Cinco años después de la batalla por el corazón del bosque, el mundo había cambiado, pero la leyenda perduraba. Amara, ahora una periodista de renombre en el "Daily Horizon", había encontrado un equilibrio entre su vida humana y su conexión con el bosque. Su pluma, afilada y justa, revelaba las verdades ocultas de la ciudad, pero también tejía historias de la naturaleza, recordando a sus lectores la magia que aún habitaba en las sombras.
Kalen, el carismático CEO de Sentinel Corp, había transformado su empresa en un bastión de protección, no solo para la ciudad, sino también para el bosque. Sus agentes, entrenados en las artes marciales y la magia lunar, custodiaban los límites del bosque, asegurando que la oscuridad nunca volviera a amenazar su paz.
Caelan y Lyra, unidos por un amor que trascendía las barreras entre manadas, habían fundado un centro de conservación en las afueras de la ciudad. El "Santuario de la Luna", como lo llamaban, era un refugio para animales heridos y criaturas mágicas, un símbolo de la coexistencia pacífica entre humanos y seres de leyenda.
Las dos manadas, Sombraluz y Lunaris, habían formado una alianza inquebrantable, compartiendo sus conocimientos y fuerzas para proteger el bosque y sus secretos. Los jóvenes lobos, nacidos de la unión de ambas manadas, crecieron con historias de héroes y leyendas, aprendiendo a honrar su herencia lunar y su conexión con la naturaleza.
Sor Emilia, liberada de sus votos y ataduras, había regresado a su forma verdadera: una joven radiante de belleza atemporal, una guardiana del bosque que había encontrado el amor en los brazos de Arion. Juntos, se convirtieron en los protectores de los senderos mágicos, asegurando que solo aquellos con corazones puros pudieran acceder a sus secretos.
En el corazón del bosque, el portal de obsidiana permanecía en silencio, un recordatorio del poder ancestral que Amara había despertado. Los Guardianes Alados, sus alas colosales extendidas sobre el claro, continuaban su vigilia eterna, asegurando que la paz y el equilibrio del bosque perduraran para siempre.
Una noche, bajo la luz de la luna llena, Amara y Kalen llevaron a su hijo, Aiden, un niño de ojos plateados y corazón valiente, al corazón del bosque. Le contaron las historias de la batalla, de los héroes y las leyendas, de la oscuridad que había sido vencida por la luz del amor y la esperanza.
El niño, con los ojos llenos de asombro, miró a los Guardianes Alados, sus siluetas recortadas contra el cielo nocturno.
—¿Son reales? —preguntó Aiden, con voz temblorosa.
Amara sonrió, su corazón latiendo con orgullo.
—Son tan reales como tú y yo —respondió Amara, con voz suave—. Y siempre estarán aquí, para recordarnos que la magia y la esperanza nunca mueren.