En un mundo de colores y hermandad,
donde la igualdad se alza en su verdad,
se tiende la mano sin distinción,
en pos de un amor sin discriminación.
Como notas en un pentagrama sin fin,
cada ser humano es único y esencial,
debemos respetarnos, sin más añadir,
pues en la diversidad hallamos el ideal.
Hombres y mujeres de todas las razas,
desde el amanecer hasta el ocaso,
son hilos que tejen la gran armonía,
donde la igualdad es nuestra melodía.
Olvidemos la indiferencia y el rencor,
abracemos la tolerancia y el amor,
dando paso a la diversidad de razones,
donde se encuentran las mejore soluciones.
No juzguemos por el color de la piel,
tampoco por la religión o el papel,
cada ser humano es un universo en sí,
merece respeto y equidad en su vivir.
Que la igualdad navegue en cada mente,
que el respeto sea la bandera presente,
en cada palabra, acción y pensamiento,
busquemos la justicia en todo momento.
La igualdad nos une como seres humanos,
nos eleva sobre los prejuicios vanos,
porque en la equidad encontramos paz,
y construimos un mundo lleno de verdad.
Así, en este gran lienzo de humanidad,
donde cada pincelada es una vida que contar,
tejamos un poema de igualdad infinita,
donde sepamos respetarnos y vivir en armonía.