El lado oscuro de la mafia

Capitulo 29✓

NARRADOR OMNISCIENTE.

—Pongamos un poco más de este lado —la balanza se va inclinando de un lado mientras que del otro se alza—. Eso es lo que pasa si ponen presión, ceder para ustedes no es una opción. Sean perspicaces y no se dejen intimidar.

—No, sabe que nadie me hará desistir de esta misión. Congresista.

—Más que nadie lo sé, toda la organización está en sus manos.

Asiente dando por terminada aquella reunión, su hermana estará disgustada de ver su cara, está casi irreconocible para algunos Pero jamás para su gemela. El congresista sale de la sala, dejando a esa maldita mujer, está maldita de pies a cabeza. Muchos la llaman esposa de lucifer. Alguien ha usurpado su identidad, ya nada le aterra para ella nada le sorprende más que su miserable existencia.

Sonríe viendo salir de aquella sala a su equipo, nuevos agentes inexpertos. Su sonrisa se hace más amplia al recordar sus últimas órdenes, saca su teléfono y marca aquel número, el de su peón quien contesta de inmediato.

—Ezra, es hora de sacar al padre Müller.

—Sí, señora. Pero hay un pequeño problema, la jefa rusa está en el país.

Esa declaración fue más que suficiente para hacer flaquear sus planes.

VICTORIA.

—Salvatore —lo llamo, me dejó casi inmóvil, estamos en la casa nuevamente. Este juego de desconocidos ya no me gusta.

—Esta durmiendo —entra Daniel al despacho, está un poco reacio a mi presencia. Alessandro viene con el.

—Ya encontré a quien buscabas —Informa, la visita a la fosa fue grata y productiva.

Asiento, el plan marcha a la perfección, con pequeños baches, está misma tarde Caden estará aquí. Mi abuela está de camino a Alemania con mi madre, esas señoras no están quietas. Marco las acompaña, quiere conocer a su sobrino.

—Bien, está más que perfecto, necesito que preparen todo para esta noche.

—Sí.

Los dos salen del despacho, me sumerjo en la base de datos del M.D.I busco el historial de cada uno borrando información, buscando aparte un poco de información para usarla. La puerta se abre y la voz ronca de Salvatore llega a mis oídos.

—¿Como te sientes? —cierra la puerta con seguro, recargo mi cuerpo en la silla.

No le doy respuesta, dejo que los archivos terminen de descargarse y transferirse a la memoria. Estoy calmada o eso es lo que le demuestro, se acerca a mi y examina mi rostro mientras me arrincona en la silla, sus brazos me levantan y me sientan en su regazo.

—Cerezita —su tono es de advertencia, más sin embargo no respondo—. ¿Quieres otro castigo?

—Presiento que ese castigo me va a gustar —sonrio y me remuevo buscando contacto, no puedo correr de él.

—De verdad quieres terminar sin poder caminar —posa su mano en mi pierna, va subiendo y bajando sin llegar a mi sexo. Su otra mano se introduce bajo mi camisa llegando hasta mis senos.

Muerdo mis labios evitando soltar algún sonido procedente de mi excitación, está jugando conmigo, también está excitado su dureza presiona mi tracero, mi espalda está contra su pecho que sube y baja frenéticamente, arqueó mi espalda dejando que mi boca toque su barbilla, le beso la mandibula . Sube sus manos hasta llegar a mi sexo por encima del pantalón, como puede lo desabrocha y mete su mano dentro, mi centro palpita.

—Estas muy humeda cerezita —su voz se ha vuelto más ronca. Más dura, no puedo ni hablar ante su afirmación.

Unos toques en la puerta llaman mi atención, más no nos detenemos, cesarán en algún punto. Mis manos están en completa libertad, Salvatore me da vuelta y une sus labios con los míos en un beso hambriento y con mucha necesidad de mi parte. Desabrochó su cinturón e introduzco mi mano en el interior de su boxer, masajeo su glande masturbandolo, deja de besarme para chupar mi cuello, gimo. No retengo nada está vez ya no me importa, quien este dentro o fuera de la casa. Su cara viaja hasta encontrar mis senos. Los succiona, como si esperara que algo saliera de ese lugar, lo que se escucha retumbando las paredes del despacho son mis gemidos, Salvatore saca mi camisa al igual que mi sostén, liberando mis senos.

La ropa ha empezado a estorbar hace tiempo, me vengo en sus dedos extasiada con la sensación. Apenas presto atención a sus palabras.

—Dulce, como la primera vez —lame sus dedos saboreando mis fluidos—. Levanta ese culito.

Hago lo que dice, retira de forma brusca las últimas prendas de mi cuerpo, el está vestido, no me parece justo. Más no me quejo lo dejo hacer, yo lo sigo masturbando hasta hacerlo correr en mi mano. Me besa más rudo que antes, más feroz. Muerde mi labio inferior jalando lo un poco.

Sustituye sus dedos con su polla, llenando cada parte de mi, es demasiado grande, tanto que un poco más de la mitad queda por fuera. Voy bajando poco a poco, muerdo de nuevo mis labios, mi sexo está tan sensible que el movimiento más pequeño por su parte me hace gemir.

—Es demasiado grande —gimo al terminar de pronunciar esas palabras.

—Todo es tuyo, cerezita.

—Todo mío. Y yo toda tuya.

—Desde la punta de los pies hasta la cabeza.

Su boca se posa en mi oído su respiración es errática al igual que la mía parece que hemos corrido un maratón. Se empieza a mover al estar dentro hasta el fondo. Me corro con unas cuantas embestidas, pero el no se detiene y aumenta la velocidad. Gimo sin pudor alguno, su boca está en mis senos, raspa mi aureola y succiona con fuerza. Eso va a dejar marca, más no le doy importancia.

El sonido morboso que producen nuestros cuerpos resuena en cada parte del despacho, me corro por tercera vez, o es lo que creo. El se corre dentro de mi un poco después, recuesto mi cabeza en su hombro tratando de controlar mi respiración.

Cierro mis ojos y dejo que su voz inunde mis oídos. Cuando sale de mi interior gimo por el movimiento. Me estoy quedando dormida, sus manos alzan mi cabeza haciéndome abrir los ojos y obligando me a permanecer despierta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.