El laberinto de Catherine Ross[completa]

Capítulo 31: {Día 4}

En ese momento noté en la espalda un empujón muy fuerte, tanto, que llegue a caer al suelo, gire la cabeza hacia el lado donde había visto una sombra moverse rápidamente, pero solo pude contemplar una sombra alejarse rápidamente.

En ese momento me arme de la fuerza que en muchas ocasiones a lo largo de mi vida me había hecho falta, fui tras la pista buscando algo que lo pudiese relacionar, y lo llegue a escuchar a lo lejos, era el ruido de una pequeña cascado, me adentre en el bosque y llegué hasta la cascada y perseguí la dirección de aquel río, hasta que llegó un momento en el que ocurrió algo extraño, algo que nunca había visto.

El río tenía dos corrientes que se encontraban en una dirección, eso nunca lo había visto, siempre había visto que los ríos tienen principio y fin, pero el final nunca podía estar antes de tiempo. Quizás el río me estaba dando un mensaje en forma de filosofía, queriéndome decir que el final de la vida se puede encontrar antes de tiempo.

Me fije en el punto que unía las dos corrientes y allí volví a ver el mismo brillo que estaba en aquella playa. Recogí la pista con mi mano llenas de agua, leí la pista en la que decía que ahora me tenía que guiar por mi instinto para encontrar de nuevo el hotel, además al lado se encontraba un reloj en el que marcaba solamente una hora.

Empecé a correr de nuevo por aquellos bosques, pasaron los minutos, pero no encontraba aquel hotel, aunque me subiese a los árboles no se podía apreciar. Baje la mirada un segundo en busca de algo de aliento, en ese momento escuche una voz familiar.

—¿Quieres agua?, —era Héctor, iba con sus dos hermanos.

—Si, —le conteste yo que llevaba la boca seca.

—¿Sabeis hacia que dirección esta el hotel?, —le pregunté, esperando a que me dijese donde estaba el hotel.

—No, estamos igual que tu, llevamos media hora buscándolo, estoy buscando también algunas marcas que había hecho en los árboles para llegar más rápido y saber dónde está, pero no encuentro esos árboles tampoco, —me respondió con rostro serio, y desorientado.

En ese momento el ruido de un helicóptero se escuchó a lo lejos, cada vez era más intento, hasta que se puso encima nuestra, en ese preciso instante salió una escalera que llegaba al suelo, mire arriba y allí estaba Ismael.

—¡Subir!, —dijo gritando, llegamos hasta arriba.

En ese momento el helicóptero empezó a moverse y Hector y yo empezamos a mirar con rostro de preocupación, porque no veíamos el hotel, observábamos la isla entera de una costa a otra, pero el hotel no estaba.

—¿Qué os pasa?, —preguntó Ismael con rostro de extrañeza.

—¡El hotel no está!, —dijeron en ese momento Gabriel y Paula.

—¿Cómo no va a estar? —dijo Ismael sorprendido.

—No, no está el hotel y teníamos todas nuestras cosas dentro —dijimos Hector y yo incrédulos ante lo ocurrido.

—Lo mejor es que estáis bien, porque investigue y me di cuenta de que el concurso lo había creado una persona que ha utilizado exactamente el mismo ordenador que el dichoso desconocido —explicó Ismael.

—Es decir que el desconocido estaba detrás de todo esto —resumi lo que había explicado Ismael.

—Sí —Afirmó Ismael. —Genial —concluyó con una medio sonrisa irónica.

—¿Que desconocido?, ¿se puede saber qué está pasando aquí?, ahora me lo explicais todo —Preguntó Hector nervioso y con curiosidad.

—Ahora cuando lleguemos te lo explico todo —Terminó Ismael mientras el helicóptero estaba llegando al aeropuerto.

Y al mismo tiempo, la sombra del desconocido lleno de televisiones con cámaras decía.

—Ismael es demasiado listo, tenemos que terminar con él, nos va a costar más de lo que podía pensar —Finalizó la voz del desconocido de hablar.




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