El lado oscuro de la vida

Capítulo 2- Trio de chicas

Carlos trotaba por el parque sin mirar a algo en específico, sin pensar en algo en particular, solo se movía, y dejaba que sus pensamientos tomaran el rumbo que quisieran, al son y contraste de la música que resuena en sus oídos y desconecta los del exterior de su percepción.

Los primeros rayos del sol se estrellaban en su rostro, cálidos, aunque él por dentro sentía frío, un enorme frío que solo una persona podría atacar, y que justo ahora, ya no estaba, y que justo al marcharse había levantado un eterno invierno que ni todo el calor de verano ha podido extinguir.   

Una pareja pasa por su lado, un par de señoras por el otro, un chico paseando a su perro, pero Carlos no se inmuta en lo más mínimo, solo mira a su frente, sin importarle las demás personas que transitan a su alrededor.

Se sienta sin dudarlo en cuanto consigue llegar a una banca y desconecta la música de sus oídos. Se encuentra completamente sudado, toma un poco de agua y respira lentamente para recuperar su aliento. Es temporada de frío, justo ahora lo único que siente es calor debido al ejercicio que acaba de hacer, pero sabe que si se enfría será mucho peor, ya que su ropa se encuentra húmeda y eso coadyuvará a que sienta más frío en cualquier momento, más, sin embargo, persiste en volver a ponerse de pie. Se inclina hacia adelante y reposa sus codos en sus piernas, mirando a la nada y pensando en ello.  

—Sabía que te encontraría aquí —le dice Casandra al llegar justo a donde está. Él detecta su voz y sabe que es ella, pero no se gira a mirarla. Ella decide tomar asiento a su lado luego de un par de segundos.

—Corro seis días a la semana por aquí —dice Carlos sin aún girarse— ¿dónde está lo interesante de esa deducción? —pregunta apacible, pero sarcástico

— ¿Por lo menos podrías mirarme? —le dice ella con voz firme

— ¿Para qué? —expresa neutral, sin ninguna emoción, aunque Casandra puede percibir sin lugar a dudas el terrible olor de su miseria

—Para sentir que realmente estoy platicando con alguien —Carlos no responde enseguida, tampoco se mueve, hasta al pasar de unos segundos

— ¿En qué puedo ayudarte? —pronuncia con sus ojos en los de ella

— ¿Estás seguro de que soy yo la que necesita ayuda? —enarca sus cejas

—Bueno tú viniste a mí, no yo a ti —responde con voz altiva—eso te convierte en la paciente

—En la paciente de un doctor que se encierra en su propio dolor —responde ella con voz sólida

—No estoy en busca de un diagnóstico, así que si no le molesta, ¿podría decirme a qué ha venido? —le dice a los ojos

—Basta de metáforas y roles invertidos Carlos, sabes a qué he venido —le dice con voz y semblante rígido

—Y sabes lo que he de contestarte —responde con los mismos ingredientes en expresión y voz—tú y toda mi familia han estado acosándome durante toda la semana, y me atrevo a asumir que es por el asunto de mi dichoso cumpleaños, si tantas ganas tienen de hacer una fiesta pues háganla —se lo escupe casi en la cara—pero háganlo sin mí —se gira de nuevo al frente

—Somos tu familia Carlos, y te amamos —le dice ella cambiando el tono de su voz a uno más dulce— ¿tiene algo de malo el querer celebrar tu cumpleaños? —en automático Carlos se vuelve a girar a ella  

—Tú sabes perfectamente bien el porqué dejé de festejar esa fecha. —responde con voz disgustada y un semblante enfurecido. Casandra resopla. —Dejó de ser un día de celebración para mí —vuelve su vista al frente

—Pasaste por una experiencia difícil, lo entiendo

— ¡No, no lo entiendes! —se gira de nuevo en un clic—si quieres mantener una conversación conmigo sobre esto no me digas que lo entiendes —le dice a los ojos—porque no es así, no intentes ponerte en mi lugar cuando no tienes las herramientas —su hermana no dice nada, solo le mira—tú no sabes lo que es pasar por esto, no sabes lo que es planear toda una vida con una persona y que la misma vida te diga que no hay espacio en sus planes para el tuyo

—Carlos eras solo un niño —le dice serena

—Lo sé —escupe con ironía—todo el mundo me lo dice, así como todo el mundo y tú —añade firme—creen que para mí no significó nada, pero ella significó para mí toda una vida, y no espero que lo entiendas, ni me interesa que lo hagas, porque es mío, y nada más mío, así que si quieres hacerme un favor, déjame vivir con mi dolor —su mirada ya se encontraba cristalizada 

— ¿Crees que solo tú sufres? —también se había puesto nostálgica— ¿acaso te has detenido a pensar en cómo la pasamos nosotros al verte así? —Carlos esquiva la mirada un segundo—se nos parte el alma verte así Carlos, déjanos ayudarte por favor

—Ese es precisamente el problema, no pueden entender que no necesito su ayuda, yo estoy bien, ¿por qué no pueden entender eso?

—No se puede entender lo que no es verdad, no estás bien Carlos, aunque te empeñes en mostrar y convencerte de que así es —ahora ella esquiva la mirada

— ¿Solo por eso corriste dos kilómetros?, ¿para decirme esto? —ahora él intenta buscar su mirar

—Entiende Carlos —lo mira. Dos lágrimas se le escapan—solo quiero a mi hermano de regreso

— ¿A qué viene eso? —suelta él al segundo




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.