El laberinto de Catherine Ross[completa]

Capítulo 30: {Dia 3}

Estaba sentada en el salón de ceremonias, ya habían varios participantes, estábamos todos esperando a que viniese el encargado para explicar lo que había que hacer, y no se demoró mucho, estábamos ya todos los participantes sentados, había mucho silencio, todos querían saber lo que había que hacer en la prueba.

 En ese momento se abrieron las puertas del fondo y salieron las personas encargadas.

—Buenos días a todos y a todas, ¿preparados y preparados para empezar? —se empezó a reír en ese momento.

—Bueno, la primera prueba consiste en buscar en la isla tres piezas, para ello tendremos un tiempo de cuatro horas, ahora cuando termine la explicación, os pasaremos las pistas, aquellos que no les de tiempo, serán eliminados, y aquellos que por lo que sea digan “me rindo”, también serán eliminados y deberán abandonar la isla. Mucha suerte a todos —concluyó la explicación.

En ese momentos me dieron las pistas. Salió una pantalla al final de la sala con un cronómetro, en él se reflejaba cuatro horas, y en ese preciso instante empezó la cuenta atrás.

—Comienza la prueba —añadió.

Todos salieron corriendo en busca de las tres piezas, yo mire la primera pista, en ella decía:

—“El ojo que todo lo ve, desde él se puede ver el amanecer, y también se puede apreciar el atardecer, aquel lugar enterrado, donde podrías quedarte encerrado.”

En ese momento se me paralizó el cuerpo, no tenía muy claro la pista. Pensé en una montaña, y salí al exterior de aquel hotel en busca de poder lograr ver una montaña, di un giro de tres ciento sesenta grados, pero no había ninguna montaña alrededor, en ese momento vi el reloj y ya quedaba algo menos de tres horas y cuarenta y cinco minutos.

Me puse a andar, con la esperanza de encontrar aquella pista, la primera pieza para completar el primer puzzle, de no ser así, quedaría eliminada. Eso era algo que pesaba muchísimo, y me daba mucho miedo, tenía miedo al fracaso, y era algo que no estaba dispuesta a soportar.

Andaba por los recovecos de aquellos árboles de dicha Isla, pero no hacía otra cosa que ver arboles, incluso no veia a las personas, estaba yo sola, ademas sentia que estaba vigilada, 

Me dispuse a caminar por los pequeños caminos, el silencio entre árboles era lo único que se podía escuchar, en ese momento empiezo a escuchar algo diferente, a lo lejos, muy lejos.

—Es una isla —dije en voz alta.

Avance hasta la orilla, llegué y empecé a observar, pero no veía nada, solo agua y arena, y detrás mía se encontraba aquel bosque de donde había salido.

En ese momento pude apreciar un brillo, que conforme me acercaba se hacía más grande. Era una nota, —¡una prueba!, —dije yo en voz alta a la nada, ya que cerca no se encontraba nadie.

Era una nota en la que decía que “la siguiente pista se encontraba al final de una caída con corriente”.




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