El Legado De Las Sombras

CAPITULO 10

Esa noche, ninguna pudo dormir.

Nos quedamos en la sala de la casa de Mía, envueltas en mantas, con el símbolo en el centro de la mesa y tazas de chocolate caliente entre las manos. El silencio se había instalado, incómodo, hasta que Harper suspiró profundamente.

—Chicas… hay algo que no les terminé de contar —dijo bajando la mirada, como si tuviera miedo de que no la entendiéramos—. Lo de mi familia… la verdadera razón por la que estamos en esa lista.

Mía y yo dejamos nuestras tazas. La miramos con atención. Harper respiró hondo y habló.

—Mi abuela … se llamaba Juana. Vivía aquí, en este pueblo, cuando era joven. parte de la familia Jones , primera generación cuando empezó la lista negra del unerwünschte familie , la primera en participar en el ritual , la primera marcada.

La nombró con un desprecio apenas disimulado.

—¿Rituales? —pregunté, con un escalofrío recorriéndome la espalda.

Harper asintió, y su voz se quebró un poco.

—Cada generación de las cuatro familias marcadas debía hacer una especie de "ofrenda" para mantener su lugar… Un sacrificio. Y, a cambio, seguía habiendo fertilidad ,Mi abuela no quería ser parte de ese ritual , lo denunció pero las autoridades no hicieron nada.

Mía se tapó la boca, horrorizada. Yo sentí que el estómago me daba vueltas.

—¿Y lo aceptaban… así nada más?

—Lo ocultaban. Lo disfrazaban de accidente, enfermedad o desaparición.

—¿Y desde entonces tu familia está en esa lista? —susurré.

—Sí. Pagamos el precio de decir la verdad. Y no solo eso… —Harper hizo una pausa, y en sus ojos se acumulaban lágrimas—. La misma noche que Juana intentó huir con su hermana pequeña… ella y su hermana fueron sacrificadas .

Se hizo un silencio tan espeso que dolía. Mía tomó la mano de Harper. Yo hice lo mismo. Las tres nos quedamos así, unidas en esa oscuridad que no sabíamos que compartíamos.

—¿Y tú…? —le pregunté—. ¿Sientes que estás en peligro?

—Sí —admitió—. Porque si empiezan otra vez los rituales… probablemente quieran que alguien de mi linaje pague. Y no hay muchos Jones vivos ahora. Solo mi mamá y yo.

Se me hizo un nudo en la garganta.

—No voy a dejar que te hagan daño —le dije, con los ojos firmes.

—Ni yo —añadió Mía—. Sea quien sea el que está detrás de esto, lo vamos a detener.

Harper sonrió, aunque sus ojos seguían brillando por las lágrimas.

—Gracias. No sé qué haría sin ustedes.

Pasaron unos minutos antes de que alguien rompiera el silencio.

—¿Y si el símbolo… tiene que ver con ese sacrificio? —pregunté, mirando el papel—. Tal vez sea una marca. Un aviso. Un ciclo que quieren repetir.

—O un mapa —murmuró Mía, girando el papel—. Mira… si lo ves desde arriba, parece un árbol. Un árbol con raíces. Tal vez indica un lugar.

Harper se acercó más. Su mirada se agudizó.

—Puede ser… Tal vez las raíces representan los linajes. Las cuatro ramas… las cuatros familias.

Nos miramos. El corazón se me aceleró.

—Tenemos que seguir investigando —dije con decisión—. Si nosotras tenemos esta pista, entonces podemos adelantarnos a ellos.

—Y evitar más sacrificios —murmuró Harper.

Asentimos.

Esa noche no dormimos. Pero al menos teníamos una certeza:

ya no éramos solo chicas huyendo del miedo… éramos amigas luchando contra una sombra que llevaba generaciones viva.

La conversación seguía flotando en el aire, pesada, como si acabáramos de abrir una tumba enterrada por generaciones. Mía hojeaba el cuaderno, Harper miraba en silencio el símbolo del papel. Yo trataba de ordenar las ideas… pero una vibración en mi celular me interrumpió.

Lo saqué sin pensar, imaginando que sería Julián o tal vez mis padres. Pero cuando miré la pantalla, un escalofrío me recorrió la espalda.

Número desconocido.
Mensaje:
“No te metas donde no te llaman o alguien podría terminar herido… o muerto.”

Se me congelaron los dedos.

—Emma… ¿estás bien? —preguntó Mía, notando cómo el color se me iba del rostro.

No respondí de inmediato. Sentí cómo mi corazón se aceleraba, golpeando con fuerza contra mi pecho. Tragué saliva.

—Acabo de… recibir un mensaje anónimo —dije con voz baja, temblorosa.

Harper y Mía se acercaron de inmediato.

—¿Qué dice? —preguntó Harper con el ceño fruncido.

Les mostré la pantalla. Sus rostros se transformaron. Mía se tapó la boca y Harper soltó un suspiro, como si algo dentro de ella ya lo esperara.

—¿Esto es una amenaza? —dijo Mía, con la voz agitada.

—Sí… claramente nos están vigilando —murmuró Harper—. Alguien sabe que estamos cerca de descubrir algo.



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En el texto hay: 20 cap

Editado: 27.08.2025

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