La mañana llegó con un silencio extraño. La nieve crujía bajo nuestros pies mientras avanzábamos por un sendero estrecho en las Tierras Prohibidas. Cada paso estaba cargado de anticipación; sentía que algo grande estaba por suceder. Kael caminaba a mi lado, su hielo formando una barrera protectora alrededor de nuestros pasos. Mi fuego palpitaba con intensidad, reflejando mi nerviosismo.
—Arien… —susurró Kael, sin apartar la mirada de la bruma—. Siento un cambio en la magia de este lugar. No es natural; alguien la manipula.
Asentí, ajustando mis manos para que mi fuego estuviera listo, pero controlado. —Entonces debemos estar preparados. No podemos subestimar lo que venga.
Avanzamos y la niebla se tornó más espesa. Los árboles parecían susurrar entre ellos, y la tierra misma vibraba con energía antigua. Podía sentir cómo la magia de las Tierras Prohibidas reaccionaba a nuestra presencia, pero también a un poder externo que intentaba moldearla.
—Kael… —dije, bajando la voz—. Esto… no es solo un enemigo común. Esta persona o criatura controla la magia del valle.
Él apretó mi mano y susurró: —Juntos podemos enfrentarlo. Nada podrá separarnos, Arien.
La primera manifestación del enemigo apareció como un espectro hecho de raíces y sombras, sus ojos brillando con un rojo profundo que parecía absorber la luz a su alrededor. Sus movimientos eran fluidos, casi danzantes, pero cada gesto estaba cargado de intención: intentaba manipular nuestro fuego y hielo, distorsionando nuestras energías para debilitarnos.
—Kael… lo siento… está jugando con nuestra magia —susurré, mientras esquivábamos un ataque que buscaba romper nuestro patrón de energía.
—Debemos fusionarnos aún más —respondió, su voz firme—. No solo fuego y hielo, sino mente y corazón. Confía en mí.
Tomé una profunda respiración y dejé que mi fuego respondiera a mis emociones, mientras su hielo se entrelazaba en un patrón completamente nuevo, amplificando nuestras energías combinadas y protegiéndonos de la manipulación del enemigo. Por primera vez, sentí que nuestra magia actuaba como una extensión de nuestro amor y confianza, más allá de la fuerza bruta.
Mientras luchábamos, la figura comenzó a hablar, su voz resonando en nuestras mentes:
—La profecía que sigues no es lo que parece. Fue creada hace siglos, por un consejo de magos y dioses, para controlar el equilibrio entre fuego y hielo. Cada elección que haces no solo afecta vuestro destino, sino el tejido de toda la magia de este mundo.
Mi corazón se detuvo por un instante. Kael me miró, sus ojos reflejando la misma mezcla de asombro y preocupación. —¿Qué significa eso? —susurró—. ¿Que todo lo que hemos hecho está… controlado?
—No lo sé —respondí—. Pero debemos concentrarnos en mantenernos juntos. Si nuestra unión es más fuerte que cualquier manipulación, podemos cambiar incluso lo que se cree predestinado.
El enemigo lanzó un ataque masivo, intentando separar nuestro fuego y hielo, distorsionando nuestra conexión. Pero esta vez, no solo respondimos; innovamos. Concentré mi fuego en mis sentimientos más profundos por Kael, dejando que mi amor y confianza guiaran cada chispa. Kael hizo lo mismo con su hielo, reflejando no solo mi energía, sino amplificándola con la suya.
El resultado fue un pulso de energía que no solo nos defendió, sino que comenzó a revertir la manipulación del enemigo. La bruma se disipó parcialmente, y por un instante sentí que estábamos dominando la situación.
—Arien… esto es más que magia —dijo Kael, apoyando su frente contra la mía—. Es nuestro amor, nuestra confianza. Eso es lo que no puede controlar.
Asentí, dejando que mi fuego y su hielo se entrelazaran por completo, formando una nueva danza de energía que el enemigo no podía anticipar ni dominar.
Pero entonces la figura se detuvo, y una nueva revelación golpeó mi mente como un relámpago: visiones del origen de la profecía, de los magos que la crearon y los sacrificios que hicieron para equilibrar el poder entre fuego y hielo. Comprendí que nuestra lucha no era solo contra un enemigo físico; era contra siglos de destino tejido y expectativas impuestas.
—Kael… —susurré, mi voz temblando—. Esto… todo esto fue planeado mucho antes de que naciera siquiera.
Él me sostuvo con fuerza. —No importa lo que fue planeado. Lo que importa es lo que elegimos ahora. Nuestro destino está en nuestras manos.
El enemigo, viendo que nuestra unión era inquebrantable, intensificó sus ataques, mezclando ilusiones, distorsión de energía y manipulación emocional. Intentaba mostrarnos escenarios donde nuestro amor fracasaba, donde sacrificábamos todo por un bien mayor. Sentí un dolor profundo al ver estas visiones, pero la mirada de Kael me devolvió la fuerza.
—Arien… —susurró—. Pase lo que pase, no cederemos. Nuestro vínculo es más fuerte que cualquier predicción.
Respiré hondo y canalicé todo mi amor, miedo y esperanza en un solo pulso de fuego. Kael respondió con su hielo, sincronizando cada movimiento. La energía combinada se elevó, iluminando las Tierras Prohibidas, y por primera vez sentí que nuestra magia no solo podía defendernos, sino alterar la profecía misma.
El enemigo rugió, incapaz de sostener su control, y en un último intento de intimidación, susurró:
—Para vencer la profecía, debéis aceptar que cualquier sacrificio es necesario… incluso separarse.
Sentí cómo mi corazón se tensaba. La idea de estar separados, aunque fuera por el bien del mundo, era insoportable. Kael notó mi reacción y me abrazó con fuerza, su hielo mezclándose suavemente con mi fuego.
—Arien… nunca aceptaré eso —dijo—. Pase lo que pase, nos enfrentaremos a todo juntos. No habrá separación, no habrá sacrificio que nos rompa.
Con un grito de unión, fusionamos nuestra energía una vez más, creando un pulso que no solo rechazó la manipulación del enemigo, sino que también comenzó a deshacer la influencia de la profecía antigua sobre el valle. La luz se expandió, y sentí que las cadenas del destino comenzaban a romperse bajo la fuerza de nuestra unión.