CASTEL.
—¿Seguro que te sientes bien?—preguntó Dina, de forma insistente, mientras se acercaba a mí, y observaba detenidamente la abertura en la camisa gris del uniforme.
Todos nos encontrábamos en el Gatito de Oro. Después de un largo sermón por parte del rey Octavio, nos habían permitido marcharnos, a excepción de a Ossian claro, quien había decidido fugarse, pues sabía que su padre no le permitiría salir del castillo.
—Estoy bien, Dina —le aseguré—. El doctor me examinó, y, aunque estaba sorprendido, dijo que todo parecía normal —le expliqué.
Ossian había insistido en que el médico real me hiciera una revisión, para constatar que mi corazón se encontraba sano. Y gracias a la magia, lo estaba.
—Bien, entonces nos serviré un trago. Creo que todos lo necesitamos —dijo la rubia y se dirigió hacia la barra—. Excepto tú, Cas, a ti te daré agua —agregó y solté un quejido.
—Vamos, regresé de la muerte, lo mínimo que merezco es algo de alcohol en mi sistema para sobrellevarlo —respondí, mientras tomaba asiento en uno de los bancos.
—Justo por eso es que no te dará —la apoyó, Ossian y entrecerré los ojos en su dirección.
—En todo caso, nadie aquí debería beber, como muestra de su solidaridad hacia mí—respondí con tono inocente.
—Demasiado tarde —intervino Cupido, después de darle un trago a su bebida.
—Sería más solidario beber en tu nombre—añadió Dante, y chocó su tarro con el del otro anciano.
—¿Ossian no crees que tus padres envíen soldados a buscarte cuando se den cuenta de que te fuiste?—cuestionó Dina, cambiando de tema, y todos observamos al príncipe.
—Es muy probable —respondió Ossian—Así que no podremos quedarnos mucho tiempo aquí. Seguramente es uno de los primeros lugares en los que buscarán —dijo el príncipe, mientras me observaba.
—Claro, después del espectáculo que montaron allá, tu padre debe seguir furioso —habló Dante, terminándose el contenido de su tarro.
Lo observé con detenimiento. A una parte de mí le asustaba el saber lo que pensarían los demás sobre mi relación con Ossian, y lo que habían presenciado después de que desperté. Tenía claro que era poco común ver a parejas del mismo sexo, sobre todo a un príncipe y un criminal.
Hasta el momento nadie nos había agredido o juzgado de forma cruel por besarnos en público, pero aún me ponía nervioso saber lo que pensaban mis amigos.
—Es que es raro —continuó y sentí cómo mi pulso se aceleraba—. Mira que yo entiendo que el príncipe te guste, solo hace falta observarlo para saber que es atractivo. Lo que no me queda claro es que te vio él a ti —bromeó el hombre, y sentí un agradable alivio inundando mi pecho.
Cupido y Dina se rieron, incluso yo sonreí por aquella tontería. Si mis compañeros mayores lograban tomarlo con naturalidad, aun habiendo crecido con otras enseñanzas y costumbres, entonces no tendría que preocuparme mucho por lo que pensaran los demás.
—Su capacidad de tolerarme —intervino el príncipe con diversión— eso lo hace un excelente candidato.
—Creí que era muy claro que me desesperabas —bromeé y esta vez fue Ossian quien entornó los ojos.
—En definitiva, son el uno para el otro —habló Vladimir, y antes de que pudiera contestarle volvió a tomar la palabra—. Y no lo digo como un cumplido —aclaró con seriedad, aunque yo ya había aprendido a identificar sus bromas.
—¿Y qué, entonces, a partir de ahora, serán una pareja?—cuestionó Dante—. ¿Harán todo sin separarse y comenzarán a vivir juntos?—agregó con diversión.
—Curioso. Suena justo a lo que haces con Cupido— se burló Dina y Dante escupió su bebida, mientras ponía una expresión avergonzada.
Esta vez todos reímos, incluso Vladimir.
—Claro, pero sin los besos —aclaró Cupido con tono divertido.
Sin duda me alegraba no haber abandonado Bedland y de tener ese grupo de amigos. De tener una familia como ellos.
—Pasando a temas más serios —dijo Dina, llamando la atención de todos en la habitación—. ¿Qué haremos si él regresa?—cuestionó con preocupación.
Todos sabíamos que hablaba de Os.
—Regresará —nos aseguró Ossian—Quizás otra vez quiera atacar el castillo, pues gracias a los collares de Tiberia no puede saber nuestra ubicación exacta. La última vez debió enterarse de que estábamos ahí, debido al baile y porque Rogan nos vio —explicó.
—Ahora sabemos lo peligroso que es. Incluso si esta vez todo el ejército interviene al mismo tiempo, si no pensamos en un plan inteligente no podremos frenar su magia —dije recordando cada uno de sus ataques y la forma tan rápida en la que se deshizo de los soldados.
Pensar en el hombre de los huesos me provocaba escalofríos, pero también enojo. Quería terminar con él, y no solo porque me hubiese matado. Si no más bien, porque aun si ya no estaba bajo su hechizo, Ossian jamás podría estar tranquilo, mientras él existiera
—Tienes razón —respondió Dina—. Debemos encontrar su punto débil, y atacarlo directamente.
—Quizás que él crea que estás muerto, pueda ser una ventaja—intervino Vladimir, pensativo.
—No quisiera que ninguno de ustedes volviera a involucrarse —habló Ossian con preocupación—. Esta vez tuvieron suerte, la próxima podría ser mucho peor —dijo con expresión culpable—. Esta es mi lucha. Siempre hemos sido el hombre de los huesos y yo —añadió y se volteó hacia mí—. Ya te perdí una vez, y no voy a volver a hacerlo, así que ni siquiera sugieras que quieres participar.
—¿Tu lucha?—respondí—. Eres el príncipe; si él te tiene, tendrá a todos. Empezará con Lypantopia y Bedland, pero nada asegura que termine ahí. Además, ¿en serio crees que voy a dejar que vayas tú solo? No hay forma de que eso pase. Yo no volví solo para perderte —dije mirándolo a los ojos.
Ossian parecía asustado, y lo entendía, pero yo también lo estaba. Además, ¿qué sentido tenía estar juntos si no era para apoyarnos? Para luchar, porque nada pudiera separarnos de nuevo
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Editado: 15.06.2025