El ladrón del tiempo

EL LADRÓN DEL TIEMPO: DISFRAZADO

Ya ha pasado un tiempo desde que el joven ladrón no aparece, el incidente de la duquesa se había desvanecido, no fue comentado por nadie, pareciera como si no hubiera pasado nada, el robo quedo en completa discreción y para cubrir la pérdida de la mano de la duquesa las autoridades se inventaron un accidente. Para la nobleza no era conveniente que la sociedad se percatara de los robos y lo que había detrás de ellos, pues quedarían en ridículo ante la gente de su misma clase social. Y Violet era la menos interesada en que el caos y la incertidumbre se desataran entre la nobleza y sus integrantes, pues no quería que se destaparan sus verdaderas intenciones. 
El joven ladrón se percató de la discreción absoluta con la que se manejó el incidente. Él sabía que las autoridades y Violet lo buscaban hasta debajo de las piedras para eliminarlo, sin embargo no le interesaba en lo absoluto. Después de un par de días fue con el usurero para llevarle la joya y algunas otras cosas de menor valor. La visita era para comprobar que la joya era una imitación, así que se la mostro a el usurero y éste se percato que no había nada escrito en la piedra y se la devolvió. El viejo usurero se sorprendió de lo ocurrido pues él estaba seguro que Elizabeth Bugke tenia el brazalete con zafiros, y no era usual que una persona como ella usara joyas de imitación, el usurero se disculpo y le ofreció otro trabajo, ahora tenia que recuperar un collar de jade, esta joya la tenia el duque Alexander Coni. El trabajo era complicado pues había congreso de diplomáticos para la conservación de la paz entre varias naciones vecinas y él era el anfitrión.
El joven ladrón desilusionado por el asalto anterior, temía encontrarse con otra imitación, sentía descontento por el brazalete y lo miro por última vez con el reflejo de la luna. Después de unos segundos en el interior del zafiro apareció escrito el nombre de su dueña, el joven ladrón se dio cuenta que las joyas no tenían escrito el nombre a la vista como el reloj y empezó a creer que las joyas tenían un hechizo para no ser descubiertas, pero los conocedores del tema no tenían idea de lo que él había descubierto y por eso el usurero tomó el brazalete como una imitación, pero era extraño ya que él había dicho que eran únicas y por ende difíciles de imitar. Así que tomo el brazalete y lo guardo en su escondite.
Seguro de que encontraría las joyas decidió no decirle nada al usurero y mantener lo que descubrió en secreto. Esa noche se dirigió a la casa del duque para estudiarla. En la casa vivían los sirvientes, el conde y su esposa y por el congreso de la paz había quince diplomáticos de distintas naciones vecinas. La casa era enorme con finas decoraciones y a su alrededor muchos guardias que protegían cada entrada y salida de la mansión. Entrar seria un gran desafío. Sin embargo para el joven ladrón no significaba algo imposible.
Escondido entre hierbas y rocas enormes el joven ladrón permanecía escondido noche y día. Hasta que un día el duque mando revisar cada centímetro de su propiedad, esto ocasiono preocupación a el joven ladrón, pues no seria fácil esconderse en algún lugar, pues todo estaba rodeado por guardias armados y a pesar de haber herido a Elizabeth, él no era gustoso de la violencia y no quería recurrir a ella nuevamente.
Los guardias comenzaron a rodear la propiedad revisando cada centímetro, cada árbol y cada piedra, era imposible para el joven ladrón permanecer en los alrededores. Así que decidió retirarse y esperar a que Alexander bajara la guardia para hacer su ataque. No era una actitud muy usual por parte de Alexander, pues pareciera que retaba al joven ladrón con sus acciones. Mientras que para el joven ladrón la actitud de su victima era normal, pues ya habían atacado a dos de sus amigos y era normal que fuera tras él y de la joya que tenia. Cada vez el joven ladrón se convencía de su descubrimiento. Todas las joyas eran reales, pero no entendía porque el viejo usurero no sabía lo que se veía a la luz de la luna en el interior de las piedras preciosas y porque los integrantes de Violet las protegían con tanta pasión, pues no les importaba perder la vida con tal de no perder la preciada joya. Había grandes misterios detrás de las joyas, Violet y la familia Romanov.
Pero no era el momento para pensar en esas cosas, el joven ladrón tenia que desaparecer del radar de Alexander, para evitar posibles enfrentamientos regreso a su escondite para descansar y comer algo. Sin embargo las preguntas y dudas lo inundaban, no podía dormir, solo pensaba en las joyas, eran su prioridad.
A la mañana siguiente se despertó con una gran sorpresa, en el periódico, en la primera plana estaba la foto de Alexander con el collar de jade y un gran anuncio a su lado, en letras grandes y negras que decían: NO TE TENGO MIEDO LADRÓN. Alexander estaba desafiando al joven ladrón y le había declarado la guerra, Alexander sabia que el collar de jade era el objetivo principal y que el ladrón quería esa joya en especial. En el periódico también venia un anuncio de recompensa para atrapar al joven ladrón y recuperar las joyas robadas y con el un retrato hablado. Era lógico que Violet estuviera tomando represalias y no dejaría intimidarse por un simple ladrón.
Ahora le tocaba a él darles una respuesta, pero estaba atado de pies y manos, Violet lo había puesto entre la espada y la pared. Ya no podía salir con libertad de su escondite, los bandidos como él lo buscarían como carroñeros para conseguir la recompensa o para quitarle las joyas que tiene en su poder.
El joven ladrón se había convertido en el enemigo público de los bandidos y ladrones. Así que debería  tener cuidado para salir de su escondite. Alexander resulto ser más inteligente y astuto que él. Se sentía frustrado, encerrado en una prisión que él mismo había creado. 
El reto seguía presente y el joven ladrón seguía buscando la manera para derribar los obstáculos impuestos por Alexander. Necesitaba ser paciente y esperar una buena oportunidad. Las horas pasaban y la desesperación crecía en el joven ladrón, todos los ojos estaban puestos en la gran fiesta que se ofrecería en la mansión de conde Alexander, no se hablaba de otra cosa en la calle por los pobres que no fueron invitados, eran la envidia de la ciudad con las luces, los vestidos elegantes, la comida refinada, y todas las joyas valiosas reunidas en un solo lugar y en una sola noche. Era evidente que esa noche seria perfecta, pero había algo extraño, en los comentarios de la calle no se mencionaban nombres conocidos, los invitados eran políticos y personas importantes de las naciones vecinas, lo que quería decir que no estarían personas involucradas con Violet. La situación era demasiado sospechosa, la astucia del conde era sorprendente, no se podía esperar más de una persona mayor y con gran experiencia. Pero había algo que el joven ladrón aun no podía comprender, la pasión con la que las joyas eran defendidas por sus portadores no era normal y esto le ocasionaba curiosidad y a la vez lo perturbaba, eran joyas y ellos por ser nobles tenían infinidad de ellas a su alcance, era demasiado extraña la forma en como veían las joyas.
Después de una charla consigo mismo, el joven ladrón decidió ponerse en marcha y descifrar la estrategia del conde. Las fichas estaban puestas en el tablero y él tenía que evitar que su contrincante ganara el juego. La primera ficha era la esposa del conde, una mujer regordeta y pálida como la nieve, ella era la razón por la que el conde se metía en asuntos políticos, era demasiado bondadosa para dejar que su pueblo muriera de hambre, así que siempre dona dinero para la caridad, en otras palabras pecaba de ingenua, pues sus donativos siempre eran robados por los encargados de las organizaciones a las que apoyaba. La segunda ficha eran los sirvientes, eran demasiados para cubrir las necesidades de dos personas y no todos eran de fiar, la bondad de la dueña de la casa era exagerada y contrataba a quien se le ponía en frente, así que había de todas las edades, cada día había personal nuevo y la seguridad no lo veía extraño. La tercera ficha era la seguridad, eran muchos elementos y cubrían perfectamente la propiedad, no había un eslabón débil, el jefe del escuadrón de seguridad era una eminencia en el campo, lo que da como conclusión que Violet esta protegido por la misma agencia a la que pertenece, el personal estaba perfectamente armado, tenían armas de diferente alcance y calibre, sin mencionar la fuerza física. La cuarta ficha era el conde Alexander Coni, un hombre mayor pero con gran sabiduría e inteligencia, millonario por herencia, sin hijos, siempre encerrado en la mansión leyendo el periódico, bebiendo te y manejando su fortuna desde casa, sin ninguna preocupación excepto cuidar el collar de jade. Y la ultima ficha la joya, un collar hecho de jade, su valor es incalculable según el usurero, de diseño exclusivo y con un gran valor sentimental para Violet. 
Y del otro lado un simple ladrón que por equivocación se topo con las joyas, sin experiencia alguna, pues antes se dedicaba a pedir limosna cerca de la catedral, comía si alguien desechaba comida y se vestía con harapos encontrados en la basura, era un simple mortal ante todo lo que su enemigo le mostraba, su única arma era una pequeña navaja que se encontró cuando era pequeño. Las posibilidades se reducían a cero para el joven ladrón. Pero él también era inteligente y fue criado por un hombre experto en el disfraz, así que tenia que pensar en algo que lo dejara entrar a la mansión y el resto seria pan comido.
El día esperado por fin llego, todas las fichas estaban puestas en el tablero, el joven ladrón puso manos a la obra en su plan. Consiguió harapos nuevos para verse como un mendigo, su rostro y ropas estaban sucios y su cabello desalineado. Se presento con su disfraz y por primera vez su rostro era revelado, no se distinguían sus facciones por la suciedad que había en su rostro, sin embargo el joven ladrón se sentía inseguro y débil ante esta situación, ya que podrían reconocerlo sin su antifaz. Sin embargo se presento ante la condesa al salir de la catedral, en ese lugar no podría rechazar la petición, pues los fieles la verían y comenzarían a hablar de ella y su esposo, lo cual no seria bueno para la carrera política de su esposo, los pondría en una situación incomoda ante sus invitados especiales, así que era el mejor lugar para abordarla y pedirle un poco de comida. Como era de esperarse su bondad la traiciono de nuevo y a pesar de la molestia del conde subió al joven disfrazado en el auto y lo llevo a su mansión. Durante el viaje la mujer no dejaba de repetir que era muy joven y que juntos trabajarían para que saliera adelante, las frases típicas que siempre se dicen. Mientras el conde veía ansioso el reloj y siempre observaba de reojo a la nueva adquisición de su esposa.
Como era de esperarse el coche no fue revisado y pasamos directo a la gran mansión. Inmediatamente la condesa les dio instrucciones a sus sirvientes para que le dieran comida y ropa limpia al joven mendigo, mientras el conde supervisaba que los preparativos para la gran noche estuvieran listos y luego subió a su habitación a descansar y prepararse para la noche, su esposa hizo lo mismo después de unos minutos.
La casa era enorme y la cocina parecía de otro mundo, el ama de llaves le dio de comer al joven y después fue a buscar algo de ropa, una de las mucamas se quedo a vigilar al visitante para que no se fuera a robar nada de la cocina. Sin embargo el joven comenzó a hacer preguntas para hacer el ambiente un poco más agradable y así sacar un poco de información valiosa. Después de un largo rato el ama de llaves regreso con una muda de ropa y le indico al joven mendigo el lugar donde podía darse un baño y cambiarse de ropa. Pero el joven mendigo le dijo que no haría nada de eso si ella estaba presente, pues sentía vergüenza y una dama no debería ver a un hombre desnudo. El ama de llaves accedió a la petición, ya que si él robaba algo los guardias lo atraparían al instante.
Finalmente la hora había llegado, nadie vigilaba al joven disfrazado, así que dio un paseo por la mansión antes de cambiarse como se lo había ordenado el ama de llaves, pero para su sorpresa se encontró con la condesa, ella muy amablemente lo llevo de nuevo a la habitación, pues él le dijo que se había perdido. Mientras caminaban la condesa le platico de un lugar muy especial en la mansión y quería mostrárselo, pues ella quería que él cuidara de sus tesoros y su familia, el joven se sorprendió por la proposición y no supo que decir, así que la condesa le dijo que esperaría su respuesta después de la fiesta. Fue muy repentina lo proposición, pero le dio una pista, tal vez el collar estaba en ese lugar tan preciado para ella, ya que el conde ni ella lo traían puesto, el exhibicionismo presentado en la foto del periódico era una actuación, toda la valentía de Alexander era una mentira, en el fondo sabia que el joven ladrón buscaría la joya y desplego todas sus armas para asustarlo y que desistiera, mientras su querida esposa buscaba a una persona capas de dar la vida por proteger el tesoro de su amo, todo era un circo para evitar que el joven ladrón entrara a la mansión y de paso los otros ladrones y asesinos lo buscarían hasta matarlo, deslindándolos de toda culpa y quedándose con las joyas. Realmente el conde Coni no era más que otro títere de Violet. 
Después de esas conclusiones el joven ladrón regreso al lugar donde se había encontrado con la condesa, para entrar a la habitación donde se guardaba todo lo valioso de aquella familia. Cuidadosamente abrió la puerta y entro sin hacer ruido, la habitación era grande, había joyas, esculturas, jarrones y muchas pinturas extrañas de una mujer muy hermosa, la hitación estaba iluminada con luces especiales para no dañar las obras de arte. El tesoro realmente era valioso y abundante, todo valía una fortuna.
El joven ladrón registró toda la habitación sin hacer ruido, los sirvientes estarían al pendiente de los invitados y la fiesta, no le pondrían atención a un mendigo. Eran demasiados cajones con joyas y papeles por revisar, hasta que encontró un pequeño cofre de plata cerrado, sin embargo eso no le impidió usar un truco para abrirlo y tomar lo que había dentro. Efectivamente el collar estaba ahí, sin ninguna protección, era hermoso y perfecto. Por fin encontró su objetivo, miro alrededor y las pinturas de la mujer lo atraían como si fuera un imán, al observar a la mujer mas de cerca se percató que era la misma de la foto que el conde August Belmort traía al momento de su muerte, pero no solo eso en las pinturas la mujer portaba las joyas que el usureo le había mencionado, posiblemente ella era la dueña original de todas las joyas, así que no le tomo mucha importancia. Salió de la habitación sin hacer ruido, los sirvientes iban y venían por toda la mansión, llevando copas y aperitivos para los invitados, el pasaba inadvertido, se había vuelto invisible para todos los de la mansión.
Fue fácil para el joven ladrón salir de la mansión sin preocupaciones, pues la condesa lo había llevado con ella, los guardias lo habían visto y sabían que la condesa hacia eso constantemente, así que no era una novedad, le dieron el pase de salida y lo despidieron amablemente, nadie sospechaba que ese joven mendigo hubiera forzado la puerta de la habitación donde se guardaba el collar de jade para robarlo.
A la distancia se veía la mansión, los guardias vigilando y esperando su presa, mientras el joven ladrón se aleja con el tesoro en sus manos, observándolo con la luz de la luna.



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En el texto hay: misterio, aventura, magia

Editado: 22.11.2020

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