El santuario era una estructura antigua, tallada en piedra blanca que brillaba como hueso a la luz del sol. Tenía inscripciones circulares, representando dos lunas entrelazadas.
El aire vibraba con poder puro.
Lysandra sintió algo tirando de su pecho.
—Es como… si estuviera hecha para entrar ahí.
Kael la observó.
—Tienes sangre de Luminar. Eres parte de este mundo.
Ella tragó saliva.
—Kael… ¿y si no soy totalmente humana?
Él tocó su mejilla.
—Eres totalmente Lysandra. Con eso me basta.
Ella sonrió, con lágrimas en los ojos.
—Gracias.
Dentro del santuario, encontraron un altar central, con un cristal que vibraba al ritmo de su vínculo.
Kael colocó su mano sobre él.
El cristal reaccionó.
Y el santuario se cerró, atrapándolos dentro.