VICTORIA.
El muelle está desolado, mi presencia en este lugar es vacía, hoy es el cumpleaños de Caden. El plan está saliendo a la perfección cada paso que dan lo controlo, suspiro y sonrió cuando muevo el alfil en el tablero, JB está lejos bajo la luz con los demás; el sonido del ferri llama mi atención, su llegada es la más ansiada por mi.
Recojo el tablero, el ferri ha dejado a sus pasajeros en tierra ya hace tiempo, el único que no fue a recibir a mi madre y abuela fue Salvatore, me espera bajo el reflector, me acerco hasta el no estoy a su misma altura. Como puedo me pongo de puntillas y jalo el cuello de su camisa hacia abajo, quedando cara a cara y con nuestros labios rozando.
—Te dije que lo iba a resolver, es mi bebé y nada le va a pasar. El archivo solo era un señuelo.
—Tu plan funcionó, pero eso no quita el hecho de que todavía tenemos que dar el golpe final —su aliento se mezcla con el mío, el timbre ronco de su voz me eria la piel.
—Sera lo último, pero tú y yo sabemos que no será fácil. Aunque tengamos el poder —corta la distancia y une nuestros labios en un beso corto, un poco apresurado. Pero le traía ganas.
—No juegues con fuego si no te quieres quemar —coloca sus manos en mi rostro apretando un poco mis mejillas.
—Prefiero quemarme a pasar frío, un poco de fuego no le hace mal a alguien a quien le gusta arder en llamas —bajo una de mis manos a su amigo, le doy un apretón fuerte sonriendo.
—Te gusta encender el averno, eh.
Me encanta, para que mentirle, me gusta tener el fuego de amigo, me gusta arder. Me separó dejando un pico en sus labios y me voy dejándolo con una erección.
Paso la estación y llegó al hotel por la playa, voy a la recepción a buscar la llave, una de las recepcionista me atiende en primera estancia. Lo agradezco sería mucho de mi verle la cara a otro hombre está noche. Suspiro y le indico el número de reservación.
—En un momento le entregarán la llave de su habitación, permiso.
El destino parece odiarme, quien me va a entregar la llave es un hombre que no para de coquetearme, la parte fea realmente de todo esto no es su sexo, sino que no me entrega la maldita llave, la estira en mi dirección y luego la acerca a el. Siento unas manos en mis caderas y luego su voz en mi oído.
—Esta vez te vas a encargar tu misma de lo que has hecho —asiento, luego se separa de mi oído y mira al tipo. La mirada que le dirige a cualquiera le daría miedo—. Dale su llave, tiene mejores cosas que hacer que estar aquí perdiendo su tiempo.
—Sí, señor, lo siento —pone la llave en el mostrador, hace una reverencia para salir corriendo.
Agarro la llave y salgo de su agarre, corro por todo la recepción hasta que encuentro las escaleras, el ascensor dura mucho tiempo para cerrar sus puertas, corro en las escaleras a pesar de sus gritos, el compartirá habitación con Daniel, se supone que yo lo haria con Anna, pero prefiero dejarle su espacio.
Paso la llave por la cerradura y me apresuro a entrar a la habitación, cierro la puerta con seguro y me rio para liberar la tensión que hay en mi, suelto una carcajada cuando Salvatore toca la puerta.
—Abreme Victoria, soy capaz de tumbar la puerta. No me importa, después de todo es mi hotel.
—¿Es una amenaza eso? —me acerco a la puerta con cuidado, es muy capaz de tener una copia de la llave.
—Puede ser —sonrio mientras escucho el clik de la puerta cuando quita el seguro del otro lado.
Me alejo antes de terminar con un golpe, se abre rápido y se cierra de igual manera, su respiración es agitada lo que me hace saber que me siguió por la escaleras.
—Te dije que te ibas a encargar de lo que has hecho y así será, no te vas a escapar está vez.
—¿Y si no lo hago que? —lo reto mientras acortó la distancia, hoy no será Salvatore.
No dice nada y sin aviso se acerca rápido, estampa sus labios contra los míos en un beso rudo, hambriento no me deja respirar en lo más mínimo. Su lengua invade mi boca explorando cada parte. Unos toques a la puerta llenan mis oídos, lo atraigo más a mi negandome a dejarlo escaparse.
—Nena, llegaremos tarde a la gala, apresúrate.
La voz de Anna llega desde ese lugar, me separó un poco de sus labios intentando regular mi respiración, pero Salvatore no coopera baja por mi cuello hasta llegar al inicio de mis senos por encima de la tela, levanta mi suéter y se mete por debajo.
—Sí —muerdo mis labios evitando que se me escape un gemido—. Ustedes adelante sé, llegaré un poco después.
Salvatore se ríe mientras succiona uno de mis pezones.
—Esta bien nena, buscas a Salvatore. Nadie sabe dónde está metido.
—Sí, está bien.
El sonido de sus tacones se escucha lejos, Salvatore sale de su escondite y me carga para ponerme en la cama, presiona su dureza contra mi centro, gimo fuerte mientras busco más contacto con el.
—Este estúpido plan desde un inicio, nunca me gustó, ¿Era necesario apartarte de mi lado esos cinco años para engañar los? —me recrimina, no razono y acerco más su cara a la mía.
—Si, queríamos el poder era necesario.
—Espero y valga la pena, Victoria —Se separa de mi bruscamente, cortando el contacto entre nuestros cuerpos—. Date una ducha de agua fría cerezita.
—No —niego—. Dame lo que quiero, Salvatore.
—Tu no me diste lo que quieria ese día cerezita, no sabes lo que he sufrido sin tu contacto. Me tachan de gruñón por no tener tu coño en mi boca en las noches.
—Y yo no tenía tu polla llenando cada parte de mi coño —la frustración me sale por los poros y el solo sonrie—. No te rías, Salvatore.
—No lo hago cerezita —se acerca a mi y me besa aún más hambriento que antes más crudo.
Maldita oxigeno.
—Cambiate, tenemos que ir a una gala y seguir jugando a los desconocidos —dice sobre mis labios, con una de sus manos aprieta mi seno sacandome un gemido.