El legado Oculto

Capitulo 3 - Entre lo cotidiano y lo desconocido

El despertador suena con fuerza. Abro los ojos de golpe. Estoy tarde. Lo sé sin mirar el reloj.

Me levanto rápido. El cuerpo se siente lento, arrastrado por una noche en la que dormir fue imposible. Todo pesa.

Bajo las escaleras apurada. Mis pasos casi tropiezan. Desde la cocina, el sonido de mamá moviéndose y el olor a café me golpean al mismo tiempo.

—¿Otra vez tarde? —pregunta sin mirarme, con una taza entre las manos.

Su voz suena tranquila, pero sé que está registrando cada detalle de mi rostro.

—Más de lo que me gustaría admitir —respondo mientras agarro una manzana del frutero, dándole un mordisco rápido que apenas me da energía para hablar.

—¿Eso te va a durar hasta el almuerzo? —ironiza, apoyándose en la encimera con ese aire de madre que ya sabe la respuesta.

—Es lo único que puedo comer mientras corro —murmuro, con una sonrisa forzada.

Ella suelta una risa baja que me calma más de lo que esperaba.

Salgo. El aire helado me golpea la cara y termina de despertarme. Las campanas de la iglesia suenan a lo lejos, rompiendo la calma del vecindario. Voy tarde. Ya no hay forma de disimularlo.

En la universidad, las puertas ya están abiertas. La brisa arrastra hojas por los pasillos como si el otoño también tuviera prisa.

Acelero el paso. Y entonces lo veo.

Un chico, unos metros más adelante. No lo reconozco, y eso es raro. Aquí todos, al menos, se ubican de vista. Pero él... no. El cabello blanco contrasta con la chaqueta oscura. Su andar es seguro, casi hipnótico. No duda. No mira a los lados.

Dobla la esquina y desaparece.

Me detengo. Solo un segundo. No sé por qué. Solo ese vacío momentáneo que me deja alerta.

Sigo caminando. Aprieto los libros contra el pecho.

—No tienes tiempo para esto, Elena —murmuro para mí misma.

La campana suena justo cuando cruzo el umbral. Entro sin mirar a nadie.

Las clases pasan sin que realmente esté ahí. Escribo. Los profesores hablan. Pero no registro nada.

En el receso, voy a la cafetería. El ruido, al menos, me obliga a estar presente.

Lena ya está sentada, impecable, revisando su teléfono como si estuviera dirigiendo una campaña. Probablemente lo está.

Jonás está a su lado, medio recostado en la mesa, hojeando un cuaderno de partituras. Me ve y sonríe con esa calma suya que siempre parece saber cuándo la necesito.

—¿Tarde otra vez, Elena? —bromea Lena desde su lado de la mesa, sin levantar mucho la voz pero con esa sonrisa que siempre lanza cuando sabe que tiene razón.

—Hoy más de lo normal —respondo, dejando caer la mochila con más fuerza de la necesaria sobre el banco.

—¿Otra noche sin dormir? —pregunta Jonás sin apartar la vista de su cuaderno, su voz tranquila, casi como si ya supiera la respuesta.

—Algo así —digo, evitando detalles. No sabría ni por dónde empezar.

Lena menciona algo del proyecto de literatura. Jonás bromea. No capto del todo

Sigo pensando en él.

El chico del pasillo. Ese andar, el cabello blanco, esa presencia que me descolocó sin motivo claro.

Trato de anclarme a lo concreto. A lo conocido.

Después del almuerzo, me alejo con la excusa de ordenar mis cosas. Solo necesito aire.

Frente al casillero, acomodo papeles sin mirar realmente.

Y entonces, alguien se detiene a mi lado.

—¿Eres la chica que le tiró un café al profesor de matemáticas?

Levanto la vista, reconociendo de inmediato a Marcos. Su expresión burlona es típica de él. Siempre encuentra la manera de soltar un chiste.

—Qué exagerado —respondo con una media sonrisa—. Fue una tragedia controlada.

—Sí, sí, claro. Pero desde ese día, el pobre hombre se cambia el sombrero cada clase. Coincidencia... no lo creo —dice, bajando la voz como si fuera una revelación conspirativa.

—Eso es paranoia —respondo, acomodando un cuaderno con gesto distraído—. Además, no fue tan grave.

—¿No? Porque dicen que el sombrero es una declaración de guerra contra los líquidos traicioneros —añade, con una mirada cómplice—. Aunque te digo algo... podría empezar una tendencia.

—Cambiar la moda del colegio a base de catástrofes. Me gusta. Estoy innovando sin querer.

Marcos ríe bajo, con ese tono despreocupado que siempre lo acompaña. Me mira con una ceja levantada, como si en el fondo disfrutara más de provocar que de conversar.

Doy un paso atrás y él también se acomoda, preparándose para irse.

—Nos vemos. Tengo que preguntarle algo al profesor antes de que empiece la clase.

—Suerte con eso.

Lo veo alejarse con la mochila colgando de un hombro.

Camino hacia mi próxima clase y saco las hojas que necesito, pero no las leo. Solo las hojeo sin fijar la vista. Todo me resulta ajeno.

Una luz del pasillo titila. Apenas un destello, pero me hace detenerme.

Respiro hondo. Vuelvo a mirar las hojas. El papel cruje entre mis dedos, y una presión sorda se instala en mi pecho.

—Ay, no... —murmuro—. El libro de historia.

Suelto un suspiro y giro sobre mis pasos. "Otra vez lo esencial, Elena." No es nuevo, pero hoy pesa más.

Camino rápido hacia los casilleros, con la vista baja. No quiero cruzarme con nadie.

Abro la puerta metálica y busco entre carpetas y papeles arrugados. El libro está ahí. Lo saco de un tirón.

Un murmullo recorre el pasillo.

Levanto la mirada.

Un grupo de estudiantes forma un semicírculo al fondo. No veo qué pasa, pero sus caras lo dicen todo, algo los dejo sorprendidos.

Me acerco, sin pensar demasiado. Hay algo en el ambiente que me empuja.

En el centro, agachado frente a un casillero abierto, está él. El chico nuevo. Tiene un candado en las manos, con la misma calma con la que alguien revisaría una hoja de papel. No hay tensión en sus hombros, ni duda en sus dedos.

—¿Cómo lo hiciste? —pregunta alguien, con voz baja, casi admirada.

—Solo hay que saber dónde presionar —responde él. Su tono es neutro. Como si no estuviera presumiendo, pero tampoco ocultando nada.



#3151 en Fantasía
#585 en Magia
#7843 en Novela romántica

En el texto hay: romace, drama, suspense

Editado: 14.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.