El Latido Salvaje

Capítulo 7: Identidades Ocultas

La ciudad de Lunargenta, un crisol de luces y sombras, de bullicio urbano y misterios ancestrales, seguía su ritmo frenético, ajena al torbellino emocional que sacudía a Amara. De vuelta en su pequeño apartamento, un refugio abarrotado de libros, mapas y fotografías, la mente le zumbaba con preguntas sin respuesta. El encuentro con Kalen en el bosque, su advertencia, su aroma... todo se repetía en su cabeza como un disco rayado. A pesar del miedo, la fascinación por él y su mundo seguía ganando la batalla. Su advertencia, "No estás sola en este bosque. Y ellos no serán tan amables como yo", resonaba en su memoria, encendiendo una llama de curiosidad y, debía admitirlo, un peligroso desafío.

Sentada en su escritorio, un caos organizado de notas de investigación, recortes de periódico y fotografías borrosas, Amara repasó lo que sabía, que ahora era mucho más de lo que jamás imaginó. Hombres lobo. Manadas. Un alfa enigmático y peligrosamente atractivo. Un territorio ancestral en disputa. Y ella, una simple fotoperiodista freelance, atrapada en medio de una guerra que ni siquiera sabía que existía. Era absurdo. Era… fascinante. Y la Esencia de Luna, ese aroma que emanaba de ella y que parecía enloquecer a Kalen, la desconcertaba por completo.

El café humeaba en su taza, pero Amara apenas lo notaba. Sus ojos estaban fijos en la pantalla de su portátil, donde había abierto una docena de pestañas con información sobre mitología, folclore y… licantropía. Había pasado de buscar explicaciones racionales a las desapariciones en el bosque, a sumergirse en un mundo de leyendas y supersticiones que, para su sorpresa, empezaban a cobrar sentido.

El amanecer la sorprendió en la misma posición, con los ojos cansados y la mente agotada, pero sin haber encontrado respuestas, solo más preguntas. Decidió que no podía quedarse de brazos cruzados, esperando a que el peligro la encontrara. Debía actuar. Debía investigar. Pero, ¿por dónde empezar?

Con un suspiro, guardó sus notas más comprometedoras en una caja fuerte oculta bajo una pila de libros (una precaución que antes le habría parecido exagerada, pero que ahora le parecía esencial), tomó su cámara, su inseparable cuaderno de notas y su teléfono móvil, y salió hacia el corazón de la ciudad. Tenía una reunión en el periódico Crónica de Lunargenta, donde esperaba vender, o al menos, avanzar, su reportaje sobre las desapariciones. Pero, ¿cómo presentar una historia a medias, una historia que se había transformado en algo mucho más grande y peligroso de lo que jamás imaginó? ¿Y cómo ocultar la verdad, ahora que la conocía?

Las Decisiones del Alfa (y sus Conflictos Internos)

Mientras tanto, en un rascacielos de cristal y acero que se alzaba como un faro moderno en el centro de Lunargenta, Kalen Kaelson, CEO de Sentinel Corp, intentaba sin éxito concentrarse en una reunión de la junta directiva. Su oficina, un espacio minimalista y elegante, con paredes de vidrio que ofrecían una vista panorámica de la ciudad, era el epítome del poder y el control. Pero detrás de esa fachada impecable, detrás de esa máscara de frialdad y eficiencia, se agitaba la misma inquietud que consumía a Amara, multiplicada por mil.

Sentinel Corp, una empresa de seguridad privada de élite, era mucho más que una tapadera. Era una herramienta, un medio para proteger a su manada, para mantener el equilibrio entre el mundo humano y el mundo sobrenatural. Le proporcionaba recursos, tecnología, información y, sobre todo, una excusa para la discreción y el secretismo que necesitaban para sobrevivir. Pero también era una jaula dorada, un recordatorio constante de la doble vida que llevaba.

Esa mañana, sin embargo, Kalen no podía concentrarse en los gráficos de crecimiento, ni en las estrategias de expansión, ni en las caras expectantes de sus directivos. Su mente volvía una y otra vez a Amara. A su valentía imprudente. A su aroma embriagador, esa Esencia de Luna que despertaba en él instintos primarios que creía tener bajo control. A esa conexión inexplicable que lo atraía hacia ella como un imán, a pesar de todos los peligros, a pesar de todas las razones por las que debía alejarla.

Es solo una humana, se repetía. Una humana que no debería significar nada para mí. Una humana que podría destruirme, a mí y a mi manada. Pero la imagen de sus ojos verdes, desafiantes y llenos de curiosidad, se interponía entre él y la realidad. La necesidad de protegerla, un instinto primario que lo desbordaba, chocaba con la lógica, con la responsabilidad, con el juramento que había hecho a su manada.

Rowan, su segundo al mando y amigo de confianza desde la infancia, que estaba sentado a su lado en la reunión, le lanzó una mirada de soslayo. Kalen sabía lo que significaba esa mirada: Concéntrate. No dejes que tus emociones te dominen. Eres el alfa.

—…y por lo tanto, propongo que redoblemos nuestros esfuerzos en la expansión hacia el sector tecnológico —decía el director financiero, ajeno a la lucha interna de Kalen—. La adquisición de CyberSecure Solutions sería un paso estratégico…

Kalen asintió mecánicamente, intentando seguir el hilo de la conversación. Pero su mente estaba en otra parte. En el bosque. Con Amara. Recordó la sensación de su piel bajo sus dedos cuando la había sujetado del brazo, la forma en que su corazón se había acelerado cuando la había tenido cerca… Y la furia que lo había invadido al verla amenazada por Lucius. Furia que le decía, a gritos, que esa humana significaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Más tarde, ya solo en su oficina, Kalen revisó los informes de seguridad que Rowan le había entregado. Los movimientos de Marcus cerca de la frontera, el aumento de la actividad de los cazadores, la presencia de lobos desconocidos… Todo indicaba que se avecinaba una tormenta. Y, en medio de esa tormenta, Amara se alzaba como un faro, atrayendo el peligro hacia ella, y hacia él.




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