El viento que soplaba en la cima del mundo no traía aroma alguno. Ni humedad, ni vida. Solo polvo… y silencio.
Allí, sobre una torre de obsidiana surgida del corazón de una montaña muerta, el Enmascarado observaba el mundo a través de sus visiones. Su máscara, forjada con fragmentos del cristal original, mostraba más de lo que los ojos humanos podían soportar.
A su lado, arrodilladas en silencio, tres figuras cubiertas por capas de sombra esperaban sus órdenes. Él no las miraba. No necesitaba hacerlo.
—Cinco llamas —dijo, su voz un eco distorsionado por la máscara—. Más rápido de lo previsto.
Una de las figuras se atrevió a hablar.
—¿Desea que los detengamos?
—No —respondió el Enmascarado—. Que las reúnan. Que el fuego se complete. Solo entonces la grieta podrá abrirse del todo.
Se giró. En su mano derecha sostenía un objeto pequeño y brillante: una gema negra, pulsando como un corazón maldito. Uno de los fragmentos originales. Ya había reunido tres.
—La forja del alma está cerca de despertarse. Si llegamos antes… la haremos nacer bajo nuestras reglas.
—¿Y si Eron regresa? —susurró otra sombra.
El Enmascarado se detuvo.
—Eron ya no existe. Solo quedan pedazos. Y uno de ellos está en manos de una llama. Lo usarán… sin saber que al hacerlo, abrirán la puerta desde dentro.
Caminó hasta el borde de la torre. Abajo, un mar de tierra agrietada, humeante, que alguna vez fue fértil.
—El fuego… no fue creado para salvar. Fue creado para destruir lo muerto y dar paso a lo nuevo. Ellos lo han olvidado.
Apretó la gema con fuerza.
—Nosotros no.
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En la profundidad de la torre, oculto por capas de sellos y cadenas antiguas, un cuerpo colgaba suspendido entre sombras. Alto, de facciones suaves, con cabello blanco como ceniza y runas grabadas en su piel.
Sus ojos estaban cerrados.
Pero su llama… seguía allí.
Dormida.
Eron.
El Enmascarado descendió lentamente y se acercó al cuerpo.
—Pronto, viejo amigo. Te liberarás. Y entonces… todos verán que el fuego no puede ser contenido.
Y al tocar la runa central del pecho de Eron, la torre entera tembló.
Una nueva grieta se abrió en el mundo.