El Latido de las Dos Lunas

Un Exiliado Bajo Dos Lunas

—Pero pasó —dijo ella.

Kael asintió.

—Necesito tu ayuda para cerrar las grietas. Mi magia no basta. Pero la tuya… es compatible.

—¿Cómo sabes que tengo magia?

Él la miró fijamente.

—Porque tu Pulso canta. No tienes idea de lo fuerte que es.

Lysandra sintió cómo su corazón se aceleraba. ¿Por él? ¿Por la revelación? ¿Por ambos?

No tuvo tiempo de averiguarlo.

Una sombra cruzó el cielo. Luego otra. Tres criaturas emergieron del costado del edificio, atraídas por el pulso compartido.

Kael se levantó tambaleante.
Lysandra apretó la daga.

—¿Puedes pelear?

—Siempre —sonrió él—. Sobre todo si estás tú.

Ella rodó los ojos, pero su corazón —su Pulso— dio un salto extraño.

Y juntos, volvieron a enfrentar la oscuridad.




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