El Legado De Las Sombras

CAPITULO 2

Cuando desperté esta mañana, me di cuenta de que al final sí pude dormir. Me levanté de la cama y fui a la cocina. Al llegar, solo estaba mi abuela.

—Buenos días, abuelita —dije con una sonrisa.

—Buenos días, mi niña. ¿Cómo dormiste? —respondió mientras depositaba un beso en mi frente.

—Bien, abue, gracias. ¿Dónde están mis padres? —le pregunté.

—Salieron temprano, mi niña. Dijeron que iban a hacer unos papeleos o algo así —me respondió.

—Ah, ok. Abuela, voy a salir a pasear —dije mientras levantaba mi taza para llevarla a lavar.

—Está bien, mi niña. Ve con cuidado —me dijo con una sonrisa.

Cuando terminé de lavar la taza, fui a mi habitación para cambiarme. No pensaba salir con la pijama. Me puse un polo de manga larga de lana celeste, un buzo negro polar para abrigarme del frío, medias negras de lana, unas botas planas negras y una casaca negra. Lo sé… la moda no es lo mío. Me hice dos trenzas francesas y me puse un gorrito azul marino. Ya lista, salí de la casa.

La calle era muy linda, tenía pastizales en lugar de veredas, y todas las casas tenían jardín. Estaba tan maravillada con el paisaje que no me di cuenta de que dos niños venían corriendo a gran velocidad hacia mí. Cuando reaccioné, uno me empujó y choqué contra alguien.

—Oye, ¿estás bien? ¿Te lastimaste? —escuché una voz desconocida detrás de mí, y era, honestamente, una voz muy hermosa.

Al voltear, vi a un chico castaño, de tez clara y con unos ojos azules hermosos. Era muy guapo. Recordé su pregunta y le respondí:

—Sí, estoy bien, no te preocupes. Lamento haber chocado contigo, no te había visto —dije con educación.

—No te preocupes, ese niño te empujó. No fue tu culpa. Por cierto, no te había visto por aquí. ¿Te mudaste al pueblo? —preguntó el guapo desconocido.

—No, no me mudé. Vine a visitar a mi abuela por las vacaciones. Me llamo Emma Evans —respondí con una sonrisa.

—Ahh, qué bien. Mucho gusto, Emma. Yo me llamo Julian Smith. Y creo que conozco a tu abuela… ¿es la señora Lucía Evans?

—Mucho gusto, Julian. Y sí, mi abuela se llama Lucía Evans —respondí con otra sonrisa.

—Y… ¿qué haces aquí? Perdón si sonó grosero —dijo rascándose la nuca, visiblemente nervioso.

—No te preocupes. Estaba paseando, pero creo que me perdí —respondí un poco avergonzada.

—Oh, ¿y adónde querías ir? Te acompaño —dijo con una radiante sonrisa.

—La verdad no sé, recién llegué ayer y no conozco mucho —dije algo apenada.

—Si gustas, te puedo enseñar un lugar donde van todos los jóvenes del pueblo y presentarte a unos amigos —me ofreció calmadamente.

—Sí, muchas gracias, Julian —respondí con una gran sonrisa.

Él me sonrió también y comenzamos a caminar. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta de que me hizo una pregunta.

—Emma, ¿qué edad tienes? Disculpa el atrevimiento —preguntó con curiosidad.

—Tengo 17 años, ¿y tú? —le devolví la pregunta.

—Yo también tengo 17. El año pasado terminé el colegio y este año voy a ingresar a la universidad. Estudiaré medicina —dijo con una gran sonrisa.

—¡Qué bien! Medicina es una gran carrera. Yo estudiaré psicología. Este año empiezo —le respondí sonriendo.

—Psicología también es una excelente carrera —afirmó con seguridad.

Iba a decir algo cuando noté que habíamos llegado a un cibercafé.

—Emma, llegamos a Café des Rêves —dijo sonriendo.

Cuando entramos, me quedé embelesada. Era una cafetería con juegos mecánicos y muebles cómodos para sentarse. A simple vista parecía una sala de juegos. Era simplemente hermoso.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó Julian sonriendo.

—Me encanta —respondí.

—Ven, te presentaré a mis amigos —me dijo, y yo asentí con la cabeza.

Fuimos a una mesa con cuatro chicos: dos chicos, uno rubio de ojos azules y otro pelinegro de ojos verdes. También estaban las dos chicas que vi ayer por mi ventana.

—Hola, chicos. Les presento a Emma. Vino de visita al pueblo por las vacaciones —anunció Julian.

—Hola, Emma. Me llamo Harper. Mucho gusto —dijo una chica morena castaña de cabello largo.

—Hola, Harper. Mucho gusto —le respondí con una sonrisa.

—Hola, soy Nathan. Mucho gusto. Espero que te esté gustando el pueblo —dijo el chico de cabello negro.

—Hola, Nathan. Igualmente —le sonreí amablemente.

—Hola, Emma. Yo soy Mía Wilson, y este de aquí —señalando al rubio— se llama Eliot Miller —dijo dulcemente.

—Mucho gusto a ambos —les sonreí, y Eliot me devolvió una tímida sonrisa.

—Como ya todos nos presentamos, ¡hay que tomar un batido de chocolate! —propuso Julian.

Todos asentimos. La verdad, todos me cayeron muy bien. Me di cuenta de que Eliot y Mía se lanzaban miraditas, al igual que Nathan a Harper, aunque esta última solo lo miraba con el ceño fruncido.

—Emma, ¿en qué tanto piensas? —la voz de Harper me sacó de mis pensamientos.

—Eh… no pensaba en nada. Solo tengo una pregunta —respondí con una sonrisa nerviosa.

—¿Y se puede saber cuál es la pregunta? —dijo Mía, muy curiosa.

—Bueno… quería saber si ustedes no tienen frío. No están abrigados y yo parezco un muñeco de nieve —dije rascándome la nuca.

—Jajaja. No, no tenemos frío. Nosotros crecimos aquí, así que estamos más que acostumbrados al clima —respondió Julian con una sonrisa tranquilizadora.

—Ya veo… me alegro —dije un poco avergonzada—. Con razón la gente me miró raro al entrar —añadí sonrojada.

—No te preocupes. La gente de aquí es así —dijo Harper con una sonrisa cálida.

—Sí, gracias —respondí, ya más tranquila.

—Pero miren lo que tenemos aquí… Julian y su grupo de perdedores —dijo una voz desconocida.

Al alzar la vista, vi a dos chicas y dos chicos. Quien había hablado era una chica pelirroja de ojos verdes. Era bonita, sí, pero su actitud dejaba mucho que desear.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó Nathan con cierto tono de enojo.



#1372 en Thriller
#664 en Misterio
#7589 en Novela romántica

En el texto hay: 20 cap

Editado: 21.04.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.