El Latido Salvaje

Capítulo 20: La luna en la Batalla

El silencio se apoderó del refugio, interrumpido solo por los suaves jadeos de Amara y el eco de la voz de Kalen. La manada, aún impactada por la revelación, observaba a su nueva Luna con una mezcla de respeto y temor.

Amara, por su parte, se sentía abrumada por la conexión que la unía a Kalen, una mezcla de deseo y una extraña sensación de pertenencia.

Kalen tomó la mano de Amara, guiándola hacia el centro de la sala. La marca en su cuello, la media luna, brillaba con una luz tenue, un faro que atraía las miradas de todos los presentes. Cada lobo, al ver la marca, bajaba la cabeza en señal de sumisión, reconociendo la autoridad de su nueva Luna.

—Amara, como Luna de Sombraluz, tienes el poder de decidir el destino de esta manada —anunció Kalen, con voz solemne—. Tu palabra es ley.

Amara sintió un escalofrío ante la magnitud de sus nuevas responsabilidades. Miró a los lobos, sus rostros llenos de expectativa y respeto.

—No vine aquí para ejercer poder sobre ustedes —dijo Amara, con voz suave pero firme—. Solo quiero aprender a vivir entre ustedes, a ser parte de esta manada.

Un murmullo de sorpresa recorrió la sala. Los lobos, acostumbrados a la dureza de su alfa, no esperaban tal compasión de su Luna.

—Desde hoy, protegeremos a Amara con nuestras vidas —intervino Rowan, con voz resonante—. Quien ose hacerle daño, se enfrentará a la furia de Sombraluz.

La manada asintió con fervor, sellando su compromiso con su nueva Luna. Amara sintió un nudo en la garganta, conmovida por la lealtad de los lobos.

De pronto, un guerrero de Sombraluz irrumpió en la sala, su rostro pálido y sudoroso.

—Alfa —jadeó el guerrero—, los cazadores... están avanzando. Se adentran en lo más profundo del bosque.

Un silencio tenso se apoderó de la sala. Kalen frunció el ceño, su mirada endureciéndose.

—¿Cuántos son? —preguntó Kalen, con voz grave.

—No lo sabemos con certeza, Alfa. Pero parecen muchos, y están bien armados.

Kalen intercambió una mirada preocupada con Rowan. Los cazadores, aliados con Marcus, el alfa renegado, representaban una amenaza para Sombraluz. Buscaban el corazón del bosque, un lugar de gran poder que podría desequilibrar la balanza entre las manadas.

—Debemos prepararnos —dijo Kalen, con voz firme—. Rowan, reúne a los guerreros. Amara, quédate aquí, estarás a salvo.

Amara sintió un escalofrío de temor. Los cazadores, la amenaza de Marcus, el misterioso corazón del bosque... todo parecía converger en un punto de conflicto inminente.

—.Arion, necesito que te quedes en el refugio, debes descansar.

Arion asintió, aunque su rostro mostraba signos de dolor. Amara notó la extraña marca en su brazo.

—Arion, la herida que te hicieron no ha desaparecido ¿Recuerdas quién la hizo? —preguntó Amara, con preocupación.

—Fui atacado por uno de los cazadores —respondió Arion, con voz tensa—. Usó una magia oscura, una marca que me debilita.

La marca en el brazo de Arion era un símbolo de la creciente amenaza.

—Esa marca... —murmuró Rowan, con preocupación—. Es obra de Marcus, el alfa renegado.

—Debemos detenerlos —dijo Kalen, con voz firme—. Amara, quédate aquí.

—No, Kalen —respondió Amara—. Iré con ustedes.

Kalen dudó, pero cedió.

—Está bien. Pero te quedarás cerca de mí.

En ese momento, Caelan, acompañado de Darian y Lyra, se acercó a Kalen.

—Alfa, nosotros también iremos —dijo Caelan, con voz firme—. No dejaremos que Sombraluz enfrente esta amenaza solos.

Kalen asintió, agradecido por el apoyo de sus aliados.

—Bien —dijo Kalen—. Pero manténganse alerta.

La manada se preparó para la batalla. Kalen se transformó en un lobo negro imponente, sus ojos dorados brillando con determinación. Amara, al sentir la cercanía del peligro, dejó que su loba interior tomara el control. Su transformación fue majestuosa: una loba grande de pelaje plateado, con ojos de un color sobrenatural que brillaban con intensidad.

La manada se adentró en el bosque, siguiendo el rastro de los cazadores. El aire estaba cargado de tensión, el silencio roto solo por el crujir de las hojas bajo sus patas. Amara, con sus sentidos agudizados, percibió la presencia de los cazadores a lo lejos.

—Están cerca —advirtió Amara, con un gruñido bajo.

Kalen asintió, indicando a la manada que se preparara para el ataque. Los cazadores, armados y liderados por Marcus, emergieron de entre los árboles, sus rostros llenos de odio y determinación.

La batalla comenzó con ferocidad. Los lobos de Sombraluz, liderados por Kalen y Amara, lucharon con valentía, enfrentando a los cazadores con garras y colmillos. Caelan, Darian y Lyra se unieron a la lucha, demostrando su lealtad y poder.

Amara, con su pelaje plateado brillando bajo la luz del sol, se movía con gracia y poder, atacando a los cazadores con una ferocidad inesperada. Kalen, a su lado, luchaba con la fuerza de un alfa, protegiendo a su Luna con cada movimiento.




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