El Latido Salvaje

Capítulo 24: El Desmoronamiento de las Sombras

La oleada de poder ancestral, desatada por la conexión de Amara con el portal y el despertar de los Guardianes Alados, transformó el campo de batalla en un espectáculo de luz y furia. Las criaturas oscuras de Marcus, confiadas en su superioridad numérica y su magia sombría, se encontraron de repente superadas por fuerzas mucho más antiguas y poderosas.

Los Espectros de la Niebla, acostumbrados a drenar la energía vital de sus víctimas, se encontraron con un obstáculo inesperado. Los Guardianes Alados, con sus alas irradiando luz lunar pura, los quemaron como si fueran sombras en el sol. Sus susurros de oscuridad se convirtieron en chillidos de agonía mientras se desvanecían en la luz.

Las Gárgolas de Obsidiana, fuertes y resistentes, se enfrentaron a los lobos luminosos, cuyos colmillos y garras brillaban con la luz de las estrellas. Cada mordisco y cada zarpazo era como un golpe de martillo celestial, agrietando su piel de piedra y haciendo añicos sus cuerpos imponentes. Las Gárgolas, acostumbradas a resistir cualquier ataque, se derrumbaron bajo la implacable furia de los lobos estelares.

Las Arañas de la Penumbra, maestras de las trampas y el veneno, se encontraron atrapadas en sus propias redes. Los ágiles seres felinos, sombras vivientes que se movían con la velocidad del pensamiento, tejieron sus propias telarañas de luz, atrapando a las arañas en sus propios hilos mortales. Los venenos paralizantes se volvieron inútiles ante la velocidad y la precisión de los felinos, que las despedazaron antes de que pudieran siquiera reaccionar.

Silas Silverwood, lleno de odio y sed de venganza, se enfrentó a Kalen, quien lo atacó con ferocidad. Pero justo cuando pensó que Kalen lo dejaría fuera de combate, se topó también con el Oso de musgo, este oso era imponente, su pelaje desprendía musgo con espinas venenosas, el golpe que recibió lo envío lejos, hasta estrellarse con una de las Gárgolas de Obsidiana.

Marcus, observando cómo su ejército se desmoronaba ante el poder ancestral, sintió un escalofrío de terror. La victoria que había dado por segura se desvanecía ante sus ojos.

—¡No puede ser! —gritó Marcus, con voz cargada de desesperación—. ¡Esto no es posible!

Pero la realidad era innegable. Las criaturas oscuras que había reunido, débiles ante el poder ancestral, estaban siendo aniquiladas. La luz de la luna, amplificada por el portal y la sangre de Amara, quemaba sus sombras y hacía añicos su oscuridad.

La batalla se convirtió en una masacre. Los aliados de Marcus fueron barridos por la furia de los Guardianes Alados y las criaturas del bosque, un vendaval de luz y garras que los destrozó sin piedad. El claro, antes un campo de batalla oscuro y aterrador, se iluminó con la luz de la victoria, un triunfo de la naturaleza y la leyenda sobre la oscuridad.

El juicio del bosque

La derrota de sus aliados dejó a Marcus expuesto, su rostro contorsionado por la rabia y el miedo. El claro, ahora iluminado por la luz de la victoria, se convirtió en el escenario de su juicio final. Amara, con el portal de obsidiana pulsando con poder detrás de ella, se enfrentó a Marcus, su mirada llena de determinación.

—Tu codicia y tu oscuridad han envenenado este bosque durante demasiado tiempo —dijo Amara, con voz resonante—. Es hora de que pagues por tus crímenes.

Marcus intentó lanzar un ataque desesperado, una explosión de magia oscura que pretendía destruir el portal y a Amara. Pero la luz de la luna, amplificada por el portal y la sangre de Amara, lo envolvió, quemando su oscuridad y debilitando su poder.

Kalen, furioso por el daño que Marcus había causado a su manada y a Amara, se lanzó contra él, su lobo negro emergiendo, lleno de furia. Caelan, junto a los Guardianes Alados y los lobos luminosos, se unió al ataque, formando un torbellino de garras, colmillos y luz.

Marcus, superado en número y poder, no tuvo oportunidad. Los ataques combinados de Kalen, Caelan y los Guardianes Alados lo derribaron, dejándolo indefenso ante Amara.

Amara, con el poder del corazón del bosque fluyendo a través de ella, levantó su mano hacia Marcus. Un torrente de luz plateada brotó de su palma, envolviendo a Marcus en un resplandor cegador. La oscuridad que lo consumía se desvaneció, quemada por la luz de la luna y el poder del bosque.

Pero el juicio no fue solo de Amara. El bosque mismo se unió a la sentencia. Las raíces de los árboles se alzaron, atrapando a Marcus en un abrazo de madera y tierra. La naturaleza, herida por su codicia, reclamó su deuda.

Con un estruendo sordo, el suelo bajo Marcus se abrió, tragándoselo en las profundidades del bosque. El claro quedó en silencio, la oscuridad de Marcus erradicada por la luz de la victoria.

El portal de obsidiana, activado por la sangre de Amara, emitió un último pulso de energía, sanando las heridas del bosque y restaurando su equilibrio. La paz, largamente ausente, regresó al claro, un testimonio del poder de la naturaleza y la leyenda.




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