El lado oscuro de la vida

Capítulo 12- Hablemos de su madre

— ¡Bienvenidos! —exclaman varias voces al Carlos abrir la puerta y entrar.

— ¡Abuela! —gritan ambos niños al unísono y se lanzan a ella

—Mis niños. —dice ella al tiempo en que atrapa a Cédric y el señor Salvatierra carga en brazos al pequeño Edward.  

Carlos se encarga de volver a cerrar mientras observa el cómo sus hijos son llenados de elogios y besos por doquier. Toda su familia y la de Isabel, estaban reunidos en el jardín. Habían montado una parrillada. Olía a carne asada.

Hoy, en domingo, Carlos volvía junto con sus hijos del viaje. Por la mañana, antes de regresar a casa, Carlos los había llevado al parque ecológico de Mazamitla. Todo estuvo bien durante la estadía ahí, solo le molestó el que un par de chicos jugara en el puente colgante; meneándolo de un lado a otro. Eso asustó a sus hijos y él estuvo a punto de acercarse y pedirles de la manera más atenta que dejaran de hacer ese acto tan infantil, pero para su fortuna, una señora se acercó y lo hizo por él; metiéndoles una buena regañada. Recalcó además que había niños en el puente.

También, Carlos pasó de nuevo al mercado para comprar unos recuerdos para su familia. Blusas de bordado para su madre, hermanas, cuñadas y suegra. Dulces de cajeta de cabra que su padre adora, además de galletas horneadas de manera tradicional, entre otros dulces y postres más.

— ¿Sí estás aquí? —su hermana Casandra lo saca de su trance. Ella le sonríe abiertamente, al igual que Cecilia quien se encuentra a su lado 

—Hasta donde sé sí —responde jovial. Algo raro en él para ella  

—Bienvenido hermano —lo abraza

—Gracias Casandra. —responde mientras la aprieta contra su cuerpo. —Por favor dime que no te comiste los borrachitos que me trajo mamá de Talpa —le dice a su hermana Cecilia una vez que se separa de Casandra

—Depende —responde ella siguiéndole la corriente

— ¿De qué? —se interesa y enarca sus cejas

—De cuánto tiempo estuvieron indefensos 

—No pues ya valió —espeta Carlos torciendo los ojos. Sus hermanas ríen con ello

—Ahí están no seas dramático. —tranquiliza ella y abre sus brazos para enseguida atrapar su cuerpo. — ¿Cómo les fue? —se separan    

— ¿Por qué no les preguntas a ellos? —sugiere Carlos señalando a sus hijos con un ademán de cabeza. —Te aseguro que el oro de la respuesta está ahí. —cuenta ameno. Ahora la familia de Isabel tomaba su turno para saludar a los pequeños.

—Parece que el viaje les sentó bien —expresa Casandra; mirándolos

—Les sentó muy bien. —confirma su hermano. —Eso te lo puedo asegurar yo —en ello su madre se acerca

— ¿No me vas a saludar? —inquiere a unos pasos de llegar

—Dímelo tú. —responde risueño. —Nomás llegan los nietos y se olvidan de uno. —añade jovial y las carcajadas vuelven.

Ella se pega a su cuerpo y lo abraza de lado; con sus brazos en su cuello.   

—No recuerdo que eso te molestara —le dice ella con una sonrisa

—Bueno las cosas cambian. —responde con humor. Su madre lo observa.  

—El viaje te hizo bien —expresa luego de ello

—Y tú que no querías dejarlo ir —argumenta Cornelio llegando a ellos, acompañado de su padre

—Hola hijo. —lo saluda su padre y lo abraza. — ¿Cómo te fue? —aprieta sus hombros

—Muy bien papá. Muy bien —contesta igual de sonriente  

—Aquí se les extrañó. —pronuncia Cornelio. —Mamá se ponía nostálgica al ver tres espacios vacíos en el comedor —todos ríen

—No es cierto —niega ella enseguida

—Sí es cierto mamá —difiere Casandra   

—De la nada el tenedor se quedaba levitando en el aire y tu mirada descargada en sus sillas —añade Cecilia y las risas vuelven

—Bueno es cierto. —acepta ella al fin. —Extrañé a mis tres niños

—Pero ya los tienes aquí mujer —le dice el señor Claudio

—Y el terremoto vuelve. —espeta Carlos, igual de cómico. —A todo esto, ¿celebramos algo en particular?

—Su regreso —responde Cecilia con obviedad

—Por favor, nos fuimos solo tres días —responde incrédulo, pero risueño al mismo tiempo

—Pero tomando en cuenta que nunca lo habían hecho pues… —habla su hermano

—Además sirve que convivimos las dos familias. —dice Casandra. —Hace mucho tiempo que no lo hacemos. —abraza a su hermano por un lado y comienzan a caminar a su encuentro.   

—Hijo —lo llama la señora Sofía y se acerca rápido hasta él

—Hola señora. —saluda y toma la iniciativa de abrazarla. — ¿Cómo está?

—Yo muy bien. —se separan. Ella sonríe de par en par. —Pero cuéntame ¿cómo lo estás tú? A los niños ya les pregunté, aunque era algo innecesario para ser honesta. Sus caras lo dicen todo —dice con una risita

—Trataré de sacarlos más seguido. —habla mientras los mira conversando con sus tíos. —Y estoy bien. —le responde a los ojos. —Me relajé




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