Nos encontrábamos llegando en el coche, parecía un funeral, nadie hablaba y todos estabamos asustados, no sabíamos a quien nos íbamos a encontrar allí y mucho menos el que.
Llegamos hasta la orilla, allí estaba la barca que Hector utilizaba para ir de un lugar a otro.
—Mirar allí al final —Hector señaló la isla, a lo lejos se veía una enorme luz en la mitad de la misma.
—Está claro que algo está ocurriendo allí, vamos allá —los tres nos montamos en la barca.
—Pase lo que pase chicos, lo hemos hecho genial —Ismael quería mandar un mensaje motivador, los tres unimos las manos y llegamos hasta la orilla, nadie nos estaba esperando, pero era cuestión de tiempo que lo hicieran, lo que no me esperaba era lo que iba a ocurrir.
—Hector, tú te quedas aquí —Ismael quería dejar fuera de todo esto a Hector.
—Ni hablar, yo voy a entrar, no os voy a dejar solos—Hector no quería hacerle caso.
—Hector necesito que te quedes fuera, por si ocurre algo que tengamos un plan b, además no quiero poner más vidas en peligro, con las nuestras ya son suficientes —Ismael volvió a insistir.
—Déjame a mi Ismael, ve avanzando yo te cojo —me quedé a solas con él.
—No voy a dejarte sola, yo entro contigo —Hector tenía cara de enfado.
—Por Favor, hazme caso, necesito que te quedes aquí, nos volveremos a ver, ya lo veras, te lo prometo —en ese preciso instante le agarre la mano, cerré los ojos y lentamente me acerque a él, hasta que lo bese, en ese momento todo lo que estabamos viviendo se desvaneció, y por un momento solo estabamos él y yo, con el unico sonido de las olas a fondo.
—No puedo perderte Catherine, ante cualquier cosa no dudare en entrar, no puedo perderte Catherine —Hector se me quedó mirando y de nuevo me beso, después de eso ya decidí coger a Ismael, estaba unos metros por delante mirando todo.
—Mira allí hay una puerta —Ismael señaló una puerta en la que salía luz blanca alrededor, decidimos entrar, yo mire por una última vez a Hector y me metí.
La puerta al entrar se cerró, solo veía espejos, muchos espejos entrelazados.
—¿Qué es esto Ismael? —le pregunté mientras miraba y todos los espejos, todos ellos puestos de esa forma hacían de aquella zona una zona enorme.
—Creo que tenemos que ir tocandolos y moviéndonos hasta encontrar una salida. —Ismael iba lentamente para equivocarse.
—¿Como un laberinto? —le pregunté mientras veía lo que hacía.
—Si, mas o menos, es el laberinto de Catherine Ross, tenemos que ir moviéndonos.
Yo iba detrás de él, podia verme repetida mil veces en aquellas pareces.
—No vamos a encontrar la salida nunca —llevábamos ya varios minutos y parecía que seguíamos en el mismo lugar.
—Hay que fijarse en el lugar donde no haya reflejo, esas son las puertas, no es exactamente un laberinto, pero es un camino, no puede hacer un laberinto con espejos, porque no podría crear las realidades que hay, hay que mirar los seis espejos y ver donde no hay reflejo —y así hicimos con cada puerta a la que entramos.