El lado oscuro de la vida

Capítulo 7- Ausencia

—Dios santo, será un soldado caído en cuestión de segundos. —le dice Isabel a Carlos. Ella sonríe jovialmente, está acurrucada en sus brazos en una banca dentro del parque ubicado a la orilla del río

—Vamos amigo deja de mirarla —dice Carlos en voz baja  

— ¿Defiendes ese acto bochornoso? —deja de recargarse para mirarle de frente

—No. —le responde Carlos de frente. —Trato de salvarle la vida al pobre hombre —añade con humor. Ella le mira con humor, luego regresa a su posición anterior, y apenas pone su vista de nuevo en dirección al hombre, observa el cómo la mujer le planta un tremendo sopetón en la cabeza que hasta ellos alcanzan a escuchar a pesar de estar a varios metros de distancia respecto a la pareja. —Contrólate —le pide Carlos con voz discreta, aunque en el fondo se estaba ahogando en una carcajada  

—No sé si pueda aguantar mucho. —responde ella con la mirada enfocada en ellos y mientras al mismo tiempo se muerde la piel de su dedo índice para tratar de ahogar la carcajada que quería dejar escapar. —Y comienza la función. —añade ella en tono divertido. La pareja comenzaba a discutir. — ¿Trajiste palomitas?

—Lo habría hecho de saber que habría una función. —le sigue la corriente y no deja de abrazarla.

Se trataba de una joven familia, los padres no aparentaban tener más de veinticinco años. La mamá estaba ocupada atendiendo a la criatura que descansaba en una carriola, y el padre se distrajo cuando una mujer que caminaba por el parque usando ropa deportiva muy ajustada se detuvo un momento para flexionar sus piernas apoyándose de una roca. El hombre no pudo evitar mirarle mientras lo hacía y parece que justo ahora se encuentra en serios problemas.

—Disimúlale —le ordena Carlos mirando hacia otro lado

—Por dios en estos momentos dudo que el hombre quiera volver a mirar a otro lado. —responde ella con semblante ameno.

La pareja sigue discutiendo, en menos de un segundo la mujer ya se estaba poniendo de pie al son en que se colgaba la pañalera y empujaba la carriola por el concreto. La mujer va echando humo, y el rechinado de las llantas al desplazarse lo comunica de forma perfecta. El tipo va tras ella enseguida y apenas se alejan lo suficiente, Isabel suelta la carcajada que estaba reteniendo. Carlos estaba tratando de contenerse, pero pierde la batalla casi al segundo.

—Ay no quiero ser mala, pero me alegro. —dice entre risas. —Ojalá ella mínimo le meta un par de cachetadas para enseñarle en donde debe tener enfocada su mirada

—Lo bueno que no quieres ser mala. —espeta Carlos con humor. De nuevo se separa de él un momento para mirarle de frente. — ¿Tengo o no tengo razón? —le cuestiona enseguida  

—Puede que sí, puede que no. —mueve un tanto sus hombros al responder. Ella alza sus cejas y eso le dice a él que más vale que se explique de inmediato. —Mira estoy de acuerdo que cuando estás en una relación no debes tener ojos más que para ella o él según sea el caso, pero tienes que aceptar que algunas veces tus ojos te van a traicionar, es algo involuntario, al menos por un segundo es válido, ya por más tiempo quizás no tanto —ríe al terminar de hablar

—Tú no miraste a la chica —asume ella, risueña

—No me interesaba hacerlo. Tengo justo todo lo que quiero al lado mío. —añade con orgullo, mirándola con una sonrisa. Ella le sonríe también y vuelve a reposar su cuerpo sobre el suyo. — ¿Ya le escondiste la escopeta a tu papá?, quisiera llegar vivo a la graduación —escupe con una risita que ella acompaña

—Créeme que está más segura donde está que sí la muevo de lugar —responde ella con la misma aura jovial

— ¿Por qué tan segura? —agacha su mirada un poco para verle

—Porque él no recuerda donde la puso. —contesta y ambos sueltan una leve carcajada. —Además no sabe usarla no te preocupes

—Ah genial. —escupe Carlos con sarcasmo. —Ahora me preocupa más que al tratar de asustarme realmente me dispare por no saber usarla —la risa de Isabel se crece

—No, eso jamás pasará. Está algo celoso, pero ya lo veía venir. Tan solo hay que dejar que se acostumbre. —Carlos asiente, risueño. —Además —inclina su cabeza parea verle—desde años ya te ve como otro miembro de la familia, tan solo es que adora el drama —vuelven a reír  

—Pero no el que mis bóxer estén junto a los suyos colgando de las llaves de la regadera —dice divertido y las risa de ella vuelve

—Exacto. —corrobora en medio de las carcajadas. —Eso no. —su carcajada pierde fuerza y su semblante cambia. —Prométeme algo Carlos. —el semblante de Carlos sufre un cambio repentino. Ella se reacomoda de nuevo en el asiento. —Prométeme que si por azares del destino esto sale mal, algún día ambos volveremos a este parque y recordaremos viejos tiempos

—Eso no pasará Isabel. —le responde Carlos con una sonrisa alegre. —No me importa el que la gente piense que somos demasiado jóvenes para creerlo así, pero yo estoy seguro de que te amo, y de que es contigo con quién quiero pasar el resto de mi vida

—Yo lo sé. —confirma ella. —Yo también te amo y estoy segura de que es contigo donde ya se encuentra escrita toda mi vida. —Carlos sonríe. —Pero tan solo prometámoslo, ¿sí? —Carlos gira su cabeza un par de veces, sonriendo incrédulo. Ella alza la palma de su mano. —Yo prometo que si tú te llegas a enamorar de otra persona, te dejaré en libertad para que busques tu felicidad, pero prometo un día volver a este lugar, y recordar lo que durante muchos años de mi vida fue mi completa felicidad. —Carlos sigue creyendo que esto es ridículo. —Anda —le repite ella. Carlos levanta la palma de su mano y la pega a la de ella




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.