Había llegado a mi casa y había visto a mis padres hundidos, no sabía lo que ocurría, pero era algo grave, se notaba en el ambiente, y más cuando mi padre estaba en mi casa, más pronto de lo normal.
—Siéntate hija —Comentó mi madre, unas palabras que no transmitían nada bueno, me senté en el sofá, al lado de ellos.
—Decirme, ¿que ocurre? —pregunte con miedo.
—Han despedido a tu padre, han habido recortes en la empresa y tu padre ha sido uno de ellos —respondió mi madre de forma muy pesimista.
—Bueno, no pasa nada. seguro que encuentro algo, no os preocupeis que saldremos adelante, mañana me iré a echar curriculums —afirmó mi padre de forma muy positiva, con un discurso tranquilizador donde los hubiese.
—Vamos a cenar, y ya se verá —le quitó hierro al asunto mi madre.
Cenamos y nos fuimos a dormir, yo no tardé mucho en irme a dormir, había sido un día muy largo y complicado, en el que me habían pasado muchas cosas.
Viernes 5 de Febrero. Empieza un día sin saber empezar. Bajo al comedor y el silencio es el mayor ruido que hay, es complicado pronunciar palabra alguna. Desayuné, cogí la mochila, y esta vez pesaba más que nunca, era complicado salir con buena cara de esa casa.
Llegué al instituto e Ismael estaba en la puerta.
—¿Qué te pasa?, tienes mala cara —preguntó Ismael, algo que era obvio por la cara que llevaba.
—Nada, prefiero no hablar del tema, vamos a pasar para dentro —Ya no volvimos a hablar más, prefería el silencio a tener que dar cualquier tipo de explicaciones.
Pasaron las horas y llegó la tarde. Ismael y yo nos fuimos con Raúl a entrenar, estuvimos más de dos horas entrenando, durante esas dos horas no pensé en el problema que tenía en mi casa, porque pensaba que también tenía una gran responsabilidad de lo que podía pasar si regresaba el desconocido.
Cuando terminamos todo recogimos para volver, pero antes de regresar quería hacer una visita, quería ir a ver al chico sin nombre, llegue a donde estaba siempre, pero esta vez no estaba, y me decepcione.
Volvimos a la tierra y me fui a mi casa, estaba mi padre entrando por la puerta, y por el olor, se notaba donde había estado la mayoría del tiempo.
—Hija, bebo para olvidar el problema que tengo encima, no me mires así —se había dado cuenta que le estaba mirando con mala cara.
—Sabes que esa no es la solución —intente responder.
—¿Y cual es la solución?, si no me van a coger en ningún sitio. —dijo con rostro serio y con gran decepción, aquel no era mi padre, era otra persona la que hablaba.
Ya no volvió ha hablar de nada más en esa noche, él se fue a duchar para quitarse el olor y yo me fui a cenar rápido, termine y me metí en mi habitación, no quería volver a encontrarme, era algo que no estaba dispuesta a tragar.