El laberinto de Catherine Ross[completa]

Capítulo 44: {Celos}

Estaba yo en mi habitación y me encontré un mensaje en el móvil, para nada esperaba encontrarme un mensaje así.

Enrique: Veo que te lo pasas muy bien con tu amiguito, mejor es que lo dejemos, no quiero estar con una persona que prefiera estar haciendo jueguecitos antes que conmigo, adiós {19:42}

Era ya tarde, él me había bloqueado y no tenía forma de contactar con él ya que me encontraba en la tierra.

Al día siguiente decidí ir después de la escuela en su búsqueda, quería darle una explicación aunque en el fondo sabía que yo no había hecho nada malo.

Llegue a su casa y allí se encontraba él, se le veía dolido.

—Hola Enrique —tenía los ojos llorosos se le veía afectado y con la mirada perdida.

—Hola Catherine, ¿Cómo te encuentras? —me pregunto con la voz entrecortada y nerviosa.

—He tenido días mejores, y no entiendo porque te pusiste así conmigo anoche —me puse en modo ataque.

—Si te soy sincero yo tampoco lo sé, me equivoqué, te pido perdón, lo siento mucho, para recompensar te  he hecho un regalo —me lo dijo mientras se secaba las lágrimas con la manga y me daba una caja mediana.

Le vi afectado, y en la mirada se notaba que estaba dolido y arrepentido.

—Vale, te perdono, vamos hacer como que no ha pasado nada, pero no quiero que vuelvas a ponerte así, ¿De acuerdo? —le pregunté para que me hiciera la promesa de que esos celos no iban a volver a salir.

—Esta bien, te lo prometo —me dijo con mirada de reafirmación.

—¿Y ahora que hacemos? —me pregunto él.

—Podemos ir a dar una vuelta, que yo no conozco esta zona, ¿conoces algunos recreativos? —le pregunté para decidir algún plan.

—Conozco los mejores recreativos que hayas visto jamas —me comentó con tono chulesco.

—Pues vamos allá, le cogí la mano y nos fuimos. Llegamos a aquel lugar y para ser sincera si que eran los mejores recreativos que había visto jamás.

Empezamos a jugar a reirnos y pasarlo bien, la verdad es que cuando estaba con él me lo pasaba muy bien, no existe límite ni hora de irse de aquel lugar. Pero la hora llegó y se hizo de noche, nos tuvimos que marchar.

Llegamos a mi apartamento y me volvió a coger de la cintura, era algo que hacía que me encantaba, me dio un beso y se fue, lo último que me dijo fue que me hablaba luego, me quedé embobada, subí al apartamento.

Allí estaba Ismael vigilando al detalle todo lo que grababa durante todo el día las cámaras, para ver si encontraba a la persona que portara el libro Xia.

—¿Has podido ver algo? —le pregunté a Ismael, que se encontraba ya con los ojos rojos de ver las cámaras.

—Nada de nada, pero sigo pensando que todo esto es muy raro, pero es una pista y nos va a ayudar —me respondió.

—¿Quieres que me quede yo ahora? —le pregunté de nuevo.

—No, tu vete a casa que estará tu madre esperandote, yo he traído a unos amigos que me van a echar una mano.

Yo les mire y no me podia creer quienes eran. 




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