El claro se iluminó bajo la pálida luz de la luna, revelando la antigua estructura de piedra. Sus paredes, cubiertas de símbolos brillantes, irradiaban una energía ancestral que hizo que los exploradores de Sombraluz contuvieran la respiración. Rowan, con su experiencia y sabiduría, se acercó con cautela.
—Sientan esa energía —susurró Rowan, con voz baja—. Es el corazón del bosque, un lugar de gran poder.
Los exploradores asintieron, sintiendo la vibración en el aire. La estructura de piedra parecía latir con una vida propia, un corazón antiguo que esperaba ser despertado.
—Debemos encontrar el artefacto —dijo Rowan, con determinación—. Es la llave para liberar el poder del corazón del bosque.
Los exploradores comenzaron a inspeccionar la estructura, buscando alguna pista o indicio del artefacto. La estructura, con sus intrincados laberintos y cámaras ocultas, parecía un desafío en sí misma. Tras una cuidadosa inspección, descubrieron una cámara oculta, protegida por un complejo mecanismo de símbolos grabados en la piedra.
Al activar ciertos símbolos en secuencia, la cámara se abrió, revelando un altar de piedra en su interior. Sin embargo, el altar no contenía un artefacto tangible, sino un espejo de obsidiana oscura, cuyas superficie reflejaba un cielo nocturno lleno de estrellas desconocidas.
Rowan, con un presentimiento, supo que el "artefacto" no era un objeto, sino un portal. Y que solo alguien con la sangre de los Lunaris podría activarlo.
—Amara debe venir aquí —declaró Rowan, con urgencia—. Este portal, este espejo, reaccionará a su sangre. Solo ella podrá despertar el corazón del bosque.
Mientras tanto, en su refugio oscuro, Marcus percibió la creciente energía del corazón del bosque. Su rostro se contorsionó en una mueca de ansiedad y determinación.
—No permitiré que lo encuentren —gruñó Marcus, con voz cargada de odio—. El poder del corazón del bosque me pertenece.
Marcus convocó a sus aliados, criaturas oscuras y poderosas que respondieron a su llamado. Les ordenó que se prepararan para la batalla, que protegieran el corazón del bosque a toda costa.
—Debemos llegar antes que ellos —dijo Marcus, con voz urgente—. Si los Lunaris y los lobos de Sombraluz obtienen ese poder, estaremos perdidos.
La urgencia en la voz de Marcus era palpable. Sabía que el tiempo se agotaba, que debía actuar con rapidez para evitar que sus enemigos obtuvieran la ventaja. La confrontación por el corazón del bosque era inminente, y el destino de Amara, como la llave para despertar su poder, estaba a punto de ser revelado.
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El eco del aullido de Caelan resonó a través del bosque de Montreal, un llamado ancestral que despertó la alerta en la manada Lunaris. La urgencia impregnó sus corazones; su princesa, Amara, estaba en peligro. Sin vacilar, la manada se preparó para la partida, sabiendo que cada segundo contaba.
Mientras se disponían a movilizarse, una vibración sutil recorrió el aire, una energía ancestral que resonaba con la esencia misma de la luna. En lo profundo del bosque, un poder latente se despertó, invocando a los Guardianes Alados, criaturas legendarias que dormían en un estado de letargo.
Los Guardianes Alados, seres de plumaje iridiscente y alas colosales, despertaron ante la llamada de la luna. La energía que emanaba del bosque los guió hacia la manada Lunaris, respondiendo al aullido de su alfa, Caelan.
La sorpresa y el asombro se apoderaron de la manada Lunaris cuando los Guardianes Alados emergieron de las sombras. Las criaturas legendarias, mencionadas solo en los relatos ancestrales, se materializaron ante sus ojos, majestuosas y poderosas.
Los Lunaris, con una mezcla de incredulidad y reverencia, observaron a los Guardianes Alados. El poder de las leyendas se hizo realidad, y ellos, los Lunaris, eran los únicos capaces de montar en sus lomos.
Con movimientos precisos y una conexión ancestral, los Lunaris montaron sobre los lomos de los Guardianes Alados. El vuelo comenzó, un espectáculo de gracia y poder, mientras se elevaban hacia el cielo nocturno, dejando atrás el bosque de Montreal.
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Mientras tanto, en su refugio oscuro, Marcus, ajeno a la activación de los Guardianes Alados, se concentraba en su objetivo principal: reunir refuerzos para detener a Amara. La noticia de que los lobos de Sombraluz habían encontrado el portal lo llenó de furia y desesperación.
—¡Debo detenerlos! —gruñó Marcus, con voz cargada de odio—. Si Amara despierta el corazón del bosque, todo estará perdido.
Marcus envió mensajeros a través del bosque, buscando aliados entre las criaturas oscuras y solitarias. La urgencia de la situación lo impulsaba a tomar medidas drásticas, sin importar los riesgos.
En el claro donde se encontraba el portal, la tensión aumentaba. Los lobos de Sombraluz se preparaban para la inminente batalla, mientras que Amara se preparaba para desatar el poder ancestral del corazón del bosque. La llegada de los Guardianes Alados y la manada Lunaris prometía cambiar el curso de la batalla, pero el peligro aún era inminente.