El legado Oculto

Capitulo 19 -La canción que nadie entendía

El cielo todavía está medio dormido cuando salgo de casa. El aire huele a algo entre humedad y café, como si el mundo no hubiera decidido del todo si va a empezar bien o mal.

Lukas ya está ahí, como siempre. Apoyado en la baranda de la entrada de la universidad, con una chaqueta que le queda un poco grande y cara de que no durmió lo suficiente.

—Buenos días, Hoffmann —dice apenas me ve, con esa sonrisa suya que siempre está a medio camino entre la calma y la ironía.

Yo intento devolverle la sonrisa, pero creo que se me queda en intento.

—¿Dormiste algo? —pregunta, caminando a mi lado cuando empiezo a avanzar.

—Lo justo para no colapsar en la ducha —respondo, ajustándome la correa del bolso mientras respiro hondo—. ¿Y tú?

—Me quedé viendo videos hasta tarde. No me preguntes por qué —se encoge de hombros—. Mi algoritmo piensa que necesito saber cómo hacer pan de masa madre y que soy fanático de los pingüinos bebés.

Me río, más por cariño que por el chiste en sí. Y ese pequeño gesto me aligera el pecho.

Sophie nos alcanza en la entrada del edificio principal. Lleva una carpeta en una mano y un café en la otra. Su paso es rápido, pero su mirada se suaviza al verme.

—Hoy toca resistir —dice, ofreciéndome un sorbo de su café sin necesidad de que lo pida.

Bebo apenas, lo justo para sentir el calor en la garganta. Devuelvo el vaso y asiento.

—Gracias.

—Recuerda que esta tarde vamos a repasar lo de historia en casa. No se te ocurra escaparte.

—Lo sé —respondo—. No pienso huir. Todavía.

Nos separamos en el pasillo. Lukas se despide con un leve movimiento de mano antes de perderse entre el gentío. Sophie toma otra dirección, y yo me quedo sola por primera vez en la mañana. Siento que la mochila me pesa más de lo que debería. Y no es por los libros.

Entro al aula. La clase ya casi va a empezar.

El profesor me ve apenas cruzo la puerta, y su expresión no tiene nada de amable.

—Señorita Hoffmann, qué grata sorpresa —dice con ese tono que tiene filo—. ¿Decidió honrarnos con su presencia?

Trago saliva, pero me mantengo derecha.

—Tuve algunos problemas personales. Estoy poniéndome al día.

—Confío en que eso incluya los tres ensayos, la exposición grupal y el resumen comparativo que debieron entregarse la semana pasada.

—Estoy trabajando en ello —respondo, sin bajar la mirada.

Él no dice nada más. Solo asiente y anota algo en su libreta. Pero el mensaje está claro.

Me siento en silencio. Mis manos están frías. Y esa presión en el pecho... esa que empieza como un nudo en la garganta y va bajando como un peso... ya no es solo culpa de la clase.

Es la sensación de que todo se me está escapando un poco de las manos.

En la siguiente clase no tengo a ninguno de mis amigos. Me acomodo en una esquina libre del aula, cerca de la pared, y saco el cuaderno aunque no tenga idea de lo que están viendo hoy.

Miro alrededor. Hay compañeros que reconozco, algunos con los que he hecho trabajos antes, otros con los que he hablado un par de veces. Nadie extraño.

Me inclino un poco hacia un chico que está sentado justo al frente. Gabriel, si no me falla la memoria. Tiene gafas de marco redondo, el cabello algo desordenado, y escribe con rapidez mientras escucha la explicación de la profesora.

—Gabriel —le susurro, tocándole apenas el hombro—. ¿Podrías pasarme los apuntes después de clase?

Él gira un poco hacia mí. Me observa un segundo, con cierta sorpresa amable.

—Claro. ¿Te los mando por correo?

—Sí, porfa. Gracias.

—No hay lío.

Mi mente sigue atascada en la clase anterior. En la mirada del profesor. En esa presión de no estar al día, de sentirme detrás de todos.

Respiro hondo. El aire frío entra, pero no me calma. Solo me deja en claro que sigo tensa.

Suena la campana. Me levanto sin pensarlo mucho, guardo los cuadernos y salgo con los demás.

El pasillo está lleno. Camino hacia el edificio lateral, pero me detengo en uno de los corredores largos que conectan ambos bloques. Está vacío por un momento. Solo yo y los ventanales que dejan pasar la luz pálida del mediodía.

Apoyo la espalda contra la pared. Está fría. Me hace temblar un poco.

Cierro los ojos. Respiro otra vez. Quiero calmarme, pero no lo logro.

Entonces, las luces del techo empiezan a parpadear. No suavemente. Parpadean de golpe, como si algo las sacudiera.

Abro los ojos, confundida. El zumbido eléctrico se arrastra por el pasillo. No es fuerte, pero se mete en los oídos. Me eriza los brazos.

El aire cambia. Siento un escalofrío, como si la temperatura bajara. El pasillo entero se queda en pausa.

Miro hacia los extremos. Hay estudiantes más allá, caminando, hablando, pero ninguno reacciona. Como si no lo notaran.

Pero yo sí.

Siento un cosquilleo en el estómago, y una presión en la garganta. Como si algo se activara dentro de mí. Algo que no sé cómo parar.

El corazón me late más rápido. Aprieto los dedos contra el pantalón.

El pasillo se mantiene quieto. Silencioso.

Y, de golpe, todo se estabiliza.

Las luces dejan de parpadear. Vuelven los ruidos. Ríen al fondo. Una puerta se cierra.

No digo nada. No me muevo. Después de unos segundos, camino hacia mi siguiente clase. Pongo un pie delante del otro. No quiero pensar.

Durante la clase, apenas oigo al profesor. El sonido del marcador me molesta. Me paso la mano por la frente. Estoy sudando frío.

Cuando suena el timbre del receso, salgo rápido. Necesito aire.

Afuera hay más calma. Estudiantes dispersos. Algunos con café. Otros sentados en la hierba, hablando de cualquier cosa.

Camino sin rumbo claro. Tal vez hacia la cafetería. Pero me detengo.

Lo veo.

Ashton está sentado en el borde del jardín. Tiene los brazos apoyados atrás, el cuerpo relajado. La camisa arrugada en los codos. El cabello le cae sobre la frente. Mira al frente, como si no tuviera prisa.



#3151 en Fantasía
#585 en Magia
#7843 en Novela romántica

En el texto hay: romace, drama, suspense

Editado: 14.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.