“Hola Catherine, seguramente estés sorprendida por el motivo de la carta, soy Ismael, te escribo esta carta porque el director definitivamente no me deja continuar con todo esto, siento tener que decírtelo así, pero me ha prohibido también ir a verte, así que supongo que esto es un adios, ojala que puedas lograr cumplir la misión, no tengo ninguna duda de que así será, porque eres capaz de conseguir todo esto y mucho más, atentamente tu amigo y protector Ismael 52.351.452.352”
La carta me dejó helada, no me esperaba tener que despedirme de esa manera de Ismael, era una carta preciosa, pero la carta llevaba algo oculto, una serie de números al final que no sabía muy bien lo que significaba, hasta que di con la tecla.
—Son coordenadas —dije en voz alta en la soledad de mi habitación, mientras abría el portatil y escribia el número en el mapa para que me saliese el lugar indicado.
El lugar era el descampado, y fui directamente a pesar de que quizás era una trama, pero no era así, al llegar estaba Ismael esperándome, fui corriendo a abrazarla.
—Pero ¿cómo lo has hecho para convencer al director? —tenía intriga para averiguar cómo lo había hecho.
—Es que no lo he hecho, el director se piensa que te he escrito la carta para despedirme de ti, y así fue, la escribí y se la enseñe, pero antes de cerrarla y llevarla a mandar puse las coordenadas para que vinieses aquí, y parece que ha funcionado y bien rapido la verdad, llevo poco tiempo esperando, a partir de ahora tenemos que hacer la misión por nuestra cuenta, sin que se entere el director, porque si se entera no sé lo que puede ocurrir —tenía muchas cosas que contarme.
—Esta bien, llevaremos más cuidado a partir de ahora, pero ¿que vas hacer con el instituto?, la gente no para de preguntarme si vas a venir o te lo vas a dejar, así llevan ya varios días —no sabía lo que iba a ocurrir.
—Con el instituto es fácil, a partir de mañana vuelvo, aquí en la tierra no me tengo que esconder, el director no controla esto, así que una cosa menos —todo iba sobre ruedas, no había nada que fuese mal.
—¿Y Hector como esta? —no sabía nada de él también desde el día que me vine y lo dejamos en su casa.
—Pues Hector esta bien, ya he hablado con él y sabe que a partir de ahora somos nosotros tres solos y que tenemos que llevar cuidado.
—De maravilla, tengo ya ganas de ir y empezar otra vez con todo —quería ir ya.
—Necesito que te pongas esta pulsera —me puso en mi muñeca una pulsera de color negro, parecia un reloj pero no ponia la hora.
—Con esta pulsera activas el portal, para irnos de un sitio a otro, el director los tiene cerrados, pero con esto se pueden abrir durante un rato.
—Por eso cuando fui el otro día estaba cerrado —saque la conclusión yo sola.
—Exactamente, igual que al principio, cuando aún no sabías nada, el director sabía que irías a ver si estaba la puerta y lo cerró, pero con esto se abre —me enseñó su pulsera.