El Legado

Capítulo 7

Casi era la hora del almuerzo cuando recepción me avisa que Maite me buscaba. Así que recojo algunas cuantas cosas y voy en su búsqueda.

Estaba girando una esquina, cerca de donde me esperaban, cuando topo con alguien.

Una vez pasado el impacto, me doy cuenta que a quien casi había arroyado por estar inmerso en mis pensamientos, no era otra que Ángela, la sobrina de Flores, uno de los abogados que trabajan para mi padre.

- Hola – la saludo de beso.

- Hola – contesta ella.

- Siento lo de… - comienzo a disculparme.

- No hay problema. Creo que no estaba poniendo atención por donde iba – dice aun avergonzada.

- Igual yo. ¿Vienes a ver a tu tío?

- Sí – me da una pequeña sonrisa de cortés pero seguía sin verme del todo a la cara.

- Entonces no te quito más tu tiempo – me despido dándole otro beso -. Deberías venir más seguido a verlo – digo mientras caminaba de espaldas hacia mi objetivo para mantener el contacto visual -, así tendríamos algo bueno que ver por aquí de vez en cuando – le doy una de mis habituales sonrisas, era normal para mi coquetear de esta manera.

- Sí, claro – sonríe, esta vez viéndolo a la cara -, como si necesitaras ayuda con eso – se da media vuelta y continúa su camino.

Apenas doy unos cuantos pasos más antes de ver a quien me esperaba. Maite. Podía sentir como mi sonrisa crecía inevitablemente.

Aun no la había presentado a mi padre, y después de lo que planeábamos hacer, menos lo haría. No porque pensara mantenerla como mi secreto sucio, sólo que sería lo más conveniente por el momento. Por lo que verla aquí, en la empresa de mi padre, era algo inusual.

Agradable, pero inusual.

Mi sonrisa estuvo a punto de desvanecerse con la idea, pero me recordé, como cada vez que sentía que desistiría, que por ella valía la pena intentar hacer todo lo que estuviera en mis manos.

Así que al llegar a ella, de nuevo estaba feliz.

- ¿Tantas ganas tenías de verme? – pregunto al verla tan animada.

Maite da una mirada hacia la recepcionista antes de contestar.

- Deberíamos salir de aquí.

Una vez estuvieron frente a su auto, listos para abordarlo, lo sorprende dándose la vuelta y besándolo de forma no muy decorosa.

- Vaya que si tenías ganas de verme – digo después de recuperarme.

- Estoy feliz de que por fin hayamos encontrado la persona perfecta para nuestros planes – contesta antes de meterse en el auto.

- ¿Qué? ¿De qué me hablas? – mantengo la mano en la puerta, sin la menor idea de a quien se refiere.

Tal vez había conocido a alguien y por eso fue a verme para contarme, es lo primero que se me viene a la cabeza justo antes de que me lo aclare.

- La tipa esa a la que saludaste hace un momento – al ver mi confusión, agrega -. La mona esa con la que te topaste antes de que te reunieras conmigo.

- ¿Qué? ¿Ángela?

- Pues no sé cómo se llama – sacude la mano como si no tuviera la menor importancia -, pero es la que necesitamos.

- NO.

Cierro la puerta y tomo mi lugar frente al volante. Fue hasta poco después de que hubiera arrancado, que Maite prueba de nuevo con su argumento.

- Pero ella es ideal.

- De ninguna manera – digo tajantemente.

No iba a sentenciarla justo a ella. La chica me agrada. Y aunque no tuvimos un buen inicio, las cosas habían mejorado.

Cuando me la presentaron en una de las fiestas de fin de año de la empresa, de inmediato la puse en la mira. Era bonita, y estaba justo ahí, disponible. No necesitaba más que eso para ir al acecho. Excepto que me puso en mi lugar, dejando en claro que no obtendría nada de ella de lo que buscaba. Así que respetando su opinión, fui en busca de alguien más que si estuviera dispuesta.

Obviamente lo había.

Por un tiempo Ángela siguió antipática conmigo, hasta que sólo Dios sabe por qué, cambió de opinión, y comenzó a tratarme de forma más cordial. Lo cual habíamos mantenido hasta el momento.

- No veo qué diferencia hay – insiste Maite.

- Ella es la sobrina de uno de nuestros abogados. Tanto él como ella son buenas personas. Así que no.

Maite resopla.

Jamás la había oído resoplar.

- Porque mejor no buscamos algo así como una mujer mayor – sugiero.

- Sí – dice como si fuera la idea más estúpida que hubiera oído -. Una que ya haya pasado por la menopausia, y por lo consiguiente, no se embarazaría.

- Bueno, tendrá que ser otra persona – sacudo mi cabeza, tratando de no pensar en que estamos hablando de matar a alguien, y todavía peor, a alguien que apreciaba -. Ni siquiera entiendo tu insistencia de que sea ella, podría ser cualquiera.

- Porque quien mejor que alguien que ya está enamorada de ti. Así no tardarás tiempo en convencerla para que se casen y tenga a tu hijo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.