La puerta se cierra con un clic suave. La casa está en silencio. Solo el viento contra la ventana rompe la calma.
Dejo el bolso, me descalzo con un suspiro y saco una camiseta limpia del armario. Al girarme, el celular en la mesita parpadea.
Lo tomo. Desbloqueo con dedos tensos.
El mensaje de Lukas. Corto. Sin reclamos.
"Espero que al menos estés bien."
Sin reproche. Solo decepción.
El nudo en el pecho aprieta. Le prometí llamarlo. Lo olvidé.
Escribo sin pensar:
"Lukas, lo siento. Te fallé. Prometo que mañana hablamos. ¿Estás bien?"
Nada.
Dejo el teléfono a un lado. El peso de la culpa se acomoda. No solo por Lukas.
También por Aiden. Por Ashton.
Cierro los ojos. La imagen de Aiden junto al lago vuelve, con esa mirada firme, los puños apretados. No hice nada malo... pero lo que hay entre nosotros no se ha ido.
Me dejo caer en la cama y apago la luz. El cansancio pesa, pero sé que no voy a dormir bien.
⸻ ☾ ⋆⁺₊✧₊⁺⋆ ☽ ⸻
El sol atraviesa las cortinas. No he descansado, pero la universidad no espera.
Me visto en automático. Café rápido, un adiós murmurado a mi madre. Salgo al frío con un solo pensamiento: Lukas.
Camino entre estudiantes. Algo no cuadra.
Lukas no está.
Mis pasos se frenan. Siempre me espera aquí. Hoy, no.
¿No vino? ¿O ya no quiso esperarme?
La segunda opción duele más de lo que quiero admitir.
Respiro hondo y sigo. Lo buscaré más tarde.
En el aula, hay un murmullo raro. Algunas miradas se giran hacia mí.
Frunzo el ceño.
Veo a Lena y Sophie. Lena me lanza una mirada rápida.
—Llegas tarde —murmura.
Sophie no me mira. Mira detrás de mí.
Me giro.
Ashton.
Pero no es el mismo.
Ya no lleva el cabello blanco. Ahora es oscuro, rebelde, cayendo despreocupadamente sobre su frente. Pero su postura, esa sonrisa sutil y sus ojos... siguen siendo los mismos.
Y están fijos en mí.
El murmullo en la sala sube de tono, y la sonrisa de Ashton se amplía apenas. Es como si el ambiente gravitara hacia él, como si toda la atención estuviera destinada a caer en ese punto exacto.
Me quedo quieta, sintiendo cómo cada fibra de mi cuerpo se pone en alerta.
Escucho algunos murmullos "¿Aiden tiene un gemelo?" "¿Desde cuándo está aquí?" "Es igual a él... pero a la vez, no."
Ashton parece disfrutarlo.
Camina con seguridad, como si ya conociera el lugar. Se sienta al fondo, tranquilo, como si todo girara a su alrededor.
Yo solo me siento junto a Lena. El aula se siente más pequeña. Más densa.
Y Lukas sigue en mi cabeza.
Paso la clase inquieta, sin retener nada. El timbre suena. Me levanto de inmediato.
Lo busco donde normalmente va cuando quiere estar solo, cerca de la entrada principal del campus. Pero el espacio está vacío.
Frunzo el ceño, pensando en posibles lugares. Si no está aquí, ¿dónde más?
Y entonces lo veo.
En un banco, alejado. Cabeza gacha, codos sobre las rodillas. Mis pasos se vuelven más lentos al acercarme. Lukas no se mueve, pero sé que ha notado mi presencia.
Me detengo a su lado y me siento, dejando espacio. No levanta la vista.
Trago saliva. El silencio pesa.
Me aclaro la garganta.
—Lo olvidé —digo al fin.
No responde, aprieto los puños sobre el regazo.
—No tengo excusa. No debería haberte dejado esperando. No debería haberme olvidado de nuestra conversación.
Lukas suspira. Todavía no me mira.
—No te preocupes —su voz es baja, casi neutral— Me estoy acostumbrando.
Eso duele. Porque es verdad.
—No quiero que lo hagas —admito—. No quiero que pienses que no me importa.
Cierra los ojos un segundo, luego por fin se gira hacia mí.
Está serio. Agotado.
—Entonces dime, Elena —su voz es más firme ahora—. ¿Qué demonios está pasando contigo?
Y ahí está.
Mi oportunidad.
El momento de decirle todo.
Respiro hondo, intentando organizar las palabras en mi cabeza.
—Voy a contártelo todo —digo al fin.
Lukas no contesta. Solo espera.
Empiezo desde el principio. Le hablo del colgante, de Aiden, del claro. De esa energía extraña que siempre estuvo ahí, aunque intenté ignorarla.
Le cuento lo de la universidad, la explosión. Cómo todo cambió.
Él no dice nada, pero me escucha. Sus ojos siguen fijos en los míos.
Le hablo de los gemelos, de las medias verdades, del lío en que estoy metida. Y de lo sola que me he sentido.
Cuando termino, se hace un silencio espeso.
Lukas se pasa una mano por la cara. Suspira largo.
—Joder... —susurra, dejando caer la cabeza hacia atrás, mirando el cielo.
Él me conoce. Sabe que no inventaría algo así.
Baja la cabeza y me mira de nuevo.
—¿Cómo demonios es posible todo esto?
Sus palabras no suenan como alguien que duda. Suena como alguien que intenta entender.
—Lukas, no tengo respuestas.
Aprieto mis manos sobre mis piernas.
—Pero no puedo fingir que nada está pasando.
Lukas suelta una risa sin humor.
—No. No puedes.
Se inclina hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas y pasando ambas manos por su rostro.
—Esto es una locura... —murmura—. No sé qué hacer con toda esta información, Elena.
—No tienes que hacer nada —respondo con suavidad.
Sus ojos se clavan en los míos.
—¿No? ¿Solo quedarme sentado mientras mi mejor amiga descubre que tiene poderes lunares y que está atrapada entre dos tipos que tampoco entienden una mierda de lo que está pasando?
Hago una mueca.
—Dicho así, suena peor.
Él suelta un bufido.
Y luego, para mi sorpresa, ríe.
Es un sonido corto, seco.
Lo miro, confundida. Él niega con la cabeza.
—Esto es una locura.
—Lo es.
Se queda callado.
Y yo espero.
—Pero estoy aquí —dice lo único que necesitaba escuchar.
Editado: 14.09.2025