El lado oscuro de la Luna

Capítulo 18

 

No sé si amarte es bueno, no amarte es mucho peor

 

Muchos dicen que hay un momento exacto en el que sabes que tu vida ha cambiado, Daniel pensaba que era así, pero no del todo, él creía que había más de un momento, pero solo una persona. Una persona que puede llegar, estar, coexistir y de pronto, un día, al mirar sus ojos, sabes que es la persona de tu vida. Layla era ambos, era la persona que había revolucionado sus creencias, sus emociones, sus decisiones… su vida. Y eran también la que había ocasionado los momentos de cambio, una vez hace ocho años y de nuevo en la actualidad… había llegado con sus lindos ojos tormentosos a hacer diluviar en su desierto, había logrado que miles de imposibles casualidades se volviesen una realidad.

Y eso le aterrorizaba, porque su constante pensamiento era lo poco que él merecía aquello, lo mucho que se auto engañaba haciéndose el tonto, haciendo como que ninguno de sus sentimientos era real.

Y como cereza en pastel, la tenía en frente, diciéndole con claridad lo que él era muy cobarde para al menos admitirse a sí mismo, mirándola ser tan decidida, valiente y directa la admiraba más que nunca y la merecía cada vez menos.

Acababa de ver nuevamente a Lía y se había sorprendido tanto de lo mucho que ella estaba creciendo, le recordó como la niña de coletas desordenadas y sonrisa juguetona que siempre era la primera en correr fuera del aula en cuanto la campana anunciaba el receso.

Y se estaba enterando de que gracias a ella había conocido a Layla por primera vez, quizá, si fuese prudente le agradecería, pero la verdad es que de esa historia del pasado no podía agradecer mucho. Quería saber más, definitivamente ahora se moría por saber la historia completa, pero la mirada de Layla le hizo saber que el tema la hacía recordar a su madre y como aquello era una fibra sensible, él lo dejó pasar.

—Bueno, otro día podemos hablar sobre eso —había dicho él.

—Claro —Layla asintió, antes de soltar la bomba sin aviso alguno: — Debo dejar el caso

—¿Qué? ¿Porqué? Demian siempre dice que eres la mejor, un divorcio no es nada para ti... —dijo él, quebrándose la cabeza por decir algo que sonase convincente, queriendo retrasar un poco más lo inevitable.

Lo que pasaba entre ellos no era fácil de ignorar, no habiendo un conocimiento de respaldo, es como… como volver a probar tu comida favorita, sabes lo que sentirá tu boca estremeciéndose con el sabor, sabes lo que sentirá tu alma… así era, era un sentimiento conocido, distinto en muchas maneras, pero dirigido hacia la misma persona del pasado.

—No tiene que ver conmigo y mis capacidades, más bien no puedo hacerlo si estoy involucrada más allá de lo necesario con la contraparte, sinceramente, para este punto me parece extraño que Marianne no haya dicho nada a Demian, pero yo no quiero seguir haciendo esto —confesó, mirándolo como si todo eso fuese un problema evidente y probablemente era más que eso, pero Daniel Luna se estaba esforzando en ignorar aquello.

—Layla... no, no hagas eso por mí, no debes, no hay nada aquí, solo somos amigos...

Mentira, es mentira, mentira, mentira, mentira… Se estaba mintiendo, estaba tratando de mentirle.

—Creo que sabes que no es así... sabes que aquí no hay sólo una amistad

—Bueno, sí que tenemos un pasado y eso, pero no tiene por qué interferir...

—Sabes que no me refiero a eso

—Somos amigos —repitió él, como si aquello fuese lo único que supiera decir, Layla lo miró con desagrado evidente que lo hizo sentirse idiota.

—¿Por qué vienes a verme a las diez de la mañana un domingo? Yo no soy tu abogada, llevo el caso de tu esposa, no tendrías nada que hacer aquí... —negarle que estaba en lo correcto sería estúpido, porque la única motivación que había tenido él para ir a buscarla había sido verla, saber cómo lucía su versión madura al despertar, sin embargo, estaba seguro de que aquello no estaba bien y estaba completamente empecinado en evitar que pasara.

—Layla...

—Creo que no estás listo para tener esta conversación y te daré tiempo para que lo estés —le dijo ella y se puso de pie, caminó hasta su puerta, en una evidente invitación a que se fuera.

Daniel Luna pasó largos tragos de saliva, intentando deshacerse del nudo en su garganta, de los nervios y la estúpida necesidad de ser moralmente correcto, una moral que no le había llevado a nada, que lo había distanciado de su gran amor por una diferencia de edad en la que ella era casi una niña, una moral que lo había hecho sentar cabeza y tratar de olvidar todo lo que amaba empeñándose en amar lo contrario y ahora estaba ahí, frente a quien podría amar a pesar de tener todo lo que odiaba...

Frente a la persona de su vida, dejando en claro sentimientos para los que él, tal como ella había dicho; no estaba listo.

En vista de su lamentable realidad, salió del apartamento sin decir ni una sola palabra.

Solo pensaba en la arrasadora sensación que lo rodeaba:

No sé si amarte es bueno, pero no amarte es mucho peor... A esto se reducía todo.

El resto del día la amarga sensación lo persiguió, haciéndolo volverse silencioso e introspectivo, a ese punto de su vida, era fácil tener claro lo que lo ocasionaba; el deseo de ser todo lo que no estaba siendo, el deseo de que un chasquido fuese suficiente para cambiar todo lo que estaba mal.




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