El laberinto de Catherine Ross[completa]

Capítulo 66: {La llamada}

—¿Qué es lo que sucede? —preguntó Enrique que había escuchado parte de la llamada.
—Nada, que Ismael ha encontrado una pista muy importante para un juego que tenemos.
—Ah vale —no sé si llegó a creérselo, pero necesitaba que lo hiciera.
—¿Bueno, y que has estado haciendo esta tarde, hasta que has respondido? —la pregunto era controladora, pero aun asi decidi contestarle.
—Enrique, no me puedes controlar de esa forma, pero estuve entrenando un buen rato, necesitaba sacar todo lo que llevaba dentro —le di dos respuestas en una.
—Esta bien, me sirve esa respuesta, si te ha valido la mía —cada vez se le veia mas sonriente.
—¿Y que haces en ese entrenamiento? —Enrique parecía estar muy intrigado.
—Pues hago fuerza, mentalidad, puntería, un poco de todo para estar preparada para lo que pueda pasar —no puedo negar que cuando estaba delante me saliese una media sonrisa y se me escapase demasiada información.
—Me ha hecho gracia lo de la puntería, ¿en que consiste eso? —parecía que quería saber lo que hacía, eso decía mucho de él porque quería saber más cosas de mi.
—Pues consiste en disparar con esta pistola —me saque la pistola de la mochila —y vas apuntando, pero esto no es una pistola cualquiera, lo único que hace es dormir a la gente de alrededor, no sirve para matar —él miró la pistola y empezó a reírse.
—¿Y de dónde la has sacado? —me puso la mano por encima de mi hombro y me acerco un poco a él.
—Me lo dio el entrenador, pero cuando termine el entrenamiento se la tengo que devolver —le explique, pero quería cambiar de conversación porque no quería que se me escapase nada.
—¿Qué quieres saber más antes de que cambiemos de tema? —quería zanjar eso de una vez.
—¿A donde vas siempre con Ismael y con el otro? —de nuevo estaba él con su inseguridad.
—Ya te lo he dicho varias veces, son cosas de instituto, y el otro tiene nombre —no me hacía ninguna gracia esa forma de hablar.
—Llevas razón, lo siento de nuevo, te tengo una sorpresa preparada —parecía que cada vez que sacaba los celos o la inseguridad tuviese un regalo para arreglarlo.
Mientras en la casa de Hector Ismael se encontraba viendo las imágenes, las cámaras habían detectado a una persona llevando el libro.
—No puede ser, es él, todo este tiempo ha estado al lado nuestra, tengo que avisar a Catherine corriendo —Ismael tenía las manos en la cabeza.
Pero yo no escuchaba el teléfono, Enrique me estaba llevando hasta lo más alto de la montaña, en ese momento sacó un colgante de su mochila y me lo puso en mi cuello.
—Te queda precioso —me miraba con una media sonrisa.
—¿Puedo probar a disparar al aire con tu pistola?, siempre he querido disparar con una pistola de verdad —Enrique la sacó y empezó a apuntar al árbol, pegó un disparo.
—Vale ya esta, que no puedes ir disparando asi sin mas —en ese momento cogió y me apunto directamente a mi, y pulso el gatillo sin ningún miramiento, en ese momento la bala me dio de lleno en la pierna, todo se disolvía, y estaba empezando a marearme.
—Adios Catherine —Enrique se acercó a mí y antes de yo cerrar los ojos guardó la pistola.

 




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