El lado oscuro de la mafia

Capitulo 22✓

Narrador omnisciente.

Muy lejos, el sonido de un reloj es lo que rompe el silencio en el que se ha sumido una sala entera, todos tienen los ojos puestos en aquella mujer imponente, una camara escondida en la pared sigue sus movimientos.

Levanta la cara de la carta que le llegó y todos atentos a su reacción esperan pacientemente.

—¡Es... Fascinantes! —grita eufórica aquella mujer—.¡Las órdenes son claras! No vuelvan sin ese bebé, lo quiero vivo. Si el muere, todos ustedes lo siguen.

Los escuadrones están listos para partir con destino a Alemania, esa mujer sabe mover sus fichas, los políticos que están en el poder le deben viejos favores, y ella los está cobrando uno a uno.

El poder puede nublar los pensamientos racionales y te ciega de todo aquello que haces creer que es cierto.

—¡Una cosa más!, ¿cuál es la onceava regla ?

—¡la sangre que fue derramada por culpa de tu enemigo es la sangre que tú derramaras el día de tu venganza! —gritan todos a la par

Le sacan una sonrisa a aquella mujer, las camara que están escondidas graban toda la escena y no lleva su gran amiga en su rostro, los líderes protegen sus identidades para no morir en la calle a la luz del día.

Su identidad fue grabada, no hay que subestimar a nadie tu amigo puede ser tu enemigo más letal.

El vínculo entre amistad y traición se entrelazan en el laberinto de ese mundo secreto y siniestro. El respeto y la lealtad se pierden, y un nuevo miedo nace, el miedo al ser, que aparece como amigo, y sale como enemigo.

Nada es lo que parece ser. Aunque así te lo hagan creer.

Las cosas pueden tomar un rumbo diferente, los secretos no son guardados para siempre.

Los amigos son solo conocidos, no se dejen llevar por lo que creen conocer de esa persona, nunca terminamos de conocer a alguien.

Ustedes creen entender el rumbo que esto está tomando pero no es cierto.

El misterio en unas simples palabras a las que no les tomas importancia te pueden perjudicar.

Tus principios y tus valores serán puestos en duda.

¿Están dispuestos a pecar?

Y a veces un pecado es la entrada al paraíso, pero ¿será cierto?

VICTORIA.

—Información completa, nada a medias, quiero saber quién es el remitente de la carta, los números son un viejo juego de combinación.—anuncio

—Victoria, llamamos a Anna y dice que destapó la caja ya que salía un olor muy fuerte desde su interior y lo que encontró dentro no es bueno... —Zack deja las palabras al aire

—¿Dijo quien era el remitente de la caja? —pregunto con la sangre quemando en mis venas, se quien fue. Pero aún queda el beneficio de la duda.

—Solo se escuchó un grito en la llamada que decía la mafia alemana envío la cabeza de Hunter —mi mirada se dirige a la cara de JB

—Me la van a pagar —le pegó al escritorio.

Encripo todo los archivos que conseguí y el nombre del remitente de las cartas, lo guardo en mi iPad y recojo las cartas y carpeta de la mesa.

—Terminen con lo que les indique anteriormente, quiero ese nombre lo antes posible, si muestra una señal de alerta avíseme de una vez —cierro la puerta después de salir

Trato de tranquilizar mi mente, el olor a moho se expande por todo el pasillo, las luces prenden y apagan, tomo otro rumbo al que debería ir, un pasillo sin salida aparentemente esta frente a mi, la oscuridad en la que se sume el pasillo me atrae hacia ella. Permitiendo me liberar de un grito la frustración que esas personas logran encender. Mi teléfono vibra con la llamada de Anna.

—¿Que? —de mala gana respondo, siempre termino lastimando a quien no lo merece.

Nunca antes habías escapado, de algo así —susurra a través de la linea muerta

—Antes, es pasado, y el pasado no nos define como personas solo limita la imagen que tienes sobre mi. Y sí, es la primera vez desde hace años que vuelvo a sentir miedo ¿sabes? —la linea se queda en completo silencio, se que ha vuelto a suceder y creo que ella también lo noto.

Y también me termino lastimando a mi.

—Sí, esperaré a que llegues y leas la carta.

—Bien.

Cuelgo el teléfono y agradezco que nadie esté en este maldito lugar, sollozos inundan en lugar, lágrimas recorren mis mejillas.

—Maldito Alan Müller, me las vas a pagar con creces.

Cierro mis ojos respirando profundamente, deshaciendo me de las lágrimas que inundan mis mejillas, salgo de la oscuridad caminando al lugar que desde el principio tenía que llegar. Dos de mis hombres me esperan. Paso entre una multitud de personas viendo la pelea, los murmullos no se hacen esperar; me hacen recordar al pasado catastrófico que pase, mis venas se van notando en mis brazos y los susurros van cesando poco a poco.

Sonrío a las personas curiosas que sin ningún descaro me miran, incrédulos miran un poco de sangre en mi ropa. Las grandes puertas son abiertas para mi salida del lugar, giro un poco mi rostro, los guardias atentos al entorno cuando mi sonrisa se borra al verlo ahí, mirándome desafiante.

Cruzó la entrada con incertidumbre, el chófer abre la puerta del vehículo, miro por ultima vez a las puertas. Lo encuentro mirándome, está vez con una mirada cómplice en su rostro.

—Me dejara a dos kilómetros antes de llegar —dejo de mirarlo, poniendo toda mi atención en el chófer—. Si mi orden no es cumplida en el momento, serás comida de mis mascotas —lo miro a los ojos y este agacha su mirada inmediatamente

—Sí, señora —no vacila en su respuesta.

Me terminó de montar en la camioneta y cierro la puerta, guardo las carpetas en un bolso. Saco la tableta, en el camino reviso los archivos encriptados, desbloqueo la red de internet que está por todo el perímetro y me meto a la base de datos del aeropuerto local.

El último vuelo registrado es de un jet privado hace unas horas, el nombre de la persona que organizo el vuelo es Luciana Mont...




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