—Ismael llevamos así ya media hora, no deberíamos haber entrado aquí, ni siquiera sabemos si tiene esto salida, tenemos que dar la vuelta —ya había perdido la esperanza, y solo estaba deseando salir de aquel lugar.
—Ya queda poco, cada vez se oye menos las olas del mar, eso es que estamos más cerca del centro de la isla —Ismael quería ser positivo, pero no sabíamos ninguno de los dos hacia dónde nos dirigimos, éramos como una brújula en el desierto.
En ese momento decidí adelantarme, ya estaba cansada de tener que ir lento para buscar la salida, Ismael iba siguiendo comprobando cada movimiento que hacía.
Cuando quise darme cuenta no habia nadie detras mia, volví para buscarlo pero Ismael no estaba, parecía que se había dado la vuelta o que se había marchado por otro lado, pero decidí armarme de valor y continuar con mi objetivo, a lo lejos aviste una puerta, al otro lado ya no había más espejos y fui tras ella.
Al entrar en esa puerta esta se cerró, estaba todo lleno de arbustos, había tres caminos, uno a la izquierda, otro hacia delante y otro a la derecha.
—Venga ya, salgo de uno y me meto en otro —lo dije en voz alta pero en ese momento estaba yo sola, no estaba con nadie mas, Ismael estaba perdido y Hector se encontraba fuera.
Decidí continuar recto, no sabía si era la mejor opción, pero no me quedaba otra, iba andando por los caminos, girando por lugares a la azar en busca de algo que no sabía si iba a encontrar, parecía que aquel laberinto no tenía salida.
Sabía que si me rendía no encontraría la salida nunca, y podia ser el fin de todo, segui, y segui durante más de una hora, girando y girando sin ningún sentido. A veces corriendo y otras andando lentamente, hasta que gire, y pude ver al final del mismo un edificio, fue en esa misma dirección. Por fin había podido salir de ese dichoso lugar, después de casi dos horas ya estaba fuera, pero me preocupaba que Ismael no estuviese conmigo, debía de afrontarlo esta vez yo sola, solo deseaba que estuviese bien.
Avance hasta la puerta del mismo, no se escuchaba a nadie, estaba lleno de luces y mucha luz por el mismo. Me fui escondiendo para que nadie me cogiera, subiendo lentamente por las escaleras que me iba encontrando, y en silencio para apreciar cualquier sonido, llegue hasta la última planta, ya no había más.
En ese momento al final del pasillo escuche una voz.
—Ya está todo listo señor —era una voz que nunca la había escuchado, pero se lo decía a alguien y le llamaba señor, lo que todo apuntaba a que el desconocido estaba allí.
De repente escuché que esa misma persona se acercaba, decidí esconderme en una sala que había a mi espalda, la sala estaba oscura y parecía vacía, solo deseaba que esa sala no fuese una trampa.