—Hoy 14 de Junio de 2016, despedimos a uno de nuestros hermanos, un amigo y una gran persona, se nos ha ido antes de la cuenta, de la forma más trágica posible, nadie desea lo que ha ocurrido, pero ha pasado, e Ismael sólo le gustaría que le recordamos como la persona que era, y allí donde esté seguro que le gustaría vernos feliz, por eso mismo hoy no es un día triste, sino todo lo contrario, por Ismael —me encontraba en una de las sillas al lado de su familia, de la despedida, todos estabamos afectados, familiares, amigos y personas que lo conocían.
Yo iba con muletas, apenas podia moverme, la herida todavía estaba presente, pero en un día como hoy quería estar más presente que nunca.
Fue hasta donde se encontraba el ataúd y me despedí de él.
—Gracias por cuidarme y protegerme siempre, y por salvarme mas de una vez, ojala pudieras estar aquí y ver que le ganamos la partida —estaba hablando sola, pero si había un lugar donde me escuchase, deseaba que lo hiciera, y que viese que solo tenía buenas palabras para él.
Al poco rato me marché a mi casa, estaba cansada después de todo lo que me había pasado y necesitaba dormir, allí guarde en el cajón el periodico con la noticia que confirmaba la muerte de Ismael, porque todavía no me lo creía.
Me eche a dormir, dormí más de catorce horas seguidas, al dia siguiente me desperté, era pronto todavía, las siete de la mañana, pero tenia frio y me eche una manta que tenía en la otra parte de la habitación, pero al levantarme no tenía las muletas, empecé a mirar a todos los lados pero no estaban.
Y tampoco me dolía la pierna, me subí el pantalón y no había rastro de la herida, en ese momento me imagine que algo raro estaba ocurriendo.
Baje al salón, desorientada, rara, y en ese momento mire el calendario.
—25 de Enero de 2016, pero no puede ser, pero si ayer era 14 de Junio de este mismo año —me eché las manos a la cabeza y empecé a hablar sola, en ese momento salió mi madre de la habitación.
—¿Qué ocurre Catherine? —mi madre se había resaltado.
—Mamá, ¿que día es hoy? —la mire confundida.
—Hoy es veinticuatro o veinticinco de Enero, ¿por?, ¿te pasa algo, estás muy rara? —Mi madre se estaba empezando a preocupar.
—¿E Ismael? —Si hubiera vuelto al pasado quizás él estuviese vivo.
—¿Qué Ismael?, ¿quién es Ismael? —mi madre parecía no conocerlo.
—Ismael Mama, mi amigo —no paraba de dar vueltas en la cocina.
—Cariño tú no tienes ningún amigo que se llame Ismael, te has dado un golpe —mi madre había entrado a su habitación para despertar a mi padre.
—¿Qué ocurre con Catherine? —mi padre también estaba despierto.
—¿Y mi herida del pie? —le pregunté si sabía algo.
—Catherine tú nunca has tenido ninguna herida, me estás empezando a preocupar, lo habrás soñado.