El laberinto de Catherine Ross[completa]

Capítulo 95

—Buenos días mi nombre es Catherine —me dirigí directamente al policía que estaba en el mostrador.

—¿En que puedo ayudaros? —el hombre llamado Marcos se inclinó hacia nosotros.

—Necesitamos saber la información de un edificio que tenéis aquí cerca a unas cuantas manzanas, es un edificio abandonado y lo necesitamos para hacer un trabajo en el instituto —era la excusa perfecta.

—Pero eso os podéis ir a Internet, allí seguro que aparece toda la información —el policía parecía no estar dispuesto a darnos dicha información.

—Ya hemos buscado pero la que hemos encontrado no es suficiente —no teníamos muchas más balas en la recamara.

—Bueno, decirme el nombre del edificio —el hombre se sentó en el ordenador que tenía justo detrás.

—¡Cristal! —le dijimos simultáneamente, el hombre se quedó asombrado de nuestras ganas de saberlo.

—¿Para que queríais la información? —el hombre volvió a preguntarnos pero le dimos la misma respuesta —mirar el expediente de ese edificio está clasificado, no puedo daros ninguna información —la respuesta no nos valía.

—¿Y no nos puedes dar ningún nombre de nadie que viviese allí? —solo con un nombre era suficiente para pasar al siguiente punto.

—Mirar, no puedo, pero aquí os he apuntado una dirección donde podéis ir a preguntar —nos dio un papel a escondidas  en el que ponía un nombre de una calle con su número, le dimos las gracias y nos marchamos directamente a esa casa.

Tocamos la puerta de aquella dirección, no sabíamos a quién nos íbamos a encontrar tras ella o si iba a salir alguien.

—¿Quién es? —preguntó una voz de un hombre mayor, no sabría decir la edad con la voz pero estaba claro que se trataba de una persona de más de sesenta años.

—Venimos a preguntar una cosa del edificio Cristal —le dije amablemente mientras sujetaba el papel en la mano y volvió a comprobar que era esa la dirección.

—Aquí no se os ha perdido nada, mejor que no preguntéis —nos dijo con desprecio.

—Venimos hacer una investigación, es de vital importancia acceder a ella para comprobar la verdad de lo sucedido con el derrumbamiento —me cortó Ismael y tomó él la palabra.

—¿Cómo sabéis lo que sucedió? —el hombre tras la puerta se quedó sorprendido y enseguida nos abrió la puerta, era un hombre que iba con bastón, con el pelo corto y con un ojo con estrabismo.

—Pasar —el hombre parecía haber cambiado de opinión. La gente mayor parecía siempre utilizar los mismos mecanismos, nos sentamos en su salón, el hombre se metió a su cocina y amablemente nos sacó un vaso de agua.

—¿Qué es lo ocurrio aquel día? —estaba claro que el hombre sabía algo.

—Yo vivía en aquel edificio, la verdad es que ese montón de escombros en forma de edificio ya estaba más viejo que yo, era navidad y por suerte todo el mundo que vivía en aquel edificio se fue con sus familias, incluido yo —el hombre se detuvo un segundo y tomó un poco de agua.




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