CASTEL.
Intenté abrir los ojos por completo, pero la cabeza me dolía y la luz me pegaba directo en el rostro. Por un momento pensé que tal vez había muerto, pero el cielo todavía seguía sobre mí y aún podía sentir el agua en una de mis manos que continuaba arrastrándose.
Al parecer, estaba sobre algo duro, probablemente un tronco. Intenté alzar la cabeza, pero fue en vano, aún no recuperaba las fuerzas. Ossian se posó entonces sobre mi estómago y me miró con curiosidad.
Bueno, al menos él también había sobrevivido.
―Creí que estarías más alterado― soltó, finalmente, sonriendo de forma nerviosa.
―Ya estoy acostumbrándome a tu irritable presencia― dije suspirando con cansancio.
―Yo... no lo decía por eso―respondió mirando hacia los lados.
Giré entonces un poco mi cuello para ver a lo que se refería. El agua tenía un tono verdoso y parecía estar cubierta de musgo, los árboles de alrededor eran enormes y de ellos colgaban una especie de lianas, y por todas partes había nenúfares...
―Dime que lo que se está moviendo a nuestro alrededor son troncos ―dije alzándome lentamente.
― Sobre eso...
―¡Estamos rodeados de cocodrilos!―solté alterado, rogando porque no me atacaran―. Voy a morir hecho pedazos y tú ni siquiera me advertiste —dije con tono de reproche—. Claro, es fácil para ti; si quieres, saltas y te vas de aquí.
―Solo cálmate ―respondió alzando sus pequeñas manos frente a su cara.
―¿Qué me calme? Están a nada de comerme y tú me pides que me calme. No sé cómo no lo noté antes, estamos en un pantano lleno de animales peligrosos―dije sujetando mi cabeza con ambas manos, y él resopló.
―Ya casi llegamos a la orilla. Además, nadie va a comerte, no seas tan dramático.
―¿Y cómo estás tan seguro de eso?—contesté alzando ambas cejas.
―¿En qué crees que has estado viajando todo el camino?—preguntó con diversión, mientras me señalaba.
Con miedo observé hacia dónde apuntaba y abrí los ojos de manera exagerada. Sin pensarlo, salté al agua y me alejé lo más que pude del animal en el que iba, pero todos los demás reptiles comenzaron a acercarse hacia mi lugar.
No podía creer que iba a morir a los 23 años, siendo el desayuno de un grupo de cocodrilos y con un sapo como único testigo. Definitivamente, mi reputación y mi vida se habían acabado.
Para cuando el grupo de reptiles estaba demasiado cerca, como para poder ver sus amenazadores ojos y sus enormes dientes, sentí que mi cuerpo volvía a perder fuerzas y me desmayé.
(...)
―Hey, secuestrador, despierta―, oía hablar a Ossian, pero no me atrevía a despegar los párpados.
Debía estar en el infierno si lo primero que escuchaba era su voz, pero para mi suerte (no sabía si decir buena o mala) aún seguía vivo.
Si había de morir en esta historia, todavía no era el momento, así que continuemos.
―Secuestrador, abre los ojos― volvió a decir y golpeó mi rostro con su pequeña mano.
Sabía que habíamos llegado a la orilla, pues sentía la tierra húmeda bajo mi cuerpo.
―No me llames así ―respondí en un susurro―. Y no pongas tus pegajosas manos sobre mi cara.
―Te llamaría por tu nombre, pero no me lo has dicho. Tú solo te la pasas gritando. Además, si ibas a secuestrarme.
Claro que sabía mi nombre, Cupido se lo había dicho aquella noche en el bar, pero ni siquiera intentaría recordárselo. No tenía sentido que lo supiera si estábamos a punto de separarnos, o al menos esa era mi intención.
―Da igual ―dije finalmente y abrí los ojos solo para encontrarme de nuevo frente al grupo de reptiles.
Intenté retroceder todavía sentado, pero ninguno de ellos parecía tener intenciones de acercarse a mí.
―Él cree que se lo van a comer― le explicó Ossian con gracia, a uno de ellos, cuando emitió algo parecido a un chasquido.
―¿Estás hablando con ese caimán?—dije casi sin creerlo.
―Cocodrilo―respondió mirándome con seriedad.
―¿Qué?—respondí confundido.
―Los caimanes y los cocodrilos son diferentes y a Valentino no le gusta que lo confundan―contestó señalando al reptil.
―El cocodrilo tiene un nombre ―dije incrédulo.
―Si te vas a sorprender por todo lo que pase, esto en verdad será complicado.
Tenía razón, era complicado, pero es que en ningún momento de mi común vida había considerado que podía pasar por algo similar. Aunque, quizás solo debía abrirme a las posibilidades de que el mundo era más extraño e inexplicable de lo que imaginaba. Si el príncipe Ossian podía ser un sapo y el Hombre de los huesos era real, quizás todas las demás historias de fantasía eran verdaderas.
―Es que no sabía que podías hablar con los animales—dije más tranquilo.
―Bueno, he estado hablando contigo todo el camino ―respondió y al ver que entrecerré los ojos, volvió a hablar―. Es broma, estar así, tiene algunas ventajas. En cuanto Valentino y sus hermanos aparecieron, les pedí que me ayudaran a traerte hasta aquí. Tú no despertabas, y no sabía qué otra cosa hacer.
―Gracias, supongo ―dije con duda.
―No me agradezcas a mí, Valentino hizo la mayor parte del trabajo. Y mira que ni siquiera te pego un mordisco, eso debió haber sido todo un reto para él.
Me levanté finalmente y me acerqué un poco más hacia donde se encontraba el grupo de animales. Los observé por un momento. Era cierto que, de querer comerme, ya lo hubiesen hecho, y me habían salvado la vida al llevarme hasta ahí, pero eso no quitaba que fuera extraño.
―No puedo creer que voy a hacer esto ―dije para mí mismo, mirando el suelo y suspiré―. Gracias, Valentino, tú y tus hermanos me salvaron la vida.
Los reptiles volvieron a emitir un chasquido y después se giraron hacia el príncipe, quien los despidió con la mano, mientras estos volvían a sumergirse en el agua.
―¿Y qué es lo que dijeron?—pregunté con curiosidad una vez que volvimos a quedar solos.
#1170 en Fantasía
#201 en Magia
#1782 en Otros
#118 en Aventura
magia brujas hechiceros aventura romance, boys love bl, fantasia aventura humor
Editado: 19.06.2025