SALVATORE.
Victoria sigue de largo cuando el hombre le habla. Daniel queda sorprendido, tal vez por lo que le dice Victoria al hombre. Genuinamente, no me trago la mentira de que simplemente sea la hacker de Edgardo; esconde mucho más.
Daniel se engancha a mí como un pájaro.
—Entra a la casa y ve a la sala. Te encontrarás con alguien más, y no es un juego —dice. Por el tono de su voz, parece temerle a la persona que está dentro.
Asiento y hago que me suelte. Recorro el camino que me falta para llegar a la sala; la risa de un niño pequeño se escucha. Risas femeninas también me llenan los oídos.
Al entrar, alguien grita el estúpido apodo que me tiene Baek. Se engancha a mi pierna derecha.
—Pensé que estarían en Italia para la pasarela que tenías esta noche —digo mientras voy arrastrando la pierna para sentarme frente a ella.
—Sí, bueno, yo también lo pensé. Pero me avisaron ayer que el evento se retrasó dos meses; una de las modelos rasgó un vestido —sonríe inocente mientras bate sus pestañas frente a mí.
Por otra parte, Daniel está sentado junto a la mismísima Anna Rossetti. Diseñadora, gerente de una de las empresas más grandes de Dinamarca y, por último, jefa de la mafia de Brasil.
—Un gusto volver a verla, señorita Rossetti —asiento en su dirección.
—Igualmente, señor De'angelo.
El sonido familiar de mi teléfono llama mi atención. Me disculpo para atender la llamada y me dirijo al jardín delantero.
—Señor, usted tenía razón. Ella no es una simple mujer que fue adoptada por la familia Montenegro. Un contacto dentro de la G.A.E conoce la historia completa; su mano derecha tiene el informe.
—Perfecto. Cuando tengas la historia completa, avísame.
—Sí, señor.
Corto la llamada y avisto un poco más allá. Se ve vasto el bosque, pero algo me hace desconfiar de lo que se puede esconder más allá.
VICTORIA.
—¡Tía!
El grito me despierta. Siento un peso en mi pierna aún con los ojos cerrados y lo ayudo a subir.
—Lamento que entrara así. Cuando Daniel mencionó tu nombre, no quiso esperar —la voz de Anna me llega desde algún lugar, al igual que algunos balbuceos.
Abro los ojos a medida que me voy sentando en la cama. Si está aquí Baek, quiere decir que Hyun también lo está. Anna se ve distinta; creo que algo sabe. La invito a sentarse.
—Pequeño Baek, ve con mamá y conduce la hasta mi habitación.
—¿Es una orden general?
—Es una orden —asiento y le hago un saludo militar.
Baek se baja de la cama corriendo. Cuando sale de la habitación, pongo toda mi atención en Anna.
—El evento se retrasó dos meses; una de las modelos rasgó uno de los vestidos —hace una mueca y deja a Caden en la cama.
—Bien, tal vez para ese entonces este juego haya llegado a su fin.
—Traje a Hyun conmigo. Alessandro llegará en unas horas.
—Excelente. Hyun y Alessandro serán de ayuda. Ezra movió sus hilos y persuadió a la persona menos esperada —reconozco eso, y Anna me mira sin entender.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Sé que tratará de matarme. De nuevo.
—¿Crees que lo intentará otra vez?
—Sí —suspiro y me acerco más hasta estar a su lado—. Además, ya sabía que lo haría, por eso contacté a Ilya, mi tercer peón pero el primero en ser llamado. Adivina quién está detrás de esto.
Sonrío cuando empieza a pensar. Son demasiadas personas las que nos quieren ver muertos, pero una en especial es la que quiere eso a toda costa. Quiere matarnos a como dé lugar.
—No lo sé, tal vez el jefe de la mafia holandesa o el jefe de la mafia alemana.
—Casi. Davide Müller. Acertaste la segunda parte. Es alemán.
Agarro a Caden y lo arrullo. Anna parece estar digiriendo la información.
—Sé que tratará de matarme, pronto —añado y la miro. Esta vez es más serio de lo que parece.
—¿Crees que lo hará? Después de todo, compartieron nueve años de sus vidas juntos —traga con fuerza, y una lágrima baja por su mejilla con rapidez.
—Sí. Fue capaz de matar a su hermano. Me hará lo mismo sin importar quién sea.
—Ah, verdad —se limpia la mejilla y sonríe mirando en mi dirección.
La imito y recibo un golpe de su parte en mi hombro. Me río, y ella me mira mal.
—Además, sé que es él —digo y me levanto de la cama mientras le entrego a Caden.
—¿No estaba encerrado?
—Oh, no. Con Davide. Debes cuidarte si te acercas a él; es porque así lo quiere.
Me acerco al clóset, abro las puertas y toco el pequeño botón al fondo de la ropa.
—Entonces, ¿qué harás?
Saco el iPad y me doy vuelta alzando lo en su atenta mirada.
—Jugaré su juego. Hace tiempo que no juego. Es así de simple. Y con esta hermosura, será más fácil darle el primer golpe y hacerlo subir al ring por su cuenta —una sonrisa se me escapa, y empiezo a buscar el archivo que necesito.
—No, eso es demasiado —dice al ver la expresión en mi rostro y comprender por dónde va esta situación.
—Nunca será demasiado, y es por eso que tengo a este bebé para todo.
Sonrío mirando a Caden, enciendo el rastreador y le envío el archivo a Salvatore.
—Jugará a mi manera o, si no, nadie lo hará —sonrio. La voz de Hyun llena el pequeño silencio que se ha creado.