Desperté en mi escritorio. No recordaba haberme dormido. La cabeza me explotaba, y sentía que los ojos era diminutos, al verme en el espejo, notó marcas de una especie de mano en mi cuello. Acerco mi mano encima de las marcas y observo que encajan casi con perfección en las marcas. También tengo marcas de lagrimas secas.
Un par de aspirinas después y comienza a aclarar el día. Creo que he tenido una muy vivida pesadilla, culpo al exceso de whisky. También culpo a mi obsesión por escribir con el estilo de KING, así que decido abandonar el proyecto en el que estaba trabajando, voy a mi escritorio y quito el seguro del rodillo de mi vieja maquina de escribir Olivetti Lettera 32 y saco el papel, con apenas un par de letras inconclusas, lo arrugo y lo lanzo al basurero. Algún día me vengaré.
La noche se alzó mientras leía una colección de ciencia ficción. Me inspira, quiero intentar algo con el género, puede que me ayude a despejarme para luego regresar al terror, o quien sabe, tal vez me sienta más cómodo entre robots, marcianos y computadoras, por lo pronto el sueño ha visitado mis ojos, me apetece soñar con ovejas eléctricas. El clic del segundero en el reloj resonaba en el extraño silencio de la casa. Los fantasmas de la biblioteca flotaban en silencio, esperando algo.
Un súbito golpe hizo que el silencio se desvaneciera.
No me moleste en abrir los ojos, debido a que aquel ruido no era muy fuerte, solamente una travesura de fantasmas. Libros comenzaron a ser azotados contra las paredes y un penetrante humo negro empezó a llenar el aire, después escuche páginas crujiendo al romperse, fue entonces que el miedo me obligo a levantarme. Algo destruía sin piedad la biblioteca.