El latido del Fénix

Capitulo 29: El Eclipse Final

Arien

La penumbra cubría la cima de la meseta donde el Corazón del Eclipse se fusionaba con el cielo. Cada paso que daba junto a Kael resonaba con la fuerza de la Llama Dividida, y sentía cómo nuestro poder pulsaba al ritmo de los latidos de nuestros corazones. El aire estaba cargado de electricidad y un silencio profundo, interrumpido solo por el murmullo de nuestra propia energía.

—Kael… —susurré, apretando su mano—. Este es el lugar. El núcleo del Eclipse.

Él asintió, su mirada fija en el horizonte. —Sí. Todo lo que hemos hecho nos ha llevado hasta aquí. Y ahora… debemos enfrentarlo.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda mientras observaba el paisaje: un valle rodeado de acantilados que brillaban tenuemente con la luz de nuestra fusión. En el centro, un círculo de energía oscura palpitaba como un corazón, y su presencia hacía que cada chispa de nuestra Llama Dividida reaccionara, amplificando nuestro poder y, al mismo tiempo, recordándonos la magnitud del desafío que nos esperaba.

—Arien… —dijo Kael suavemente—. No podemos fallar. La profecía… todo depende de nosotros.

Asentí, sintiendo cómo su hielo se entrelazaba con mi fuego. —Lo sé. Pero juntos… podemos enfrentar cualquier cosa.

El núcleo del Eclipse comenzó a vibrar y una sombra emergió de su centro, tomando forma de un ser que parecía estar hecho de la oscuridad misma, alimentado por siglos de magia ancestral. Sus ojos brillaban con un fuego negro que absorbía la luz, y podía sentir cómo cada pensamiento de miedo, cada duda, cada incertidumbre se materializaba en su presencia.

—Kael… —susurré—. Es… imponente.

—Sí —respondió él, apretando mi mano con fuerza—. Pero nosotros también lo somos. La fusión nos ha preparado para esto.

Tomé aire, sintiendo cómo nuestra unión se fortalecía con cada latido. La Llama Dividida brillaba con intensidad, envolviéndonos en un torbellino de energía que combinaba fuego, hielo, luz y sombra. Por un instante, no éramos Arien y Kael; éramos uno solo, una fuerza viva capaz de desafiar incluso la oscuridad más profunda.

—Concéntrate en mí —susurré, sintiendo cómo su respiración se sincronizaba con la mía—. Cada chispa de nuestra energía debe fluir como uno solo.

Él asintió, y por un instante, la energía alrededor nuestro se estabilizó, formando un campo que repelía la sombra del núcleo. La criatura rugió, lanzando oleadas de oscuridad que amenazaban con desbordarnos, pero sentí la fuerza de Kael junto a mí y comprendí que nuestra unión era nuestra mejor arma.

—Arien… —dijo Kael, con la voz temblando de emoción y determinación—. Esto no es solo magia. Esto es nuestro amor, nuestra confianza, nuestra voluntad.

—Lo sé —respondí, sintiendo cómo la fusión se intensificaba—. Y mientras permanezcamos juntos, nada puede destruirnos.

El núcleo del Eclipse respondió a nuestra unión, proyectando visiones de todos los desafíos que habíamos superado: los Guardianes, los abismos, los templos antiguos, cada prueba que nos había enseñado a equilibrar nuestras energías, a confiar, a amar sin reservas. Cada recuerdo se convirtió en un rayo de luz que iluminó nuestra lucha, alimentando la Llama Dividida y debilitando la oscuridad que nos enfrentaba.

—Kael… esto… —susurré—. Es como si toda nuestra historia estuviera aquí, guiándonos.

Él me miró, sus ojos brillando con amor y fuerza. —Y ahora debemos escribir el final, Arien. Con nuestra unión, con nuestra fusión.

El ser de oscuridad atacó con una fuerza que sacudió la meseta. Cada golpe que lanzaba generaba ondas de energía capaces de romper la roca a nuestro alrededor. Sentí cómo nuestra fusión vibraba con cada ataque, buscando un equilibrio perfecto entre fuego y hielo, pasión y control.

—Arien… —dijo Kael—. No podemos solo resistir. Debemos devolver la energía, canalizarla a través de nosotros.

Asentí, y colocamos nuestras manos sobre el núcleo, permitiendo que la Llama Dividida absorbiera y redirigiera la energía de la sombra. Un torbellino de luz y oscuridad nos envolvió, y por un instante sentí miedo, miedo de que la fusión no fuera suficiente. Pero entonces sentí su corazón junto al mío, y supe que juntos éramos invencibles.

—Juntos, Kael… —susurré—. Siempre juntos.

—Siempre —respondió él—.

La lucha se intensificó, y la fusión alcanzó su punto máximo. Nuestra energía ya no era solo fuego y hielo; era luz y sombra, amor y fuerza, coraje y sacrificio. Cada chispa que emitíamos desintegraba la oscuridad del núcleo, proyectando fragmentos de luz que iluminaban la meseta y reflejaban nuestras siluetas fusionadas.

—Arien… —dijo Kael, con voz firme—. Esta es la prueba final. No hay margen de error. Cada emoción, cada pensamiento, cada latido… todo debe fluir como uno.

Lo hicimos. La convergencia de nuestras almas se volvió absoluta, y por un instante, sentí que el mundo entero contenía nuestra energía, reflejando nuestra unión y nuestra fuerza. La oscuridad rugió por última vez, pero no pudo resistir el poder de nuestra fusión.

El núcleo del Eclipse se desintegró lentamente en un torrente de luz pura, que nos envolvió completamente. Sentí cómo la sombra desaparecía, cómo cada fragmento de energía oscura se transformaba en luz, y cómo nuestra Llama Dividida brillaba más que nunca.

—Lo logramos —susurré, apoyándome contra Kael—. Hemos superado la profecía.

—Sí —respondió él, abrazándome—. Y nada podrá separarnos ahora. Ni la oscuridad, ni el destino, ni el tiempo.

Nos quedamos allí, tomados de la mano, respirando mientras la luz del nuevo amanecer iluminaba la meseta. Cada símbolo en las paredes proyectaba ahora mensajes de paz y armonía, confirmando que nuestra fusión había equilibrado el poder del Corazón del Eclipse y transformado la profecía en algo que podíamos controlar.

—Kael… —susurré—. Hemos cambiado nuestro destino. Y lo hicimos juntos.

—Siempre juntos —respondió él, y en ese momento comprendí que ningún desafío, ninguna oscuridad, ninguna fuerza en el mundo podía separarnos mientras nuestra fusión y nuestro amor permanecieran intactos.




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