El Legado

Capítulo 18

Estaba en la oficina, pero no podía concentrarme. Me sentía demasiado agotado como para poder centrarme en los papeles que tenía enfrente.

Me paso las manos por la cara como si así pudiera reaccionar, pero ni las tres tazas de café que había tomado estaban surtiendo efecto. Tendría que ir por una cuarta.

Cuando el celular suena, ni siquiera recuerdo revisar quien era antes de contestar.

- ¿Bueno?

- ¿Puedes hablar? – dice Maite.

- Sí, estoy solo.

Apenas lo digo me doy cuenta de mi equivocación.

- Estoy harta de todo esto – comienza a quejarse -. Se me está haciendo eterno. No puedo estar contigo, sólo podemos vernos a escondidas y por muy poco tiempo, porque tu tiempo es más para esa que para mí.

- No puedo hacer más – me froto la sien, estaba a comenzando a dolerme la cabeza. No estaba en condiciones para tener esta llamada.

Debí haberme fijado quien era antes de contestar.

- Si, ¿crees que no estoy consciente? Por supuesto que lo estoy, pero se suponía que para estas fechas ella ya estaría embarazada.

- ¿Y qué quieres que haga? ¿Que la encierre todo el día para pasármela sobre ella hasta que lo logremos?

- No digas eso – dice como si la hubiera lastimado -. Me duele saber que estas con ella como para encima escucharlo de ti.

- Sabías lo que todo esto implicaba.

- Si, pero no tenía idea de que lastimaría tanto.

- Entonces deberíamos dejarlo. Terminemos con esto.

- No podemos, ya hemos logrado demasiado como para abandonar.

- No creo poder seguir así – apoyo la frente en la mano. De repente se sentía tan pesada.

- Claro que puedes. Hazlo por nosotros – cuando no digo nada, prosigue -. Te amo.

Quería decirle lo mismo, enserio que sí, pero sentía demasiado peso sobre mí. Recuerdo las cosas que le dije a Ángela, fue como si hubiera querido darle pistas para que se diera cuenta sobre lo que pesaba sobre todos nosotros. Una manera de advertirla.

Toda esta situación estaba acabando conmigo. Ya no me sentía el mismo hombre de siempre, sino una versión más enferma y vieja.

- Viene alguien, tengo que colgar – digo en su lugar, antes de colgar.

Me levantó y voy por esa otra taza de café, a ver si el trayecto sirve para distraerme un poco.

 

Apenas llego al departamento, me dejo caer directo sobre el sofá.

Estoy muerto. Incluso considero la opción de quedarme aquí, ya que no creo tener la energía suficiente para ir hasta la habitación.

Así que cierro los ojos, intentando dormir. Sólo que un momento después siento como si estoy siendo observado, por lo que, muy a mi pesar, levanto la cabeza con la esperanza que no fuera nada, pero para mí buena suerte, era Ángela quien estaba parada frente a mí.

En otras circunstancias, le hubiera dicho mi decisión de dormir en el sofá, pero debido a que me doy cuenta de lo que vestía, lo cual consistía en unos jeans muy ajustados y un top negro, así como el cabello que lucía un poco rebelde pero con forma; que otras palabras son las que termino por decir.

- ¿A dónde vas? – era obvio que pensaba salir. No me había mencionado que saldría, y menos vestida así.

- Vamos al concierto, ¿recuerdas? – sonríe mostrándome las entradas, pero al ver la duda en mi cara, su ánimo decae un poco -. Te lo dije el fin pasado. Que había conseguido las entradas, para hoy.

- Sí – contesto recordando el asunto -. Sólo que hoy no tengo ánimo para eso. Ve con alguna amiga.

- El punto es que iríamos nosotros.

- En serio que no puedo. He tenido mucho trabajo, sólo necesito tirarme a descansar.

- Lo que realmente necesitas es distraerte, has estado tan concentrado en el trabajo que apenas si has salido, y esta es muy buena forma de hacerlo – me toma de la mano, tratando de tirar de mí -. Te aseguro que te va a servir. Necesitas des estresarte.

- ¿Y lo voy a lograr en un concierto?

- Por supuesto – vuelve su sonrisa pícara -. A mí me ha funcionado.

Sonrío por primera vez en todo el día.

- ¿Eso es un sí?

- De acuerdo – me levanto sin mucho ánimo -. Sólo deja tomo un baño rápido.

- Sí.

Sólo consigo un beso antes de que me apure para que me dé prisa

 

Tan pronto estuve listo, nos fuimos de inmediato para llegar a tiempo, no regresando hasta entrada la madrugada.

Y quién lo diría. Ella había tenido razón.

Aunque al principio sólo quería estar sentado mientras que mi esposa gritaba y bailaba cada canción que tocaban, no fue hasta que me convenció de hacer lo mismo, que realmente me relajé.




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