escaleras hasta la planta más baja del lugar. Llegamos a una sala pequeña y en ese momento, se abrió una puerta, con una luz muy poderosa. 

—Cuando estés preparada, entraras —Concluyó él la conversación, se cerró la puerta, pero no era una puerta normal y corriente, era una puerta que se había abierto en medio de esa habitación de la nada y era invisible, me quedé bloqueada y no sabía qué decirle.

—¿Nos vamos? —Dijo Ismael con toda la tranquilidad del mundo. Yo no le dije nada más y nos fuimos.




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