Llegaron a un valle de hierba plateada, donde el mundo parecía contener la respiración.
Kael cayó de rodillas, agotado.
Lysandra lo sostuvo.
—Kael… ¿cuánto puedes soportar?
Él respiró con dificultad.
—Mientras estés conmigo… un poco más.
Ella se sentó a su lado, acariciándole el rostro.
—No quiero que te mueras por mi culpa.
Él tomó su mano.
—Si muero… será luchando por ti.
Y eso sería un honor.
Lysandra tragó saliva, con lágrimas en los ojos.
—No hables así.
Kael sonrió débilmente.
—Entonces bésame para callarme.
Ella abrió los ojos de golpe.
—¡Kael!
—¿Qué? Es un método lógico —murmuró.
Ella lo empujó suavemente… pero terminó abrazándolo.
—Tonto.
Kael apoyó su cabeza en su hombro.
—Tu tonto.
Lysandra sonrió por primera vez desde la batalla.