El Legado

Capítulo 21

Llego a mi hogar para comer con mi mujer.  
Ha sido una semana gratificante. Las cosas estaban mejorando. Incluso dormía más. Bueno, en realidad dormía mejor, ya que no eran muchas las horas que tenía de sueño, después de todo seguían siendo recién casados, pero aunque no eran muchas, ahora, sin la culpa, eran más reparadoras.  
Apenas entro, me deleito con la imagen de mi mujer esperando por mí en la  
estancia.  
Por lo visto está igual de contenta que yo, debido a que no espera a que llegue hacía ella, sino que se levanta y me encuentra a medio camino, recibiéndome con  
un gran beso.  
- ¿Y ahora?  - pregunto a ver la emoción en su cara - No es que me queje pero, ¿qué pasa?  
- Hay algo que debo decirte.  
Ya que estaba tan feliz, no podía ser nada malo.  
- De acuerdo, dime – era difícil no devolverle la sonrisa.  
- Primero siéntate – estaba a punto de hacerlo cuando me detiene -. No importa. ¡Vamos a tener un bebé!  
- ¿Qué? – siento como el mundo se me cae hasta el suelo.  
- ¡Vamos a ser papás! Estoy embarazada – me abraza emocionada, ajena a todo lo que está ocurriendo dentro de mí.  
No puede ser verdad. Seguro que no.  
La tomo de los brazos para que deje de abrazarme y así poderla ver a la cara para  
que me lo confirme.  
Necesitaba estar seguro.  
- ¿Estás segura?  
- Sí. El doctor me lo acaba de confirmar. 

- ¿Por qué no me dijiste nada?  
Esto no puede estar pasando.  
- Fue muy rápido – su ánimo baja un poco por mi reacción -. Me había sentido un poco mal, un mareo que pensé que no era nada, pero Lorena me mandó a consulta, y ahí es cuando el doctor me dio la noticia. ¿No es genial? Vamos a tener un hijo.  
- Si – digo casi en estado de shock, tanto que apenas si puedo sentir los brazos de Ángela que de nuevo están a mí alrededor.  
Así que sólo bastó que su jefa la mandara a consulta para que mi mundo se  
derrumbara.  
Estaba aterrado.   
¿Por qué tenía que pasar esto justo ahora? Justo cuando había entendido que la amaba.  
Y ahora la perdería como todos en mi maldita familia.   
De esto es de lo que tanto había huido, y ahora viene y me golpea. Y todo por la tontería de creer que podría burlar la maldición, sólo había conseguido que mi tiempo con ella fuera más corto.  
Eso merecía por pensar en hacerle algo así. Pero, ¿por qué ella debía pagarlo?   
La abrazo fuertemente, como si con ello pudiera retenerla. Protegerla. Hacer que las cosas fueran diferentes.  
- Sabía que te gustaría la noticia – le escucho decir, pero yo no podía responderle.   
No podía mentirle diciéndole que sí, pero tampoco era justo decirle que no. Ella lo había hecho por mí, después de todo. Así que sólo le digo una verdad que no la lastimaría.  
- Te amo.  
- Y yo a ti.  
Haré todo lo que esté de mi parte para mantenerte segura

 

Luego de que termináramos de comer, Ángela se había sentido agotada, así que la mandé a dormir, asegurándole que le avisaría cuando me marchara.   
Necesitaba pensar un momento a solas.  
Una vez que me aseguro que no hay peligro de que me escuche, tomo el teléfono y salgo a la terraza a hacer mi llamada.  
- ¿Si?  
- Papá… - no sé bien cómo explicarlo, así que me limito a decirle los hechos -. Ángela está embarazada.  
No recibo nada más que silencio desde el otro lado.  
- Lo siento – dice después de un momento.  
- No lo hagas – eso sólo significaría que no había salvación, y eso es algo a lo que estoy reacio a aceptar -. Esto no es el fin. Te hablo porque necesito saber más  
sobre la historia.  
- Ya la sabes.  
- No. Debó saber exactamente lo que pasó. Todo. Lo necesito.  
Sabía que cada uno de los Montreal malditos habían decidido llevar registro sobre todo lo que habían encontrado en la búsqueda de una solución, como si de esta forma pudieran ayudar a las generaciones venideras.   
Y todo eso se hallaba guardado bajo llave en la mansión. 
- La respuesta no está ahí. Muchos lo han intentado antes.  
- ¿Tú te hubieras dado por vencido con mamá?  
Tanto yo como él sabíamos bien que no.   
Mi abuelo me había contado, en una ocasión, el cómo había tratado de ayudarla, cuando le pregunté sobre si mi papá había hecho algo por ella.   
Él me explicó como buscó en registros, incluso utilizó los servicios de una médium para contactar a los muertos, para ver si podía convencer a la bruja de desistir o tomar algo a cambio. Pero claro, nada sirvió.  
- No – responde éste. 

- Entonces no pidas que yo lo haga. Encontraré la forma de evitar esto. Debe haber una. Algo que ustedes no hayan visto.  
- Bien. Cuando puedas ven a la casa.  
- Lo haré.  
Encontraría la forma de salvarla. Tenía que.  

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.