La revelación golpeó a ambos al mismo tiempo.
Lysandra concentró la energía en sus manos.
Las runas antiguas aparecieron bajo su piel: líneas doradas que se extendían por sus brazos como raíces de luz.
Kael la observó con incredulidad.
—Tienes… sangre de Luminar.
Eres mitad humana… mitad nivhariana.
Lysandra apretó la mandíbula.
—Entonces tengo tanto derecho a este mundo como a Umbra.
Arvhan rugió:
—¡Ella es la llave!
La mezcla perfecta… la que debería haber sido mía hace décadas.
Kael sintió un escalofrío.
—Tío… ¿qué hiciste?
Arvhan se deformó, su voz resonando en múltiples tonos.
—Intenté crearla yo mismo.
Un híbrido perfecto.
Pero tus padres me lo arrebataron.
Lysandra sintió frío en su pecho.
—¿Mis padres…?
Kael cerró los ojos.
—Lys… tu madre era humana.
Tu padre… fue un Luminar.
Y Arvhan lo mató.
El silencio que siguió fue mortal.
Lysandra tembló.
La daga en su mano vibró con un grito silencioso.
Arvhan sonrió con una mueca grotesca.
—Ven, portadora.
Completa lo que está escrito.
Únete al Vacío.
Lysandra levantó la mirada… y por primera vez en su vida, sintió odio puro.
—Te voy a destruir.