Las nombradas dirigieron su atención hacia los príncipes, al distinguir a Eiden la chica se levantó de su asiento para hacer una reverencia de noventa grados al pelinegro, la Reina de igual manera se había levantado y los observaba en silencio con un temple sereno.
—Príncipe Eiden, es un alivio saber que se encuentra bien, no he compartido ningún tipo de información comprometedora.
—Es cierto, solo estábamos hablando de comidas, lo estábamos esperando para hablar, por favor acérquese y tome asiento, debe estar agotado.
Eiden sonrió y se acercó hasta quedar frente a la Reina y realizar una reverencia.
—Es un honor poder conocerla, muchas gracias por recibirnos con hospitalidad a pesar de las circunstancias.
—No es nada, no nos han dado razones para ser toscos con ustedes, aunque esas esposas no se ven amigables, Luan —llamó la atención del castaño que se encontraba a un lado de Eiden— ¿Porque el Príncipe está esposado?
—Es lo que indica el protocolo que se debe hacer con quienes cruzan los límites del reino sin aviso —apretó los puños— hice lo que cualquier guardia hubiera hecho.
—¿Tu eres un guardia?
—No —bajó la vista.
—¿Qué eres?
—Un príncipe.
—¿Por qué actúas como un guardia entonces? ¿No conoces tus deberes como parte de la realeza? ¿No tienes modales acaso? no te comportes como si no tuvieras educación, me consta que sabías de la posición del Príncipe Eiden y aun asi lo trataste como a cualquier persona, quitale eso ahora mismo.
—No tengo las llaves.
—Se que no las necesitas, liberarlo.
Luan apretó los labios y sacó su daga, con la cual en un rápido movimiento quitó el seguro de las esposas, cayendo estás al suelo.
—Listo —recogió las esposas y las engancho en su cinturón.
—Ahora discúlpate.
—¿Uh? ¿Por qué?
—Por el inconveniente y el mal rato que le has hecho pasar al joven.
—Pero-
—No me contradigas, ¿Crees que no me di cuenta que venías con Loto? —Luan abrió los ojos sorprendido— disculpate y lo pasaré por alto esta vez.
Eiden trago saliva incómodo sintiéndose culpable por el regaño, mientras que Ariadna miraba la escena confundida.
Luan chasqueó la lengua y se arrodilló frente a Eiden, apoyando su frente en el suelo y sus manos a los costados de su cabeza.
—Príncipe Eiden, discúlpeme por mi falta de educación y modales, además de hacerle pasar un mal rato, no es algo que mereciera y estoy arrepentido de mis acciones.
El pelinegro se mantuvo boquiabierto, sin saber qué hacer.
—Él no se levantará hasta que acepte sus disculpas —habló la Reina.
—Si, si te perdono, esta bien, levántate —hablo rápido inclinándose con la intención de ayudar al castaño a levantarse, pero este se incorporó con rapidez, sin darle la oportunidad de siquiera tocarlo.
—Con eso resuelto, sentémonos para poder conversar sobre su visita Príncipe —la mujer tomó asiento siendo seguida por los dos extranjeros y por Luan, pero cuando este iba a sentarse su madre lo detuvo— primero ten la decencia de cambiar tus ropas, no es una junta en el bosque con tus amigos, y también límpiate, apestas a lobo.
Eiden noto como Luan mordía su labio y tomaba la silla con fuerza mientras la devolvía a su lugar, luego, sin decir ni una palabra se fue a paso rápido saliendo por el mismo lugar que habían entrado con anterioridad, dando un fuerte portazo con la puerta que anteriormente le había costado abrir.
La Reina, imperturbable, tomaba su taza de té con tranquilidad.
—Lamento la actitud de mi hijo, no fue criado como un miembro de la realeza convencional y suele tener este tipo de comportamientos, pero estamos trabajando en eso —tomo otro poco de té— bueno, no voy a divagar más, ¿Porque se atrevieron a infiltrarse en Luna?
—Primero que todo, lamento que nuestra entrada fuera tan abrupta —respondió fijándose en los ojos de la mujer, tenía una mirada fría y seria, totalmente distinta a la relajada de hace unos instantes— no éramos conscientes que nos encontrábamos en Luna, aunque teníamos la intención de llegar aquí, no sabíamos cómo hacerlo, no existe un mapa hacia su reino, y por eso nuestra llegada fue tan desastrosa, no tratábamos de entrar a escondidas —la reina asintió mientras comía una galleta— y con respecto a los que nos trajo aquí, quería saber si existe la posibilidad de que Luna forme una alianza con Onix, mi reino.
La mujer terminó de masticar y tomó un sorbo de té.
—De ninguna manera, Luna no hace alianzas.
Eiden comenzó a mover la pierna ansioso.
—P-pero…
—¿Ni siquiera lo va a considerar Reina? —Ariadna posó su mano en la rodilla del pelinegro y le dio un apretón, tratando de tranquilizarlo.
—Tenemos ciertas reglas que no nos podemos permitir romper.
—Mi pueblo realmente necesita ayuda, estamos en nuestro peor momento y estoy preocupado por el bienestar de mi gente, no es por avaricia el porque busco su ayuda, es por mera supervivencia, yo tampoco le estoy solicitando que nos de asilo y pelee por nosotros, solo quiero un poco de sus conocimientos.
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Editado: 21.01.2025